Transici¨®n y ¡®sprint¡¯ de Kittel y ¡®maillot¡¯ rojo para Flecha

Antes de montar una f¨¢brica de jab¨®n, Eric Leman ten¨ªa una carnicer¨ªa y todos los a?os despu¨¦s de ganar el Tour de Flandes, al comienzo de la primavera, desatend¨ªa el entrenamiento en bicicleta (el buen tiempo le pon¨ªa melanc¨®lico a uno de los mejores clasic¨®manos de los a?os 70: es flamenco) y se concentraba en partir buenos filetes en su carnicer¨ªa, que era su vida, y en manejar las existencias en las c¨¢maras frigor¨ªficas. Incluso era posible que la carne le llegara de la granja de terneras que el simp¨¢tico orondo Hilaire van der Schueren, el bien llamado, posee al pie del muro de Gramont, donde tantos a?os se ha decidido el Tour de Flandes, y que en verano Van der Schueren atiende a distancia, pues prefiere pasar julio conduciendo en el Tour el coche del Vacansoleil, equipo del que es director.

Van der Schueren lleva casi media vida, 30 a?os, combinando su trabajo de granjero con la direcci¨®n de equipos belgas, y este jueves, antes de la salida, despu¨¦s de comprobar llamando a la granja que las existencias de pienso eran suficientes y que no hab¨ªa ning¨²n ternero enfermo, le dijo a Flecha, su ciclista favorito: ¡°capit¨¢n, de toda la vida mantengo la teor¨ªa de que el d¨ªa despu¨¦s de una contrarreloj la fuga triunfa. No s¨¦ si se cumplir¨¢ o no, pero¡­¡±. El capit¨¢n Flecha, que se entiende a la perfecci¨®n con Van der Schueren pues hablan de vez en cuando el mismo idioma, el del ciclismo antiguo que reniega de los vatios, el c¨¢lculo y la planificaci¨®n (y de las lavadoras autom¨¢ticas en los camiones de los equipos y su secadora, en verdad perniciosas, el fin del ciclismo, pues para ¨¦l, que nunca fue ciclista, un ciclista solo es ciclista si la noche de las etapas se lava el maillot y el culotte en el lavabo de su ba?o) y cree en la intuici¨®n y la fantas¨ªa, cogi¨® la palabra al vuelo y, tambi¨¦n porque le gusta meterse en ellas, entr¨® en la fuga, que, por supuesto, y pese al empuje del viento siguiendo la l¨ªnea del Loira y sus castillos, no lleg¨® a Tours, la ciudad de Leonardo, la vanguardia mundial en el Renacimiento, como tampoco lleg¨® el tren a finales del XIX, pues sus ciudadanos, con el orgullo de ser los franceses que mejor hablan el franc¨¦s y con su correspondiente miedo al progreso, no permitieron que se construyera una estaci¨®n, que se qued¨® en un pueblo cercano. Flecha, que no teme al progreso pero tambi¨¦n disfruta con lo antiguo, fue el ¨²ltimo de la fuga que se rindi¨®, lo que le vali¨® el premio de un maillot rojo en la etapa de este viernes y m¨¢s entrevistas en la meta que si hubiera ganado la etapa, y su correspondiente exhibici¨®n de un ojo morado, como de boxeador, v¨ªctima de la ca¨ªda del martes en Saint Malo, tipo duro, puro Belmondo.

El pelot¨®n lleg¨®, pues, agrupado a Tours y a toda velocidad, y pese a ello, y pese a que hubo sprint que los Omega organizaron muy ordenadito (ayudados por la ca¨ªda de los Lotto de Greipel en pleno), no gan¨® Cavendish, quien, quiz¨¢s a¨²n afectado por la traves¨ªa de Brocelianda, la tierra de los purines, una de cuyas muestras recibi¨® de regalo en la contrarreloj, est¨¢ meditabundo y lento, y se dej¨® adelantar en el golpe de ri?ones soberano por el boxeador Kittel, inmune e inasequible a las dudas, que se apunt¨® as¨ª su tercera etapa.

Pese al viento y a los nervios y la velocidad (m¨¢s de 45 de media), que obligaban a interrumpir frecuentemente las conversaciones, y como corresponde a todo d¨ªa de transici¨®n que se precie (y quedan otros dos entre la contrarreloj del Mont Saint Michel y el Ventoux el domingo), el pelot¨®n se dedic¨® a hablar de los temas verdaderamente importantes, es decir, del bigote que le permite al Europcar J¨¦rome Cousin salir todos los d¨ªas en el peri¨®dico, medio vintage medio h¨ªpster, seg¨²n se tercie la viserilla de la gorra, de los vatios multiplicados que permiten a Froome estar tres minutos por delante de todos, de cabeza en la resignaci¨®n, y hasta de la posibilidad de que el mism¨ªsimo Froome, que toda la contrarreloj del mi¨¦rcoles estuvo por delante de Tony Martin, se dejara al final ganar por el alem¨¢n, cuyo gran equipo, el Omega, le har¨ªa a cambio un gran favor al doliente Sky (este jueves se cay¨®, y dos veces, Boasson Hagen, otra merma importante) ayud¨¢ndole a controlar las etapas que quedan. Y aunque no consiga que trabajen para ellos Chavanel, el imposible Kwiatkowski (una palabra que dar¨ªa el triunfo seguro en una partida de Scrabble) y el mismo Martin, al menos lograr¨ªan el Sky y Froome caer un poco simp¨¢ticos a los colegas, que, creen, no les aguantan.