Vela sigue alumbrando a la Real Sociedad

Los estrenos en la Liga suelen ser o impetuosos o l¨¢nguidos. Se dividen entre los que empiezan pensando en el final y los que comienzan recogiendo desde el principio por si m¨¢s tarde llueve y se pierde la cosecha. La Real y el Getafe prefieren roturar el campeonato poco a poco sabiendo que el campo es largo y sabiendo la Real Sociedad que en Lyon tiene el martes una cita de esmoquin y zapatos de charol en el coraz¨®n culinario de Francia, sobre todo en asuntos de v¨ªsceras y chacinas.

As¨ª se entend¨ªa que tipos como Griezmann o Xabi Prieto se quedasen en el banquillo y que Jagoba Arrasate, de estreno en el banquillo, concediera el eje central al prometedor Rub¨¦n Pardo, al intermitente Elustondo, al polivalente Zurutuza y al debutante Seferovic, con mejores maneras que resultados. Los cuatro se quedaron a mitad de camino, prometiendo m¨¢s intensidad que argumentos. Pero para eso estaban en el campo dos tipos sabios y duros como Carlos Vela y Chory Castro, hechos el uno para el otro para jugar a ciegas si es preciso y encender la luz cuando oscurece.

Porque oscurec¨ªa en Anoeta por baja intensidad de la se?al futbol¨ªstica y por la calma del Getafe, m¨¢s preocupado por dominar el c¨¦sped que el bal¨®n. Algunas cosas de Sarabia, movi¨¦ndose por toda la zona de ataque pero sin encontrar jam¨¢s a Colunga, presuntamente su delantero de referencia y en realidad, de ausencia.

Y as¨ª se iba divulgando el partido, a viva voz, sin micr¨®fonos, con equipos muy reconocibles, pero un tanto desengrasados, con un disparo de Chory Castro al larguero y una oportunidad errada de Rub¨¦n Pardo, hasta que un uruguayo, Chory Castro, y un mexicano, Carlos Vela, se pusieron un telegrama urgente que el mexicano punte¨® y le puso firma y r¨²brica con la puntera de la bota. El mensaje, magn¨ªfico, de Chory Castro lo puso Vela en la red como quien deja el peri¨®dico en la puerta.

El Getafe no se lo esperaba, acostumbrado a ver a Vela languideciendo en la banda derecha, asom¨¢ndose de cuando en vez a los balconcillos del ¨¢rea, poco a poco, de inc¨®gnito, a hurtadillas. En eso la Real se parec¨ªa como una gota de agua a otra gota de agua a la del a?o pasado. Sigue siendo un coche: primera segunda, tercera, cuarta, quinta, sin gripar el motor, silenciosa hasta el estruendo. Y el Getafe se adormec¨ªa con esa sensaci¨®n de alivio que te da el hecho de que el anfitri¨®n no te saque a gorrazos de su casa. Pero el anfitri¨®n era ??igo Mart¨ªnez y el joven central ha crecido tanto que jam¨¢s se deja la puerta abierta.

Lo que no le faltaba al Getafe era coraz¨®n, pero necesit¨® otro rejonazo para que le doliera el alma. Y el rej¨®n se lo dio Seferovic de la forma m¨¢s sencilla y m¨¢s habitual. Un pase a pie cambiado de Carlos Vela, midiendo las d¨¦cimas de segundo para habilitar a su compa?ero sin que cayese en fuera de juego pero pudiese superar la defensa en l¨ªnea del equipo madrile?o. Y el suizo, de origen bosnio, hambriento de gloria, volvi¨® a elevar el bal¨®n sobre la salida de Moy¨¤, harto de que todos los disparos se elevaran por encima de la yema de sus dedos.

Al Getafe se le sali¨® el coraz¨®n del pecho y Luis Garc¨ªa modific¨® el dibujo buscando la profundidad que no ten¨ªa. Pero la Real de Arrasate se parece mucho a la de Montanier y sabe que entre ??igo Mart¨ªnez, el central de referencia, y Carlos Vela, el delantero de referencia, hay un ej¨¦rcito inagotable, con mayor o menor apariencia, pero implacable a la hora de defender el bot¨ªn.

Lo que empez¨® en Vela, acab¨® en Vela, como un candelabro exquisito capaz de iluminar cualquier sal¨®n por grande que sea. Con Montanier o con Arrasate, la Real se parece a s¨ª misma y el que a lo suyo se parece, honra merece.