Stybar, el justiciero

A Zdenek Stybar le va bien el papel de justiciero. El barro del ciclocross, la dureza de esa disciplina donde se va encima y debajo de la bici, le han curtido las piernas y el car¨¢cter. Y ayer hab¨ªa sed de justicia en el Omega Pharma tras la afrenta sufrida el d¨ªa anterior por Tony Martin, condenado en los ¨²ltimos metros por un pelot¨®n injusto. Y el justiciero fue el checo Stybar cambiando el guion de su defensa. Si Tony Martin tuvo un discurso de 175 kil¨®metros inacabado, a su compa?ero Stybar le bastaron una breve charla de 12 kil¨®metros con Philippe Gilbert, escapados entre Sevilla y Mairena casi sin querer, tirando y tirando, en un curveo peligroso, de rotondas y cambios de asfalto. Se fueron como se va la luz de una vela, poco a poco, sigilosamente, haciendo como que se iban y no se iban, pero en realidad se iban. Y se dieron cuenta de que se hab¨ªan ido cuando Gilbert mir¨® hacia atr¨¢s y no vio a nadie. Y tambi¨¦n mir¨® Stybar. Y luego se miraron un segundo y decidieron que mejor es jug¨¢rsela entre dos que entre la multitud del pelot¨®n.

Stybar y Gilbert, casi sin querer, se fueron como se va la luz de una vela, poco a poco

Stybar ten¨ªa la oportunidad de redimir a su compa?ero y jefe Tony Mart¨ªn, y Philip Gilbert de quitarse un mal a?o de la espalda donde luce el maillot arcoiris casi como una reliquia del pasado. Fuertes eran ambos, el uno curtido en el ciclocross, fortach¨®n y sufridor por definici¨®n. Sab¨ªa que la fe era el argumento que ten¨ªa en las piernas. Gilbert, tambi¨¦n fuerte, sab¨ªa que la experiencia era el argumento de la victoria.

Se impuso la fe. El pelot¨®n se desorganiz¨® de tal manera que por momentos en cabeza tiraba el Movistar, ajeno a la victoria, sin especialistas para estas etapas. Solo la salida final de un ciclista de Argos estuvo a punto de malgastar el duelo entre el checo y el belga, que frenaron en la lucha pensando en la estrategia. Parec¨ªa que la maldici¨®n de Tony Mart¨ªn se convert¨ªa en un cl¨¢sico de la carrera. Pero el pelot¨®n no lleg¨®, por un segundo. Stybar mir¨® hacia atr¨¢s y vio a la jaur¨ªa desatada. Gilbert ni mir¨®, porque ya escuchaba el silbido del viento entre los radios de la bicicleta. Gilbert sac¨® el ¨²ltimo aliento y coloc¨® su bici en paralelo a la de Stybar. Pero le falt¨® un cent¨ªmetro para batir al checo, que levant¨® el brazo celebrando una victoria que solo ¨¦l vio al primer golpe de vista.

Est¨¢ claro que la emoci¨®n tiene muchos ropajes. Que el libreto cl¨¢sico: escapada consentida, sprint final tiene muchos vericuetos en los que los sprinters a veces se pierden, a veces se caen, a veces pinchan. Ayer ambas cosas. Se perdieron la mayor¨ªa al no adivinar las intenciones de dos fugados peligroso. Y pinch¨® por ejemplo Tyler Farrar, a falta de 12 kil¨®metros, convirtiendo su misi¨®n en un imposible. El infortunio se ceb¨® con el Garm¨ªn que adem¨¢s sufri¨® la ca¨ªda despu¨¦s de Daniel Martin, el n¨²mero uno del equipo. Est¨¢ claro que apellidarse Martin, en esta Vuelta, no da precisamente suerte.

Quienes estar¨¢n pensando tambi¨¦n en la injusticia ser¨¢n los tres escapados del d¨ªa (Aramendia, Pinotti y Knees) que se metieron 190 kil¨®metros de escapada en busca de un premio que se jugaron otros con solo 12 kil¨®metros en fuga. Es la diferencia entre lo previsible y lo imprevisible, entre la rutina y la sorpresa. Ellos perdieron lo que otro gan¨®. Otro que iba de justiciero aunque, a decir verdad no pensaba en Tony Martin cuando curveaba por Mairena, sino en el campe¨®n del mundo Gilbert, en c¨®mo hacerle la pu?eta. Despu¨¦s ya lo celebrar¨ªa con el arisco Tony Martin.