Djokovic defiende su trono
El serbio remonta ante Wawrinka, llega a la final y se asegura el n¨²mero uno mundial haga lo que haga Nadal en Nueva York
Bajo el sol de la ma?ana neoyorquina, Novak Djokovic se derrite. Este no es el Nole que asombr¨® al mundo con defensas imposibles, contraataques fulgurantes y tiros envenenados. Este es un tenista fr¨¢gil que en 17 minutos agacha la cabeza 1-4 frente a Stan The Man Wawrinka; uno que en semifinales del Abierto de EEUU tiene que enfrentarse a tres bolas que le habr¨ªan dejado cediendo 1-5 en 26; y uno que es incapaz de aprovechar que el suizo juegue casi siempre sin primeros servicios (50%). De borr¨®n en borr¨®n, con los pies tan pesados como si los ataran unos grilletes, el n¨²mero uno se pasea por el alambre hasta que a su rival le explotan las piernas cuando manda set y break arriba. Su triunfo (2-6, 7-6, 3-6, 6-3 y 6-4 en 4h09m) retrata lo dura que es su cabeza y lo temible que es como competidor, e implica que mantendr¨¢ el n¨²mero uno pase lo que pase en Nueva York ante Nadal.
¡°?No me digas nada!¡±, ruge Nole en direcci¨®n a su banquillo. El mejor tenista del planeta se siente frustrado por una ma?ana que para ¨¦l es un infierno. Grita. Chilla. Agita las manos convirti¨¦ndolas en garras. Las consignas que le llegan desde su grupo de t¨¦cnicos son castigadas con una advertencia por el juez de silla. Djokovic lanza una mirada desafiante al ¨¢rbitro, pero no dice nada. Su pelea es otra. Su guerra es distinta. Su objetivo es encontrarse consigo mismo, descubrir cu¨¢l es la raz¨®n por la que compite como un fantasma
En el quinto set del partido se compite un juego de 21 minutos. As¨ª de dura es la batalla
Este es un Djokovic menor. Wawrinka deja tiros deliciosos y busca cerrar los peloteos con ambici¨®n. Su planteamiento es inteligente, fruto del trabajo t¨¢ctico de Magnus Norman, el t¨¦cnico que desde abril ha transformado su carrera. El sueco, que fue el n¨²mero dos mundial, plantea varias opciones para que su pupilo vaya resolviendo problemas. El rev¨¦s cortado debe servir para detener las acometidas de Nole y para atraerle sin remedio hacia la red. Los peloteos deben ser a lo largo, guardando las diagonales para el remate, para as¨ª evitar que Djokovic abra ¨¢ngulos y castigue con carreras sus piernas. El golpe sobre el que debe percutir y atacar incansablemente es el rev¨¦s del n¨²mero uno, que se deshilacha perdi¨¦ndose con tiros que acaban por el pasillo. Hay una cosa que ni siquiera Norman puede prever: que el mejor tenista del planeta protagonice un horroroso inicio de partido, incapaz de capitalizar que Wawrinka solo dispare 3 primeros servicios en los primeros 19 saques.
Djokovic, que es tenis en movimiento, compite congelado en el tiempo. ?l, un bailar¨ªn, se queda en inm¨®vil estatua. Como si el calor le estuviera cociendo los m¨²sculos, el campe¨®n de 2011 se mueve con torpeza, descoyuntado, sin rodear la pelota con la facilidad que le distingue y le permite golpear en posiciones de ventaja. Wawrinka maniobra inteligentemente para aprovechar sus malos desplazamientos. Disfruta, adem¨¢s, de una estad¨ªstica inusitada: Djokovic, probablemente el mejor restador del planeta, uno que hab¨ªa sumado el 55% de los juegos al resto en lo que iba de torneo, no llega al 20% en su partido de semifinales. Solo se apunta 4 de 19 bolas de break, y por eso pierde en tercer juego del quinto set, que dura 21 minutos, tiene 12 deuces y le ve disfrutar de cinco bolas de break que Wawrinka le niega jugando con todo el atrevimiento del mundo.
Wawrinka llega a mandar set y break arriba hasta que le fallan las piernas
El suizo, que ven¨ªa de tumbar a Andy Murray en cuartos, quiere ser protagonista, y deja su sello en el encuentro. Los vaivenes del marcador se entienden casi siempre desde su raqueta. El reloj y esa segunda manga perdida en el tie-break tras disfrutar de una rotura, son su condena, porque le llegan casi al mismo tiempo las dudas y los dolores en las piernas. La pista se le acaba haciendo demasiado ancha, exigido de una esquina a la otra. Cuando tiene paciencia, gobierna. Cuando intenta ir al cuerpo a cuerpo, discutir a tiro limpio, el encuentro se le escapa sin remedio: dispar¨® 57 ganadores por 38 de su contrario, pero cometi¨® 69 errores no forzados por 46. Ah¨ª, rota su derecha, se impone Nole, tenista con siete vidas, capaz de retener una semana m¨¢s el trono y listo para luchar por el t¨ªtulo: con la Copa de por medio, seguro que se ve a un Djokovic mejor, seguro que el ogro reclama su sitio. Como dijo Wawrinka, dejando at¨®nitas a las 25.000 personas que abarrotaron la pista y probablemente boquiabiertos a los espectadores que le escucharon en directo: ¡°Djokovic es jodidamente fuerte¡±.
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