Iraizoz desangela al Getafe

La primera vez que Iraizoz toc¨® el bal¨®n se durmi¨®. Trat¨® de despejar con tanta tranquilidad que su lanzamiento golpe¨® en Colunga. ¡°Mal empezamos¡±, pensar¨ªa el portero. ¡°A la siguiente te la robo¡±, acompa?ar¨ªa el delantero. De esa conversaci¨®n no se tiene constancia, aunque s¨ª de la actuaci¨®n posterior de Iraizoz ante Sarabia: una parada en un mano a mano un minuto despu¨¦s, que tir¨® por la borda la primera autocr¨ªtica y provoc¨® un subid¨®n de adrenalina en el portero. Un cambio de temperatura que toc¨® techo cuando con ventaja en el marcador el portero detuvo un penalti a Diego Castro y se march¨®. No volvi¨® al campo tras el descanso, pues, entre tanto, recibi¨® un golpe del que no pudo recuperarse. No hizo falta, ya hab¨ªa sostenido a un Athletic vol¨¢til ante un Getafe demasiado ansioso.

Y eso que Valverde quiso refugiar el centro del campo con Iturraspe y Mikel Rico, teniendo al primero como referencia para fijar la l¨ªnea, y soltar al veterano a una guerra m¨¢s amplia. Por parad¨®jica que pueda parecer la escena. En el juego de balances resulta m¨¢s efectivo descargar los pulmones por delante y tener la retaguardia fresca para cualquier apuro, aunque para ello hagan falta las piernas m¨¢s kilometradas. Esa es la tarea de Rico cuando Be?at no est¨¢ sobre el campo, y anoche Valverde lo reserv¨® de inicio para liberar a Herrera. El medio es otro de los que ha visto mermada la sombra del foco con la llegada de la competencia, aunque sigue disponiendo de ese estatus de silueteador de la jugada.

El Getafe busc¨® de inicio un partido r¨¢pido, punzante, con poca charla y mucho mambo. Quer¨ªa una conversaci¨®n directa, sin demasiada ret¨®rica, y para eso necesitaba que el ritmo subiera. Transmit¨ªa peligro en cada ataque el conjunto de Luis Garc¨ªa porque la defensa del Athletic tiene los pies pesados y se resguarda por necesidad m¨¢s que por destreza. Con Gurpegi y Laporte como centrales, Iraola dio desahogo en banda cuando la cosa no auguraba una posible carrera hacia atr¨¢s. Menos valiente se mostr¨® Balenziaga, ocupado en controlar a Pedro Le¨®n, tarea complicada si el murciano camela a la pelota con el primer toque. Esta vez, solo sac¨® a relucir ese golpeo tan particular cuando el bal¨®n reposaba muy lejos del ¨¢rea.

Fue Diego Castro el m¨¢s habilidoso para encontrar los pocos espacios por los que la correa del Athletic no apretaba. Hasta entonces solo Sarabia hab¨ªa arriesgado en alg¨²n mano a mano, aunque la primera se la llevar¨¢ en la frente con la parada de Iraizoz cuando el gol era la suerte menos disparatada en la escena. El tanto de Laporte en un saque de esquina solo fue la prueba evidente de que los errores se pagan.

El meta detuvo un penalti a Diego Castro, que llevaba 15 goles de 15 lanzamientos

Castro, resbaladizo, mezcl¨® bien con Colunga y Sarabia, y desubic¨® a Gurpegi, que derrib¨® al delantero asturiano dentro del ¨¢rea. El lanzamiento de Diego Castro lo detuvo Iraizoz, renqueante, que lleg¨® a donde los porteros no suelen llegar. No fallaba una pena m¨¢xima Castro desde 2006, aunque las estad¨ªsticas ¡ª15 goles en 15 lanzamientos¡ª tienen esa capacidad para desaparecer cuando se las pone a prueba. Fue un castigo del que el Getafe sali¨® noqueado, pues dominando el bal¨®n, y encontrada la manera de roer la cuerda, no ve¨ªa la manera de cortarla definitivamente. Y fue la ¨²ltima palabra de Iraizoz, que no volvi¨® a pisar el campo.

Intent¨® variar el partido el Getafe tomando la calle de en medio, teniendo en Pedro Le¨®n el mejor ejecutor. As¨ª, colocando el bal¨®n siempre a la espalda de los centrales ganaba metros y moral, esperando que alguna cintura se partiera con tanto giro. Pudo empatar Colunga en otro bal¨®n bombeado con una remata de volea pero su disparo se march¨® desviado. Pero agarrado a esa idea se vieron capaces los azulones de conseguir el empate. Meti¨® Luis Garc¨ªa a Cipriain en ataque, y el rumano aport¨® un elemento m¨¢s a tener en cuenta para la sobresaturada defensa del Athletic.

Sin embargo, y por m¨¢s que se acercase el Getafe y el peligro no abandonase la porter¨ªa de Herrer¨ªn, el marcador no se movi¨®. Se mantuvo tal como lo dej¨® Iraizoz, que volvi¨® a validar aquello de que poco tiene que ver c¨®mo se empieza.