Los complejos del Bar?a

A partir de su condici¨®n de l¨ªder invicto, el Barcelona ha construido un discurso institucional cuya finalidad es demonizar a la cr¨ªtica por querer el mal del club, como se constat¨® el s¨¢bado a la entrada y a la salida del Camp Nou. El presidente, el entrenador y los jugadores m¨¢s significativos, especialmente Piqu¨¦, expresaron en una actitud manifiestamente defensiva su malestar con quienes observan serias deficiencias en el juego del Bar?a. El debate tiene dif¨ªcil soluci¨®n porque la instituci¨®n se remite a los n¨²meros de la Liga, impecables frente a quienes se refieren a las sensaciones para expresar su descontento y no tienen m¨¢s argumento cient¨ªfico que la mala experiencia de la temporada pasada ante los grandes adversarios, sobre todo en la Champions.
No est¨¢ muy claro cu¨¢l debe ser el grado de exigencia sobre el equipo si se acepta como punto de partida de la discusi¨®n que el peor adversario del Barcelona no es el Madrid sino el recuerdo del mejor Bar?a, de la misma manera que Messi no compite con Cristiano Ronaldo, ni tampoco con Neymar, sino contra el propio Messi, n¨²mero 1 del mundo, cuatro veces ganador del Bal¨®n de Oro.
El 10 admiti¨® ayer en las redes sociales que f¨ªsicamente todav¨ªa no se siente en plenitud de condiciones. A veces parece incluso que juega con miedo a lesionarse, circunstancia que explicar¨ªa su discontinuidad y capacidad para alternar buenos partidos con actuaciones preocupantes, la ¨²ltima en el derbi del s¨¢bado. Messi parece marcado por la lesi¨®n sufrida en abril pasado en Par¨ªs. A falta de un plan de juego concreto, su f¨²tbol depende del grado de confianza que tenga en cada encuentro, circunstancia que abona la irregularidad ya constatada con la selecci¨®n argentina.
A falta de un plan de juego concreto, el f¨²tbol de Messi depende del grado de confianza que tenga en cada encuentro
Ahora es el equipo el que sostiene a Messi despu¨¦s de que el Bar?a se hubiera entregado durante mucho tiempo a Messi. Aunque no es f¨¢cil descifrar al 10, sus compa?eros coinciden en que se impone aguardar a su recuperaci¨®n sin dudar ni cuestionar su m¨¦todo, y mucho menos su figura. Ocurre que el juego colectivo tampoco despierta el entusiasmo del barcelonismo. Las dos actuaciones m¨¢s cuestionadas del Bar?a han llegado cuando Martino aline¨® a los mejores futbolistas, en el cl¨¢sico y en el derbi, contra el Madrid y el Espanyol. No deja de ser curioso que el entrenador se?ale la falta de ¡°finezza¡± del equipo cuando en la cancha se han juntado los centrocampistas m¨¢s finos de la plantilla. Alg¨²n jugador, contrariado por la falta de continuidad, se ha excusado oficiosamente con el argumento de que la pol¨ªtica de rotaciones es tan extrema que resulta beneficiosa para el f¨ªsico y perjudicial para la t¨¦cnica individual y sincron¨ªa global del equipo.
Ahora mismo hay una cierta confusi¨®n sobre el f¨²tbol del Barcelona. Al inicio se habl¨® de presionar y recuperar virtudes olvidadas en el tiempo, despu¨¦s se insisti¨® en la necesidad de mezclar el juego en corto con el largo y hoy se exige una mayor precisi¨®n y volumen de ataque sin dejar de dominar las ¨¢reas. La diferencia es que la velocidad del juego ya no la marca la pelota sino el ir y venir de los futbolistas. Las llegadas, as¨ª como la magia de Neymar y juego al espacio de Alexis, tienen m¨¢s importancia que las asociaciones y las combinaciones que antes se apoyaban en el tercer hombre y no en las convencionales paredes.
M¨¢s que imponer su personalidad, el Bar?a se ha contagiado en muchos partidos del juego de sus rivales, tambi¨¦n el s¨¢bado contra el Espanyol. Los azulgrana actuaron con el piloto autom¨¢tico, sin ritmo ni picos de juego, convencidos de que el gol llegar¨ªa por inercia, como as¨ª fue cuando Alexis emboc¨® una jugada de minigolf de Neymar. El bal¨®n ha dejado de silbar y se impone un f¨²tbol m¨¢s pr¨¢ctico, normalmente avalado por la solvencia defensiva, y muy especialmente de Vald¨¦s, y el desequilibrio de Neymar. La adaptaci¨®n del brasile?o est¨¢ siendo estupenda: supo ser suplente, entr¨® como un guante en el equipo y se ha convertido en un futbolista decisivo en los grandes partidos: la ida de la Supercopa, el cl¨¢sico y el derbi. La entrada de Neymar ha sido el ¨²nico cambio estructural en un equipo que mantiene muchas constantes del a?o pasado, como su dificultad para emocionar al espectador y falta de autocr¨ªtica. El mal humor sustituye a la pasi¨®n.
Vuelven los reproches y los complejos, se?al de temor m¨¢s que de confianza.
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