Nadal va a por todo
El espa?ol devora 7-5 y 6-3 a Federer y se cita en la final con Djokovic, que suma 21 victorias seguidas
En la final de la Copa de Maestros, Rafael Nadal, el n¨²mero uno del mundo. Roger Federer se despide en semifinales (5-7 y 3-6) igual que se marcha el invierno cuando llega el verano: es una retirada irrevocable, una derrota irremediable, porque la derecha del espa?ol destruye una y otra vez el rev¨¦s del suizo; porque los restos del campe¨®n de 13 grandes dinamitan una y otra vez los segundos saques del de 17 majors, que solo se apunta el 40%; porque hoy Nadal es un tenista de una pieza y Federer, un genio, tan solo un competidor que se busca a s¨ª mismo. Al de Basilea ya no le queda intacta ni su guarida hecha de cemento y brillantes techos. En Londres, iluminado por luces azul zafiro, Nadal tumb¨® por primera vez a su rival de leyenda en una pista indoor y dio cita a Novak Djokovic (6-3 y 6-3 a Stanislas Wawrinka) para discutir el ¨²nico t¨ªtulo que falta en su lustroso palmar¨¦s.
¡°Es la manera perfecta de acabar una de las mejores temporadas de mi carrera¡±, dijo sobre la pista el espa?ol, que por segunda vez alcanza la final del torneo que cierra el curso (tras 2010) y que domina 22-16 a Nole, el campe¨®n defensor y el favorito, porque se adapta mejor a la pista y porque ha protagonizado un rush final de temporada impresionante (21 victorias seguidas, con tres t¨ªtulos: Pek¨ªn, Shangh¨¢i y Par¨ªs-Bercy).
Federer quiso jugar muy r¨¢pido. Ace. Saque-red. Resto ganador. Derecha ganadora. Esa combinaci¨®n explosiva le dio al suizo el primer juego del partido en un suspiro. Fue una carta de presentaci¨®n con mensaje claro: v¨ªctima de una programaci¨®n que le hizo jugar tres d¨ªas seguidos, frente a la jornada de descanso de su contrario, el campe¨®n de 17 grandes quiso ser la p¨®lvora del disparo, no el sudor del esfuerzo. Para los primeros cinco juegos solo se consumieron 15 minutos, que es lo que suele tardarse en hacer la foto de antes del partido. Federer vivi¨® tranquilo.
Es la manera perfecta de acabar una de las mejores temporadas de mi carrera
Nadal hizo lo que pudo para frenar el encuentro. El espa?ol gan¨® sus dos primeros parciales en blanco, otro mensaje claro (aqu¨ª estoy, no me da respeto que esta sea tu guarida), y se dedic¨® a percutir una y otra vez contra el rev¨¦s de su N¨¦mesis. Una y mil veces se le abri¨® al mallorqu¨ªn el otro ala, ofreci¨¦ndosele como el para¨ªso para cerrar el peloteo. Una y otra vez, Nadal obvi¨® ese hueco prometedor para seguir machacando el rev¨¦s del suizo. El espa?ol apost¨® a futuro. Frente al punto f¨¢cil, aquel que agotara a su contrario, el que le desgastara, el que le recordara una y otra vez que con el rev¨¦s no puede. Las derechas del mallorqu¨ªn fueron un l¨¢tigo en la conciencia del suizo: ¡®ya hemos recorrido este camino, ya sabes d¨®nde te lleva, y no es a ning¨²n sitio bonito¡¯, le record¨® tiro a tiro el espa?ol a Federer.
Y a¨²n as¨ª hubo momentos en los que Federer crey¨® que el duelo pod¨ªa ser suyo. Suyas fueron las tres primeras bolas de break, negadas por Nadal con tres saques sobre ese rev¨¦s tembloroso, que a todos domina y que frente al espa?ol capitula. Suyo fue el tiro que despert¨® a la grada, levantada en pie, rota en gritos (¡°?Roger! ?Roger!¡±) para aplaudir que hab¨ªa roto el saque de su rival cuando este serv¨ªa para ganar la primera manga (5-5). Te?ido el p¨²blico de rojo, se agitaron entonces las banderas suizas y hacia el aire se elevaron los gorros navide?os. Federer, vio el p¨²blico, nunca se rinde. Federer, que hab¨ªa llegado hasta semifinales remontando un hermoso partido ante Del Potro, jam¨¢s dimite, siempre sue?a a lo grande. Ocurre que en la cabeza de Nadal no hay sitio para enso?aciones, que solo caben realidades, y que el espa?ol sabe que en la de Federer habita una pesadilla con su cara y sus ojos, que lleva su nombre. El suizo no tuvo tiempo ni de sentirse de vuelta al encuentro. Nadal rompi¨® sus aspiraciones al siguiente juego, con una rotura que las dej¨® hechas a?icos. Cuando el cara a cara ya viste un 22-10, da igual que haya techo, pesan m¨¢s los recuerdos, a Federer le atenaz¨® un exceso de respeto y le sobraron derechas falladas (18 errores no forzados con ese golpe).
En esa rotura, que llev¨® a Nadal hasta el set, se acab¨® el encuentro. A los 32 a?os, y enfrentado a su tercer d¨ªa de juego seguido, Federer no se imagin¨® gan¨¢ndole dos sets a Nadal tras haber perdido uno en 43 minutos. Su derrota careci¨® de la ¨¦pica de su victoria ante Del Potro, porque no tuvo un arranque de orgullo, no cogi¨® la bandera de su leyenda para pelear a la altura de su mito. Sin embargo, este partido y el anterior tuvieron un elemento en com¨²n: retrataron a un Federer mejorado con respecto al resto de su gris curso. En 2014 tendr¨¢ que demostrar si eso tiene que ver con el techo de la gira indoor o con la raqueta. Entonces, como ahora, seguir¨¢ teniendo un problema. Un tenista que le desborda en estrategia, que iguala su talento y tiene m¨¢s cabeza. Rafael Nadal Parera.
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