1977-1978: La seguridad, una lecci¨®n bien aprendida (I)

La primera regata Vuelta al mundo a vela demostr¨® que las dificultades pueden convertirse en tragedia, as¨ª que la seguridad fue el principal objetivo de la segunda edici¨®n. Todos fueron obligados a extremarla. El reglamento fue publicado dos a?os antes y exig¨ªa a todos los barcos instalar l¨ªneas de vida a lo largo de la embarcaci¨®n.

En esta ocasi¨®n, la prueba promet¨ªa ser un duelo implacable entre los equipos y, aunque manten¨ªa el esp¨ªritu de aventura, tambi¨¦n hubo una mayor profesionalizaci¨®n, ya que alguno de los competidores contaba con barcos dise?ados espec¨ªficamente para la prueba. Dos de ellos, el Kings Legend y el Flyer, ambos dise?ados por Sparkman & Stephens, protagonizaron una de las regatas m¨¢s re?idas en 40 a?os de historia de la Whitbread / Volvo Ocean Race. El primero era un moderno c¨²ter (velero con un solo m¨¢stil y varios foques) con una tripulaci¨®n profesional dominada por americanos; el segundo, un queche tradicional (velero de dos m¨¢stiles) con un solo tripulante con experiencia oce¨¢nica, el resto eran pr¨¢cticamente desconocidos, incluido su patr¨®n, el industrial holand¨¦s Cornelis van Rietschoten.

El 27 de agosto de 1977, 15 embarcaciones con 168 tripulantes en representaci¨®n de 12 naciones tratan de ocupar la mejor posici¨®n en la l¨ªnea de salida de Portsmouth. Hasta regresar pasar¨ªan siete meses y recorrer¨ªan 26.780 millas n¨¢uticas en cuatro etapas, siendo el puerto de Sidney (Australia) reemplazado por el de Auckland (Nueva Zelanda).

La primera etapa entre Portsmouth y Ciudad del Cabo, en Sud¨¢frica, 7.200 millas n¨¢uticas (13.334 kil¨®metros) y un tiempo aproximado para realizarla entre 37 y 40 d¨ªas. Segunda etapa entre Ciudad del Cabo y Auckland, con la salida prevista para la ¨²ltima semana de octubre y un recorrido de 7.600 millas (14.075 kil¨®metros). El tiempo de navegaci¨®n, entre los 34 y 37 d¨ªas. La tercera etapa: Auckland-R¨ªo de Janeiro, con salida a ¨²ltimos de diciembre del puerto neozeland¨¦s y rumbo al Cabo de Hornos, tal vez el punto m¨¢s dif¨ªcil y peligroso de la prueba. La distancia de unas 7.400 millas (13.704 kil¨®metros) y un m¨¢ximo de 37 d¨ªas de mar. Finalmente, la cuarta etapa entre R¨ªo de Janeiro y Portsmouth con la salida la primera semana de marzo, y llegada a primeros de abril, un mes aproximadamente de navegaci¨®n y 5.700 millas, 10.556 kil¨®metros de recorrido.

Primera presencia espa?ola

Entre las tripulaciones se encontraban los dos primeros espa?oles participantes en la prueba; uno, el bilba¨ªno Enrique Guti¨¦rrez Zulueta, que formaba parte del el GB II, uno de los barcos destacados en la primera edici¨®n y que tambi¨¦n lo ser¨ªa en esta segunda. Zulueta se hab¨ªa formado como marino en veleros de instrucci¨®n y contaba con varios miles de millas como tripulante. El otro, Enrique Vidal, a bordo del italiano B and B Italia, de 16,62 metros, uno de los barcos m¨¢s peque?os de la flota. Un a?o antes Vidal hab¨ªa participado en la regata transatl¨¢ntica Ostar a bordo de un robusto Puma 34 de construcci¨®n nacional, el Casta?uela, con el que termin¨® en una buena posici¨®n tras la dura prueba de cruzar el Atl¨¢ntico Norte en solitario.

Clare Francis, con el ADC Accutra, fue la primera mujer patr¨®n en la Whitbread. La brit¨¢nica, con una tripulaci¨®n formada por ocho hombres y tres mujeres, termin¨® la regata en quinta posici¨®n, por delante de muchos de los m¨¢s curtidos patrones oce¨¢nicos. El barco estaba patrocinado por la compa?¨ªa brit¨¢nica BSR, fabricante de platos para tocadiscos.

El clan Viant repite experiencia

Emocionado con la primera experiencia en 1973 con el Grand Louis, la joven generaci¨®n del clan Viant compiti¨® en la segunda edici¨®n. Jimmy Viant era el joven patr¨®n del Japy-Herm¨¦s y naveg¨® con su novia B¨¦n¨¦dicte Lunven, que se convertir¨ªa en la primera francesa en competir en una regata vuelta al mundo completa. Lunven explicar¨ªa m¨¢s tarde que la tripulaci¨®n del Japy-Herm¨¨s era una historia m¨¢s de gente joven, todos entre 24 y 27 a?os, la mayor¨ªa con muy poca experiencia, pero que tras navegar miles de millas aprendi¨® a ajustar correctamente las velas y hasta disfrut¨® al planear de empopada bajando enormes olas en el oc¨¦ano.

Hubo m¨¢s navegantes que repitieron experiencia, entre otros, Alain Gabbay, en el 33 Export, que con tan solo 23 a?os era el patr¨®n m¨¢s joven de la corta historia de la regata, o el neozeland¨¦s Peter Blake, a bordo del Heath¡¯s Condor, que gracias a una r¨¢pida maniobra logr¨® evitar una tragedia al caer al mar uno de los tripulantes, Bill Abram.

Todos cruzaron la l¨ªnea de llegada

En esta segunda edici¨®n se produjeron muchos cambios en las tripulaciones debido a las incompatibilidades de car¨¢cter. Solo Clare Francis, con el ADC Accutrac, consigui¨® mantener la misma durante toda la circunnavegaci¨®n. Tambi¨¦n hubo un caso ¨²nico en la navegaci¨®n internacional, al formar parte de la carrera el barco Tratado de Roma, que representaba a los nueve pa¨ªses miembros entonces de la Comunidad Europea. Se trataba de un sloop de aluminio, con 15,60 metros de eslora, cuyo nombre original era el Pinta III, y que fue rebautizado para celebrar el vig¨¦simo aniversario del tratado fundacional de la Uni¨®n Europea en 1957. Su propietario, el industrial alem¨¢n Willie Illbruck, lo cedi¨® a la Asociaci¨®n Sail for Europe para participar en la Whitbread.

La seguridad fue la lecci¨®n mejor aprendida. Los 15 barcos que zarparon de Portsmouth finalizaron la prueba y, afortunadamente, no hubo que lamentar ninguna tragedia personal. Cuatro a?os despu¨¦s de la primera Whitbread Round the World Race, en 1973, la regata confirm¨® su condici¨®n de ser una de las pruebas oce¨¢nicas con m¨¢s prestigio y uno de los t¨ªtulos m¨¢s codiciados de la vela internacional.