Mandela inspira a Serena
La n¨²mero uno se plantea volver a Indian Wells, cita a la que renuncia desde 2001 por considerar al p¨²blico racista
Perdonar enriquece la vida, ya lo demostr¨® Nelson Mandela. Algo as¨ª le plantean a Serena Williams cuando la estadounidense suma su victoria 61 en Melbourne, m¨¢s que ninguna mujer en la historia del Abierto (doble 6-3 a Hantuchova), y ya en octavos le preguntan si volver¨¢ a darle una oportunidad al torneo de Indian Wells (California), en el que no juega desde 2001 por considerar al p¨²blico racista. ¡°Volver a jugar all¨ª se me ha pasado por la cabeza¡±, explica entonces la n¨²mero uno mundial con el mismo gesto serio que ya emple¨® para decir que era votante de Obama. ¡°Ocurri¨® cuando fui a ver la pel¨ªcula de Mandela [Long walk to freedom]. Fue un hombre incre¨ªble. Me sent¨ª honrada de tener la oportunidad de conocerle y de que me pudiera transmitir su historia un poco mejor¡±.
Serena habla de Mandela mientras piensa en los abucheos que se llev¨® durante la final de Indian Wells 2001. Su hermana Venus se hab¨ªa retirado de la semifinal que las enfrentaba alegando una tendinitis. Parte del p¨²blico interpret¨® que aquello se hab¨ªa ama?ado. Richard, el padre de las dos tenistas negras, dijo que desde la grada le llamaron ¡°negrata¡±. Y entonces, en la final, que Serena gan¨® contra la belga Clijsters, pareci¨® que fuera la estadounidense quien jugara a domicilio.
Tras los abucheos de la mayor¨ªa de 15.000 espectadores, que acompa?aron la entrada de Venus y Richard al estadio; los puntos de Serena; y, sobre todo sus dobles faltas, las dos hist¨®ricas jugadoras nunca volvieron al torneo de su estado natal. Se sintieron v¨ªctimas del racismo. Y pagaron sin miramientos las multas por saltarse una parada obligatoria del circuito. ¡°Como si hay que pagar un mill¨®n de d¨®lares¡±, escribi¨® Serena en On the line, su biograf¨ªa. ¡°Esa asquerosidad llov¨ªa fuerte sobre m¨ª. No sab¨ªa qu¨¦ hacer (¡). Miraba y solo pod¨ªa ver gente rica, mayoritariamente mayor, mayoritariamente blanca, abuche¨¢ndome con deseo, como si fueran una muchedumbre dispuesta a lincharme (¡) Pod¨ªa o¨ªr los gritos de ?nigger!¡±.
Las hermanas, que suman 24 grandes y cinco oros ol¨ªmpicos, jam¨¢s quisieron siquiera hablar de volver. Durante m¨¢s de un decenio, el torneo se qued¨® sin las mejores jugadoras del momento. Parec¨ªa una reconciliaci¨®n imposible¡ hasta que muri¨® Mandela.
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