Lavillenie derriba el muro Bubka

Al gigante Sergu¨¦i Bubka, finalmente, no le qued¨® m¨¢s remedio que levantarse y aplaudir con una sonrisa que se quer¨ªa feliz en la boca y una mirada fr¨ªa en el palco del pabell¨®n Drojba, en su ciudad de Donetsk, la m¨¢s rusa de las grandes urbes ucranianas. All¨ª, unos pocos metros bajo sus ojos, un diminuto franc¨¦s ¡ª¡°?pero t¨², cu¨¢nto mides?¡±, le pregunt¨® una noche de fiesta la pertiguista donostiarra Naroa Agirre hace unos a?os, sorprendida por la poca presencia f¨ªsica, la poca imponencia por as¨ª decirlo, que mostraba¡ª llamado Renaud Lavillenie acababa de batir su r¨¦cord del mundo de salto con p¨¦rtiga con un salto de 6,16m al primer intento.

Lleg¨® el momento inevitable, esperado pero nunca deseado. Se acabaron para el zar Bubka, un atleta que construy¨® su vida m¨¢s all¨¢ del atletismo alrededor de un r¨¦cord de 6,15m que durante d¨¦cadas se crey¨® imbatible, uno de los muros infranqueables del atletismo (y hasta 6,15m exactamente mide el monumento que Donetsk le dedica a su gran hombre en una plaza de la ciudad), las preguntas recurrentes: ?Cu¨¢nto tiempo durar¨¢ tu r¨¦cord?, ?cu¨¢ndo alguien ser¨¢ capaz de batirlo? Ahora podr¨¢ responder: mi r¨¦cord, los 6,15m, ha durado exactamente 21 a?os menos seis d¨ªas, desde el 21 de febrero de 1993, desde que lo bat¨ª tambi¨¦n en Donetsk, mi capital, la capital del mundo de la p¨¦rtiga desde entonces.

Que Lavillenie, campe¨®n ol¨ªmpico en Londres, nacido en Charente y crecido en Clermont Ferrand, a la sombra del Puy de D?me, uno que tiene 27 a?os, mide 1,76m y pesa 69 kilos (qu¨¦ ligereza aparente, pero qu¨¦ velocidad y qu¨¦ fiereza, qu¨¦ fuerza para doblar la p¨¦rtiga de fibra de carbono) pod¨ªa batir su r¨¦cord ya se sab¨ªa desde hace tiempo, desde hace un a?o al menos con casi seguridad y con absoluta certeza desde hace un par de semanas, desde que el 31 de enero saltara como quien no quiere la cosa 6,08m en la ciudad polaca de Bydgoszcz, y fallara por muy poco sus tres intentos sobre 6,16m.

Ser¨¢ m¨¢s hermoso que lo bata en Donetsk, m¨¢s simb¨®lico, como si fuera la transmisi¨®n de un testigo, dijo la comunidad atl¨¦tica en ese momento, en la patria de Bubka, bajo la mirada severa del m¨¢s grande, de aquel que acab¨® siendo llamado m¨ªster cent¨ªmetro, pues bati¨® 35 veces su propio r¨¦cord mundial, al aire libre y bajo techo, que en sus tiempos eran tablas separadas (ahora se da una circunstancia mixta: para que una marca sea considerada r¨¦cord del mundo absoluto es indiferente que se bata al aire libre o en pista cubierta, pero a¨²n se mantiene la categor¨ªa separada de r¨¦cord al aire libre, a¨²n en poder de Bubka, con 6,14m logrados en la altura de Sestriere en 1994), siempre cent¨ªmetro a cent¨ªmetro.

Y as¨ª, como le reclamaba la afici¨®n, lo hizo Lavillenie, en Donetsk, y con una seguridad absoluta. ¡°Pese a todo, pese a todas sus marcas, atl¨¦ticamente Bubka no fue el mejor de su generaci¨®n. Los hab¨ªa m¨¢s r¨¢pidos y m¨¢s fuertes¡±, dice Jon Karla Lizeaga, el entrenador de Naroa Agirre. ¡°Pero no hab¨ªa ninguno con su mentalidad, con la capacidad de concentraci¨®n tan absoluta de Bubka, con su devoci¨®n al salto con p¨¦rtiga. Eso marc¨® la diferencia¡±. Y Javier Navas, el entrenador de Igor Bychkov, el mejor pertiguista espa?ol, emite un juicio similar sobre el franc¨¦s: ¡°No es el m¨¢s r¨¢pido, no es el m¨¢s fuerte, pero s¨ª es el m¨¢s valiente, el m¨¢s insensato en sentido positivo, el que menos piensa en las consecuencias de sus saltos. El pertiguista en estado puro¡±.

Pese a pasar 6,01m solo al tercer intento en Donetsk, Lavillenie, ¨²nico saltador que aguantaba en el concurso, pidi¨® inmediatamente 6,16, sin dudar. ¡°Tras su segundo salto, inmediatamente me gui?¨® un ojo y me dijo que iba a batir el r¨¦cord¡±, dijo su hermano Valentin, tambi¨¦n pertiguista de valor y tambi¨¦n espectador en Donetsk. Y tampoco dud¨® en su carrera de 21 pasos con una p¨¦rtiga con un agarre de 5,15 metros (distancia entre la punta y su mano) y de 14,3 de dureza que dobl¨® como si fuera de bamb¨² cuando la clav¨® a una velocidad de 9,85 m/s y a 4,40 metros de distancia del cajet¨ªn. Sali¨® volando, se dobl¨® impecable, se instal¨® en una nube de felicidad y en esa nube a¨²n segu¨ªa tiempo despu¨¦s. ¡°Y me va a hacer falta tiempo para descender a tierra. Era un r¨¦cord tan m¨ªtico¡­ Y ni he rozado el list¨®n¡±, dijo. Y en el palco, a Bubka, que tantas reglas del salto y normas t¨¦cnicas cambi¨® desde su puesto de vicepresidente de la IAAF para hacer m¨¢s complicada la especialidad para sus herederos, no le qued¨® m¨¢s remedio que aplaudir.

El muro Bubka era uno de los cuatro que el atletismo de los a?os 90 erigi¨® altos, imposibles. Ha sido el primero en caer gracias al impulso de un saltador apasionado y de ¡°apariencia humana¡±, como defini¨® a Lavillenie el propio Bubka. A¨²n resisten los 8,95m de longitud que Mike Powell salt¨® en 1991; los 2,45m de la altura de Javier Sotomayor en Salamanca en 1993 (aunque Bondarenko y Ukhov se est¨¢n acercando a saltos agigantados, y ya est¨¢n en 2,41m) y los 18,29m del triple de Jonathan Edwards que dura desde 1995, aunque con la sombra de Teddy Tamgho, 18,04m, cada vez m¨¢s cercana.