Los goles asientan a Bale
La mec¨¢nica de golpeo y el acierto compensan los problemas f¨ªsicos y dudas t¨¢cticas del gal¨¦s
Los aviones pesados necesitan una pista larga para poder despegar. Lo sabe Carlo Ancelotti, que planific¨® el partido contra el Schalke perfectamente consciente de que, ante sus defensas de cintura r¨ªgida y pensamiento lento, Gareth Bale encontrar¨ªa abundante espacio para avanzar hacia el ¨¢rea rival como quien levanta el vuelo y, una vez all¨ª, recuperar la fe a ca?onazos. Los dos goles del gal¨¦s en Gelsenkirchen confirmaron las sospechas del entrenador del Madrid y le ayudaron a cumplir con uno de los principales objetivos estrat¨¦gicos que le impon¨ªa el club. El establecimiento de uno de los fichajes m¨¢s caros de la historia como una pieza indiscutible en la alineaci¨®n titular se hab¨ªa convertido en misi¨®n prioritaria. Institucionalmente, el triunfo de Bale se hizo tan necesario como la clasificaci¨®n para cuartos de la Champions.
El 0-2 fue la gran obra de Bale en Alemania. Lo propici¨® Benzema, quien le rob¨® la pelota al central Santana antes de esconderla y entreg¨¢rsela a su c¨®mplice con un golpe de tobillo cargado de refinamiento. Bale se encontr¨® con el bal¨®n controlado y la v¨ªa que conduc¨ªa al ¨¢rea completamente despoblada. Santana y Kolasinac llegaron tan asfixiados a intentar taparla que se pasaron de frenada. Bale los enga?¨® con un cambio de peso, se llev¨® el bal¨®n a la derecha, luego volvi¨® a la izquierda, y, apenas perfilado, solt¨® el disparo al primer palo. Ancelotti celebr¨® el gol apretando los pu?os en la banda, con una rabia inusual en un hombre que somatiza las contingencias del f¨²tbol con moderaci¨®n. Hab¨ªa anunciado el s¨¢bado que esperaba que el muchacho recuperase ¡°la confianza¡± y as¨ª fue.
El segundo gol de Bale al Schalke (el 0-5 global) fue m¨¢s previsible que el primero, pero aliment¨® su notable cuenta individual. Suma 14 tantos, diez en Liga y cuatro en Champions. Un gol de media cada 134 minutos. Benzema, con una frecuencia parecida, ha metido 20 goles, uno cada 136 minutos de media esta temporada. Cristiano y Messi anotan cada 80 minutos y Diego Costa marca cada 107 minutos. Todos superan los 25 a?os. Jes¨¦, con 21 reci¨¦n cumplidos y apenas experiencia en Primera, insin¨²a una evoluci¨®n extraordinaria. El canterano ha metido ocho goles, uno cada 140 minutos, y lo ha hecho integr¨¢ndose en el equipo con tanta solvencia que durante los ¨²ltimos dos meses en las oficinas del Bernab¨¦u temieron que dejara fuera de la titularidad al propio Bale.
Bale solo pudo responder a la amenaza de Jes¨¦ metiendo goles. Su golpeo, limpio y violento, es el gesto perfecto de un especialista. Aislado del juego colectivo, sin embargo, esta mec¨¢nica puede resultar insustancial. Eso observaron durante semanas los t¨¦cnicos del club, con Ancelotti a la cabeza. Acostumbrado desde las categor¨ªas inferiores del Southampton a jugar con espacios por delante, Bale lleg¨® al Madrid sin dominar conceptos fundamentales. Apenas hab¨ªa usado la pierna derecha y sus movimientos en el campo obedec¨ªan a la intuici¨®n m¨¢s que a un trabajo sistematizado. Sus desmarques buenos se espaciaban en los partidos. Le costaba leer las jugadas si ¨¦l no era el v¨¦rtice de todas ellas y lo consum¨ªa la ansiedad cuando comprobaba que en Espa?a a la espalda de los defensas nunca hab¨ªa 50 metros para tirar el regate largo. Jes¨¦, con solo 20 a?os, comprend¨ªa y ejecutaba mejor. No solo lo pens¨® (y lo piensa) Ancelotti. As¨ª lo creen la mayor¨ªa de los compa?eros del Madrid, que ven a Jes¨¦ como un futbolista m¨¢s generoso en defensa y m¨¢s l¨²cido en ataque. Incluso sin la tremenda mec¨¢nica del golpeo de su competidor, el canterano sigue siendo el hombre que Ancelotti juzga t¨¦cnicamente superior.
Con su doblete ante el Schalke, respondi¨® a la amenaza de Jes¨¦
Las razones de pol¨ªtica de club pesaron en la relegaci¨®n de Jes¨¦ al banquillo en Alemania y, salvo accidente, le mantendr¨¢n all¨ª en el Calder¨®n el pr¨®ximo domingo. La decisi¨®n, conocida en el vestuario desde el martes, apag¨® el ambiente de la concentraci¨®n. El canario resulta estimulante para sus compa?eros. Bale, por contraste, constituye una presencia algo forzada. El brit¨¢nico ha vivido los ¨²ltimos meses palp¨¢ndose el cuerpo, inseguro de su condici¨®n f¨ªsica y de su capacidad para entender el juego. Frecuentemente le vieron ansioso, excesivamente responsabilizado, consciente de que deb¨ªa cumplir con las expectativas creadas por el precio de su compra, que, seg¨²n su agente, Jonathan Barnett, le sit¨²a, con 100 millones de euros, como al futbolista m¨¢s caro de la historia. Tan preocupado por cumplir que en el campo obraba con m¨¢s individualismo que Cristiano.
El chico era un mar de dudas hace solo una semana mientras Ancelotti acariciaba la idea de liberarle de las aprensiones brind¨¢ndole una buena oportunidad. Algo como 80 minutos frente a Santana y Kolasinac, dos defensas providenciales. Dos testigos, el mi¨¦rcoles, de lo que sucede cuando se conceden espacios para que Gareth Bale levante el vuelo.
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