Diego Costa apunta y dispara
El hispanobrasile?o firma un gol acrob¨¢tico y suma siete dianas en cinco encuentros
No es Diego Costa de aquellos que llama a la puerta dos veces. ?l irrumpe sin avisar. Descortes¨ªa para algunos, su exuberancia resulta una bendici¨®n para la hinchada del Atl¨¦tico, que a los dos minutos del duelo frente al Milan, casi sin tiempo para tomar asiento y hacer las primeras c¨¢balas, fue testigo de un instante para el recuerdo. De un vuelo cruyffiano. Como ya demostrase en San Siro, tiene Costa la virtud de congelar el tiempo. Anoche, enchufad¨ªsimo desde el principio, divis¨® un centro de Koke y no lo dud¨® ni un segundo. Ni dos, que fueron casi los que permaneci¨® suspendido en al aire para dibujar un remate acrob¨¢tico y perforar la puerta de Abbiati. ?l no avisa ni llama a la puerta. Si no le invitan a la fiesta y es preciso, la derriba.
La estampa, cargada de plasticidad, muy ic¨®nica, es de aquellas que no se olvida. Los aficionados, conscientes de ello, se revolvieron en las gradas y comenzaron a entonar el grito de guerra que le dedican cada partido a su artillero. Un incordio permanente para los zagueros del Milan, tambi¨¦n abrumados por ese fotograma que les pon¨ªa el duelo cuesta arriba desde el principio. Guerre¨® Costa como siempre, aprovechando su chasis de acero y una zancada demoledora que retrat¨® una y otra vez a Rami y Bonera cuando tomaba el esf¨¦rico y ten¨ªa metros por delante. Porque, adem¨¢s de maniobrar a su antojo en las alturas, el hispanobrasile?o genera miedo esc¨¦nico.
Le cost¨® el pase corto en su estreno con la selecci¨®n espa?ola; ¨¦l es un bisonte que prefiere la estampida
Llegaba enrabietado al encuentro tras un estreno complicado con Espa?a, la semana pasada frente a Italia. Sali¨® ese d¨ªa del Calder¨®n, su h¨¢bitat, con un regusto amargo. A¨²n no est¨¢ acostumbrado al pase corto y a ver desfilar el bal¨®n de un lado a otro. ?l es un bisonte que act¨²a por arrebatos, como si sintiera la amenaza de un depredador a la espalda que le obliga a engullir metros. Prefiere la estampida y el f¨²tbol a coraz¨®n abierto. Los espacios abiertos y el zigzagueo. Ya lo demostr¨® en San Siro, donde cabalg¨® por la pradera sin resuello y se invent¨® un desaf¨ªo a la gravedad apoyado en sus muelles.
Volvi¨® a hacerlo ante los rossoneri. Es este tipo de veladas, las noches de la alta alcurnia europea, las que consagran a los grandes futbolistas. Y Costa, un obrero portentoso que se forj¨® en Pucela y Vallecas, hizo m¨¦ritos para registrar su nombre en el imaginario del torneo. Por eso canaliz¨® casi todas las miradas. Tambi¨¦n la de Kak¨¢, una de esas estrellas que dieron lustre al evento continental, ahora de vuelta. Insistente para reclamarle la camiseta al de Lagarto camino del intermedio. Y es que desprende respeto. El suficiente como para dar una colleja amistosa a otro tipo duro como ¨¦l, el iracundo Balotelli. Apenas intimid¨® el goleador italiano, anoche est¨¦ril, anulado por completo gracias al desempe?o de God¨ªn y Miranda, dos sabuesos. En sus tres primeras acciones, se fue al suelo en dos.
Ha marcado en todos los duelos de la Champions: tres ante el Rapid, uno al Oporto y tres m¨¢s a los 'rossoneri'
Los focos eran para Costa, que en el segundo acto tuvo tiempo de trazar otro chut inalcanzable para Abbiati. Apunt¨® y dispar¨® con violencia. Un tiro muy cruzado, certero. Otro gol para su casillero. En esta edici¨®n de la Champions ha logrado un pleno al marcar en todos los partidos que ha disputado. Siete dianas en cinco encuentros. Dos en su estreno en Viena; otra m¨¢s contra el Rapid; un zarpazo contra el Oporto; y los tres asestados en el cruce con el Milan. El que despert¨® al p¨²blico ayer, el primero, una estampa que ser¨¢ eterna para las retinas de los seguidores del Atl¨¦tico.
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