El Bayern saca su orgullo

No hubo hero¨ªsmo ni exaltaci¨®n en el Allianz Arena. La clasificaci¨®n del Bayern para las semifinales fue celebrada de manera rutinaria: el deber cumplido. Sin la brillantez que se le supone, el conjunto b¨¢varo solo reaccion¨® cuando le pincharon, tanto en la ida como en la vuelta, imponiendo su velocidad de crucero y la explosividad de sus extremos, Rib¨¦ry y Robben, cuando m¨¢s lo necesitaba. Se hab¨ªa adelantado inopinadamente el Manchester United, un golazo de Evr¨¤, pero el equipo ingl¨¦s se disolvi¨® justo cuando se hab¨ªa destapado. Abierto el encuentro, el cuadro de Guardiola pas¨® el rodillo. Aunque fuese sin una chispa de creatividad, castigado por la inanidad de su jugador m¨¢s fantasioso, G?tze, v¨ªctima el equipo de Pep de la responsabilidad de haber sentido tan favorito en la eliminatoria. Agarrado al pragmatismo, el campe¨®n sigue en carrera.

La foto fija de la primera parte qued¨® congelada en la ¨²ltima acci¨®n: todo el Mancheser metido en su ¨¢rea y el disparo a la grada de Boateng con la zurda despu¨¦s de una secuencia de pases tan previsibles como anodinos del Bayern. Ah¨ª estaba la gracia de este primer periodo: el equipo con prisas por jugar era el b¨¢varo, a pesar de su ventaja en la eliminatoria (el valor doble en caso de empate del 1-1 la semana anterior en Old Trafford). El United, en cambio, estaba encantado del tiempo sin nada que contar, confiando en que su oportunidad aparecer¨ªa tarde o temprano.

Para cubrir las bajas del medio del campo (Thiago, Schweinsteiger y Javi Mart¨ªnez), Guardiola opt¨® por unir a los centrocampistas disponibles: Kroos y M¨¹ller, con Mario G?tze por delante. Sin embargo, la posici¨®n de mediocentro tiene mucho de espec¨ªfica, no sirve cualquiera. No hubo fluidez en la distribuci¨®n del bal¨®n y Guardiola, a falta de 10 minutos para el final de la primera parte, orden¨® un cambio t¨¢ctico: avanz¨® a la medular a Lahm, que hab¨ªa empezado en el lateral derecho, dejando esa zona al central Boateng. Era la manera de expresar Guardiola su disconformidad.

La segunda parte arranc¨® por la misma direcci¨®n, jalonada por una volea de Mandzukic sosobre los genitales de Vidic, el primer remate amenazante del delantero croata. No hubo noticias de G?tze ni de M¨¹ller. Y empez¨® a estirarse el United a trav¨¦s de Kagawa y Valencia. El centro del ecuatoriano desde la derecha se enrosc¨® saliendo hacia fuera del ¨¢rea b¨¢vara. Se alejaba aparentemente el peligro, un espejismo. Apareci¨® Evr¨¤ en la frontal y empal¨® a bote pronto un tirazo que adquiri¨® velocidad hasta entrar por la escuadra izquierda de Neuer.

Al igual que Old Trafford, el Bayern tir¨® de orgullo y explot¨® por los costados, encontrando los espacios perdidos en toda el tiempo anterior. Primero fue Rib¨¦ry por la izquierda: su centro lo cabece¨® acrob¨¢ticamente Mandzukic, retorci¨¦rdose para enviar muy enrevesada la pelota. Matthias Sammer abraz¨® a un Guardiola desencajado, tratando el catal¨¢n de transmitir en alem¨¢n la desesperaci¨®n de los momentos anteriores.

El partido hab¨ªa entrado en una nueva fase, mucho m¨¢s imprevisible. Y Robben entr¨® por el otro lado. A su centro raso y corto con la diestra acudi¨® M¨¹ller para marcar. En ambos tantos muniqueses se hab¨ªa despistado Evr¨¤, precisamente el autor precisamente del magn¨ªfico gol del Manchester. Las arrugas se le marcaron en el rostro a David Moyes, que dio paso a Chicharito en un toque de corneta para el cuarto final: Rooney, Wellbeck y el mexicano en el ataque.

Pero, claro, a menos jugadores defensivos ingleses, m¨¢s aire para el Bayern. Demasiado para Robben. En su t¨ªpica carrera en pararelo a la l¨ªnea del ¨¢rea grande, buscando el ¨¢ngulo para disparar, la suerte le acompa?¨® al desviar su tiro la pierna de Vidic justo junto al palo derecho de De Gea. Guardiola, ahora s¨ª, esboz¨® una leve sonrisa. Al campe¨®n, como m¨ªnimo, se le exig¨ªa llegar otra vez a las puertas de la final.