El miedo, el miedo
Purito Rodr¨ªguez sufre como nunca la dureza de las etapas con lluvia y peligro, mientras el alem¨¢n Kittel se impone al sprint
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El miedo es el efecto embudo que espectadores animosos con pelucas, o tintes, rosa Giro y paraguas en la mano, creaban bajo la lluvia fr¨ªa y oscura cinco horas seguidas en las carreteras estrechas de la costa del Atl¨¢ntico Norte, donde los gigantes irlandeses, que no ser¨ªan los m¨¢s grandes, pero s¨ª los m¨¢s inteligentes, crearon con rocas volc¨¢nicas una calzada colgada sobre las olas, all¨ª arriba; el miedo son los ojos de gato, las luces empotradas entre la l¨ªnea discontinua de las calzadas entre las que zigzagueaban los corredores, inseguros, con el pelot¨®n lanzado tras una fuga en la que un sobrino de Edgar Condorito Corredor, de Sogamoso (Boyac¨¢), el gran colombiano de los a?os ochenta, llamado Jeffry Romero, se esforzaba por esprintar in¨²tilmente en las cotas de cuarta ante un holand¨¦s pura potencia que es el primer rey de la monta?a; el miedo es el vaho en las gafas, los guantes de goma impermeables sobre los guantes habituales, los chubasqueros que sobraban y faltaban seg¨²n le diera a la lluvia por molestar, los chillidos, los chirridos de los frenos y las maldiciones de los ca¨ªdos; el miedo es el miedo a todo eso; el miedo es Jonathan Castroviejo, lamentando no haber podido servir bien a su querido Nairo en la contrarreloj por equipos, no haber sido capaz, tanto se le hab¨ªa multiplicado el trabajo, de no estar delante al final para protegerle del viento de cara; el miedo es Purito, marchando visiblemente a cola de pelot¨®n toda la etapa (ganada por el alem¨¢n Kittel al sprint)y llegando p¨¢lido a la meta, en el ¨²ltimo tercio del pelot¨®n, y repitiendo: ¡°Esto es muy duro, esto es muy duro¡±. El miedo es adrenalina derrochada y desgaste. Esto es el Giro de Belfast.
La semana final ser¨¢ su terreno¡±, afirma Arrieta, director de Nairo Quintana
¡°El miedo, el miedo¡±, repite en la salida, bajo la lluvia que no cesa en este rinc¨®n del mundo, Jos¨¦ Azevedo, el director del Katusha de Purito, que analiza desde esa ¨®ptica la pobre prestaci¨®n de su equipo y del favorito catal¨¢n en la contrarreloj por equipos, y no desde la de una posible mala forma. ¡°Justo cuando ¨ªbamos a salir empez¨® a llover y en las primeras curvas empezaron a patinar todas las bicicletas, as¨ª que, por miedo, por precauci¨®n, y recordando las ca¨ªdas de Purito en las Ardenas, por miedo a que volviera a caerse, le dijimos que no se arriesgara lo m¨¢s m¨ªnimo, que se quedara a cola¡ Luego tuvimos la mala suerte de la ca¨ªda de Gusev, tuvimos que esperarle y perdimos m¨¢s tiempo del que pens¨¢bamos. Pero Purito est¨¢ bien, sin problemas. Y el Giro es muy largo¡±. Roberto Amadio, el director del Canondale de Basso, da la raz¨®n a su colega portugu¨¦s. ¡°Fue terrible el momento del diluvio. A todos los m¨ªos les patinaban las ruedas en los descensos. Bajaban clavados: si yo a pie habr¨ªa bajado m¨¢s r¨¢pido que ellos¡¡±, dice Amadio. ¡°As¨ª que comprendo perfectamente las precauciones de Purito¡±.
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Azevedo se esfuerza, adem¨¢s, en que no cuaje la idea que Purito a¨²n sufre de las secuelas de las ca¨ªdas, que le impidieron entrenarse las ¨²ltimas semanas como le habr¨ªa gustado pues sufr¨ªa dolor en las costillas al respirar profundo. Ese miedo lo puede ahuyentar, pero no la realidad de que el primer d¨ªa perdi¨® casi minuto y medio con dos de los grandes favoritos: el miedo a que sea demasiado.
As¨ª lo piensa Valerio Piva, quien fue su director cuando perdi¨® el Giro por 16s ante Hesjedal en 2012 y que ahora dirige a uno de sus grandes rivales, Cadel Evans. ¡°S¨ª, queda mucho Giro¡±, dice Piva, ¡°pero Purito no es uno que pueda marcar grandes diferencias en las etapas de monta?a. Purito no es un Contador capaz de atacar de lejos y romperlo todo, como hizo, justamente, para ganarle a Purito la Vuelta del 12. Purito es c¨¢lculo, segundos por aqu¨ª, segundos por all¨¢. Perdi¨® aquel Giro por segundos porque nunca tuvo minutos que remontar¡±. Parecer¨ªa, pues, que todo est¨¢ perdido, pero no piensa as¨ª, no se f¨ªa, Jos¨¦ Luis Arrieta, el director de Nairo, el otro duelista que en la contrarreloj perdi¨® casi un minuto con Evans y Ur¨¢n. ¡°Purito es siempre peligroso¡±, dice Arrieta. ¡°Solo hay que recordar la ¨²ltima semana del ¨²ltimo Tour, c¨®mo arrancaba de lejos tambi¨¦n. Y la ¨²ltima semana del Giro ser¨¢ ya todo su terreno¡±.
Kittel entra en el club del triple
Adelant¨¢ndose en un d¨ªa a su cumplea?os (m¨¢s religioso fue Tuft, que se visti¨® de rosa el viernes, el d¨ªa que cumpli¨® 37), pues hoy cumple 26 a?os, y con un aire excesivo de d¨¨ja-vu, una etapa peligrosa y un final limp¨ªsimo, Marcel Kittel, el monstruo teut¨®n de la espectacular melena rubia, gan¨® el primer sprint del Giro, tal como hace 10 meses lo hab¨ªa hecho en la primera del Tour, aquella de Bastia en la que el autob¨²s del Orica se qued¨® clavado en la l¨ªnea de llegada entre la pancarta y el asfalto.
Como el alem¨¢n, que como los vikingos de Ast¨¦rix no parece conocer el miedo, tambi¨¦n gan¨® la ¨²ltima etapa del Tour pasado (en los Campos El¨ªseos, su cuarto triunfo de la carrera, el que supuso la desmoralizaci¨®n definitiva de Cavendish), consigue as¨ª, en Belfast, ante el ayuntamiento eduardiano de c¨²pulas cobrizas que parecen huevos de pascua, la gesta nada despreciable de imponerse consecutivamente en sus dos ¨²ltimos sprints disputados en las grandes vueltas. Mientras, media Italia so?aba con un revival incre¨ªble del viejo Petacchi, que si hubiera ganado o terminado segundo se habr¨ªa puesto de l¨ªder, y la otra media, la de la renovaci¨®n, quer¨ªa creer en Elia Viviani, el espr¨ªnter del futuro, quien a¨²n no ha podido ganar una volata en una gran ronda.
Kittel no corri¨® la Vuelta pasada, pero s¨ª la de 2011, el a?o de su debut en el profesionalismo, y lo hizo con una victoria de etapa, en Talavera de la Reina, por lo que con el triunfo de Belfast, el espr¨ªnter del Giant, quien remont¨® en 300 metros una docena de puestos como un b¨®lido por un pasillo abierto a la izquierda de la recta, entra de este modo en el club del triple, donde solo se admite a los mejores.
Y un australiano, el alegre Michael Mathews, como estaba previsto, empez¨® a vestir la maglia rosa con tres segundos de diferencia con su compa?ero canadiense Tuft.
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