Nadie puede con Guttmann
En 1962, el t¨¦cnico, despu¨¦s de romper su contrato con el Benfica, predijo: "De aqu¨ª a 100 a?os no vencer¨¢ una copa europea sin m¨ª", una 'maldici¨®n' que a¨²n perdura
Le llamaban O Feiticeiro (El Hechicero) y no deja de honrar ese apodo por m¨¢s que lleve casi 33 a?os enterrado en un cementerio de Viena. Hace un par de meses los dirigentes del Benfica inauguraron una monumental estatua suya en la puerta 18 del estadio Da Luz. Dos metros de bronce y dos Copas de Europa, una en cada mano, contemplan a Bela Guttmann (Budapest, 1900¨C Viena, 1981). La idea parti¨® del embajador h¨²ngaro en Portugal y en teor¨ªa quer¨ªa honrar al estratega que gui¨® al mejor Benfica de la historia. Solo el gran Eusebio y el malogrado Miklos Feher, cuya muerte sobre el campo en un partido contra el Vitoria de Guimaraes hace 10 a?os conmocion¨® al f¨²tbol luso, gozan de semejante consideraci¨®n escult¨®rica. Surgieron voces que reclamaron que antes de Guttmann otros mitos merec¨ªan el recuerdo, pero pronto se acallaron. Todos sab¨ªan que el homenaje albergaba una doble intenci¨®n por m¨¢s que desde el club advirtieran: ¡°No queremos exorcizar nada¡±.
Pero el embajador, Norbert Konkoly, les hab¨ªa expuesto una soluci¨®n para neutralizar el mayor conjuro del hechicero. Despu¨¦s de tres a?os en Lisboa, Konkoly no dejaba de darle vueltas a aquella maldici¨®n de su compatriota, un legado que databa de 1962. Tras superar al Barcelona en la m¨ªtica final de los postes cuadrados, el Benfica hab¨ªa renovado su cetro continental en un duelo contra el Real Madrid que se interpret¨® como el inicio de un hist¨®rico cambio de guardia. Todo apuntaba a una victoriosa saga benfiquista de la mano de un entrenador al que se le atribu¨ªa tambi¨¦n la visi¨®n y la perspicacia de haber captado en Mozambique al nuevo dominador del f¨²tbol mundial, Eusebio. Crecido como estaba, tras superar al Madrid en la final de ?msterdam pidi¨® una generosa bonificaci¨®n. Los directivos del Benfica se remitieron al contrato firmado y Guttmann lo rompi¨® dejando una sentencia sobre la que sobra leyenda y falta concreci¨®n, pero que no deja de resonar. Su gran embrujo. ¡°De aqu¨ª a cien a?os ning¨²n equipo portugu¨¦s ganar¨¢ dos veces seguidas la copa de los campeones y el Benfica no vencer¨¢ una copa europea sin m¨ª¡±, dijo antes de abandonar el club lisboeta.
En 1965 fue v¨ªctima de su propio castigo al caer ante el Manchester United en los cuartos de final de la Copa de Europa
La maldici¨®n mantiene su vigencia con dolorosa persistencia para el Benfica, que sum¨® en Tur¨ªn ante el Sevilla su octava final europea perdida desde aquel verano de 1962. ¡°Quiz¨¢ la clave est¨¢ en la coletilla final del sin m¨ª¡±, dedujo Konkoly ante los directivos lisboetas. Nadie le desdijo y Laszlo Juhos, un escultor h¨²ngaro, recibi¨® un encargo. ¡°Me pidieron que la estatua homenajeara a Guttmann y si de paso rompemos la maldici¨®n, mucho mejor¡±, explic¨® al entregar su obra. Juhos matiza que trat¨® de plasmar en bronce la personalidad de un talento obstinado e innovador, un tipo que remite a una ¨¦poca de motivadores estrategas como su contempor¨¢neo Helenio Herrera. ¡°Siempre me interes¨® m¨¢s que el ataque haga goles que obligar a la defensa a no sufrirlos¡±, se vanagloriaba Guttman. Su ideario se resum¨ªa en la sencillez: ¡°Si el bal¨®n no es m¨ªo, marco; si es m¨ªo, me desmarco¡±, esgrim¨ªa a modo de presentaci¨®n. El antisemitismo le oblig¨® a ser un n¨®mada y cuando pudo echar ra¨ªces decidi¨® que su vida era itinerante. Antes de llegar al Benfica hab¨ªa trabajado como profesor de danza cl¨¢sica en Estados Unidos, jugado en seis equipos y entrenado a catorce. Despu¨¦s de 1962 trabaj¨® para siete m¨¢s, incluido el propio Benfica, donde regres¨® tres a?os despu¨¦s para ser v¨ªctima de su propio castigo al caer ante el Manchester United en los cuartos de final de la Copa de Europa. Se sent¨® en banquillos de Hungr¨ªa, Holanda, Ruman¨ªa, Italia, Argentina, Chipre, Brasil, Austria, Grecia, Suiza o Uruguay. ¡°Tras dos a?os en un equipo todo se le complica a un t¨¦cnico¡±, apuntaba en una concepci¨®n ef¨ªmera de los ciclos de trabajo con la que con el tiempo se ha querido identificar a Jos¨¦ Mourinho. ¡°Un t¨¦cnico ¨Cdec¨ªa- es como un le¨®n. Domina al grupo porque demuestra confianza, pero cuando en sus ojos aparecen las primeras se?ales de miedo est¨¢ perdido¡±.
Guttmann cerr¨® su carrera en el Oporto, con 74 a?os. Pero donde contin¨²a latiendo es en el Benfica. En mayo de 1990 gran parte de la comitiva benfiquista que acudi¨® a Viena a disputarle la final de la Copa de Europa al Mil¨¢n acudi¨® a orar ante los restos de su viejo entrenador. El gran Eusebio se arrodill¨®, por su mejilla asomaron las l¨¢grimas. Horas despu¨¦s el Benfica cay¨® 1-0. Como ayer en Tur¨ªn, con la misma crueldad con la que el Chelsea le super¨® hace hoy un a?o en el tiempo de descuento. Pionero, insolente, carism¨¢tico, ego¨ªsta, impertinente, bohemio, cham¨¢n¡ Nadie puede con Guttmann.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.