Todo resulta mucho m¨¢s doloroso
Los ganadores llevaron siempre la iniciativa sicol¨®gica, independientemente de lo que dijese el marcador
El Madrid se atasc¨® en el momento m¨¢s inoportuno. En un partido donde el Maccabi llev¨® casi siempre la iniciativa sicol¨®gica, fundamental en este tipo de partidos, perdi¨® una nueva oportunidad de coronarse. El tercer intento en las ¨²ltimas cuatro temporadas tambi¨¦n result¨® fallido, aunque en esta ocasi¨®n, todo resulta mucho m¨¢s doloroso. En Barcelona 2011 se consider¨® ya un ¨¦xito simplemente el llegar despu¨¦s de muchos a?os alejado de la ¨¦lite europea, y casi ni compiti¨®. Dos a?os m¨¢s tarde, en Londres, dio un pasito m¨¢s alcanzando la final. La derrota se tom¨® como una lecci¨®n necesaria que completar¨ªa el necesario ciclo de formaci¨®n. Con las ense?anzas recibidas, los ajustes realizados y el salto cualitativo que ha dado este a?o su juego, hab¨ªa unanimidad en se?alar que hab¨ªa llegado la hora.
Pero tendr¨¢ que esperar. El Maccabi fue superior pues manej¨® mejor los tiempos, fue de menos a m¨¢s y dej¨® que al final, como ocurri¨® ante el CSKA, fuese Rice el que se hiciese el amo del cotarro. El base del Maccabi estuvo espectacular, super¨¢ndose con el paso de los minutos hasta convertirse en la pieza clave de la victoria amarilla. Ni siquiera le afect¨® el haber errado el tiro ganador al final del tiempo reglamentario. En la prorroga sigui¨® mandando, asistiendo, anotando y superando una y otra vez la defensa del Real Madrid, que no supo como hincarle en diente en ning¨²n momento. No s¨®lo eso, sino que adem¨¢s del destrozo que hizo en la defensa blanca, Rice consigui¨® meter en problemas de personales a Sergio Rodr¨ªguez, al que atac¨® una y otra vez con ese objetivo. Cuando lleg¨® el momento cumbre del partido, Sergio no tuvo la continuidad necesaria y termin¨®, como su equipo, desesperado.
Como ocurri¨® en la semifinal, al Madrid le cost¨® calentar motores. Salvo Rudy, hiperactivo como acostumbra desde el minuto uno, la salida fue algo fr¨ªa, con problemas para evitar los destrozos que provoca Schortianitis y tambi¨¦n para leer las diferentes defensas trampa que pon¨ªa sobre la pista el astuto David Platt. El partido ya ped¨ªa la salida de Sergio Rodr¨ªguez, pero el que pis¨® el parquet primero fue Felipe Reyes, lo que tuvo un efecto saludable. Durante unos cuantos minutos volvimos a ver al Madrid de la semifinal, r¨¢pido, certero y defensivamente eficaz. Tanto como para colocar un 19-2 de parcial. Pero la entereza moral del Maccabi, alentados por los casi 10.000 forofos que le siguieron hasta Mil¨¢n, no fue la del Barcelona. Poco a poco fueron apareciendo Rice, Devin Smith, Hickman y se comenzaron a atisbar los problemas del Madrid. Fragilidad en los rebotes, Rudy apag¨¢ndose poco a poco, dificultad para conectar al juego a Mirotic y Llull, o una creciente falta de claridad para atacar la defensa israelita, que ense?aba zonas que luego no eran, cambiaba constantemente de hombres para evitar que el Madrid sacase ventaja alguna en los bloqueos y, ante cualquier atisbo de verse superados, no dudaban en cargarse con una falta personal.
A partir del segundo tiempo comenz¨® un ejercicio casi ag¨®nico de supervivencia por parte del Madrid. Su defensa hac¨ªa demasiadas aguas, atac¨® con m¨¢s coraz¨®n que cabeza y cada canasta le costaba un mundo. El ¨²nico lugar donde luc¨ªa tranquilidad era en el tiro libre, pero le faltaba su chispa habitual y las caras se iban tensando cada vez m¨¢s. Todo lo contrario que el Maccabi, que a cada minuto que pasaba crec¨ªa su ¨¢nimo y con ¨¦l la confianza y el acierto. Lleg¨® la ruleta final y Rice fall¨® un tiro ganador. Por primera vez en la historia, hab¨ªa prorroga en una final pero para entonces al Madrid ya se le ve¨ªa superado por el rival, el ambiente y la tensi¨®n al ver escaparse la oportunidad so?ada. Rice se hizo amo del bal¨®n, Tyus de los tableros y el Maccabi, el equipo que hab¨ªa llegado con piel de cordero pero escondiendo un coraz¨®n de lobo, termin¨® d¨¢ndose un merecido fest¨ªn.
El vaparalo es enorme, pues con toda la raz¨®n, la ilusi¨®n y confianza en el equipo se hab¨ªa disparado. Pero es lo que tiene una competici¨®n como la Euroliga, que te obliga a no tener un mal d¨ªa en el fin de semana clave. Despu¨¦s de una gran ascensi¨®n y en el ¨²ltimo pelda?o, el Madrid tropez¨®. Los jugadores del Maccabi superaron a los madridistas, el laboratorio de Blatt funcion¨® mejor que el de Laso y en las gradas la relaci¨®n era casi de 10 a 1 en contra. Con estas premisas, el resultado se puede considerar como una coherente consecuencia.
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