El viaje de la ilusi¨®n
Camino de Lisboa, la carretera se convierte en una extensi¨®n de la final en la que se cruzan madridistas y atl¨¦ticos
Coloc¨® la camiseta de Ra¨´l y la bufanda negra del centenario en la mochila como quien coloca un preciado bot¨ªn y, de paso, dej¨® una dulce mueca en su rostro. Y a la seis de la ma?ana, arranc¨® la furgoneta.
"La ilusi¨®n con la que me he levantado hoy es tremenda" cuenta el burgal¨¦s Fern¨¢n Labajo, de 26 a?os. "Conseguir la Champions rodeado de unos amigos en la ciudad de la final ser¨¢ algo indescriptible". Este periodista, en paro desde hace dos a?os, viaja sin entrada desde Plasencia, con cinco amigos. El trayecto lo hace en una furgoneta blanca. "Si te parece la cojo rojiblanca", responde con sorna. Desde este municipio, a unos 250 kil¨®metros de Madrid y de unos 45.000 habitantes, saldr¨¢n, tambi¨¦n, diez autobuses con destino Lisboa.
Como ellos, alrededor de 60.000 aficionados colchoneros y merengues han atravesado, desde primera hora de este s¨¢bado, las carreteras extreme?as, seg¨²n ha informado la DGT.
Antes de que llegara el sol a las encinas que bordean la A5, sal¨ªa desde C¨¢ceres el fot¨®grafo Adri¨¢n L¨°pez, de 36 a?os. "Del Atleti, claro". Viaja solo. Y, como miles y miles, sin pase para la final. "Estoy de los nervios", dice mientras reposta en una gasolinera a las afueras de su ciudad. En su luna trasera le acompa?a una camiseta, planchad¨ªsima, con el n¨´mero 14. El nombre: Simeone.
"En Portugal la gasolina est¨¢ mucho m¨¢s cara, por eso hoy creemos que pararan centenares de aficionados", cuenta uno de los empleados del ¨¢rea de repostaje.
Pocos cristales estaban sin bufandas y banderas de los equipos. Pero, si el asfalto dictara sentencia, sin lugar a dudas, el conjunto colchonero ha ganado. Al menos, en lo visual.
"Atleeeeti, Atleeeeeti" y "A por ellos, oe, a por ellos oe", coreaban cinco aficionados desde un turismo en un ¨¢rea de servicio.
- "Como no te voy a querer, como no te voy a querer", respond¨ªan tres hinchas blancos desde otro.
El buen ambiente se ha percibido en todo el trayecto y adelantar a uno de los tuyos se correspond¨ªa con un simp¨¢tico repique de claxon. En las ¨¢reas de descanso, los desayunos simulaban aut¨¦nticas partidas de mus. En el rostro estaba todo. Miradas graciosas, desafiantes, sabedoras de un gran duelo. Y las camisetas, impolutas. Cristiano. Gabi. Bale. Simeone. Ramos. Koke. Zidane. Juntos. Revueltos. Listos. Al cruzar Portugal, el peaje ha llamado a la puerta. Y, quiz¨¢s ah¨ª, para muchos, haya comenzado el partido. La espera, de unos 30 minutos a las diez de la ma?ana, se convirti¨® en un baile de c¨¢nticos entre turismos, motoristas y furgonetas. Mientras, decenas de autobuses hac¨ªan cola en su carril. Afuera, gritos, canciones, rugidos de motor. Adentro, los hinchas, que fotografiaban el momento. Golpes de cristal en las ventanillas. Bufandas al alza. M¨¢s banderas. M¨¢s c¨¢nticos. Entre tanto, una empleada de peaje sonre¨ªa. Y disparaba:
- Bon d¨ªa, est¨¢ en Portugal. Mucha Suerte.
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