El Giro encuentra su patr¨®n
Etapa y 'maglia rosa' para Nairo Quintana que aisl¨® a Rigoberto Ur¨¢n en el descenso del Stelvio y lo remat¨® en la subida final
A cada curva de la carretera cambiaba el paisaje, y hab¨ªa centenas de curvas, y cada paisaje llevaba impreso el recuerdo de una pel¨ªcula, siempre con una monta?a de fondo, gris y blanca, y rozando las nubes. Prados con margaritas a lo 'Heidi'; lomas oscuras como Mordor, y fumarolas surgiendo entre los abetos; y pasajes siniestros como en 'Sonrisas y l¨¢grimas', o sombr¨ªo Stelvio, poblado de torvos le?adores tristes, como el Stelvio del relato de Thomas Bernhard¡ Pero cuando Nairo Quintana, moreno, tan oscuro, se elevaba sobre la bicicleta y pedaleaba ligero en la ¨²ltima subida a Val Martello, un puerto casi austriaco, con bosques donde viven osos pardos y vuelan ¨¢guilas soberbias, el paisaje que le rodeaba no pod¨ªa ser otro que el de 'La gran ilusi¨®n', la cercan¨ªa de la frontera, la libertad al otro lado, la victoria. Detr¨¢s, muy lejos, los derrotados. Ur¨¢n hundido en rosa, por encima de todos. El Giro, al fin, en la tercera semana, en los cap¨ªtulos en los que todo el relato debe hallar su sentido, encontr¨®, al fin su patr¨®n. M¨¢s que su patr¨®n, su maestro, m¨¢s italiano, si se puede, que los mismos italianos. Lo hizo en las monta?as m¨¢s altas, en el Gavia y en el Stelvio, entre la nieve y el miedo, donde nacen los campeones, siempre solos.
Clasificaciones
ETAPA:
1. Nairo Quintana (COL, MOV)????????? 4h 42m 35s
2. Ryder Hesjedal (CAN, GRM)?????????????????????? a 8s
3. Pierre Rolland (FRA, EUC)???????????????? a 1m 13s
22. Mikel Landa (ESP, AST)????????????????? a 14m 08s
GENERAL:
1. Nairo Quintana (COL, MOV)????????? 68h 11m 44s
2. Rigoberto Ur¨¢n (COL, OME)??????????????? a 1m 41s
3. Cadel Evans (AUS, BMC)?????????????????? ? a 3m 21s
19. Jos¨¦ Herralda (ESP, MOV) ? ? ? ? ? ?? a 39m 04s
Hace un par de meses, cuando, para conocer c¨®mo se corre en Italia, su equipo le hizo participar en la Tirreno-Adri¨¢tico, donde lo derrot¨® Contador, tan poco le gust¨® a Quintana el estilo componedor con que en Italia se manejan y deciden las carreras, que una noche le dijo a su director, Jos¨¦ Luis Arrieta, que iba a llamar al jefe del Movistar, a Eusebio Unzue, para decirle que le borrara del Giro, que ¨¦l ni loco correr¨ªa esa carrera en Italia, donde las motos deciden m¨¢s que las bicicletas, y los helic¨®pteros¡ Arrieta, sabio y experto, uno que debut¨® pr¨¢cticamente como ciclista como gregario de Indurain en el Giro del 93, se lo impidi¨®. Le dijo que se trataba de aprender, no de quejarse, y terminada la Tirreno se subi¨® con ¨¦l a hacer turismo a los Dolomitas. Vieron del Giro los puertos que la nieve les dej¨®, pero vieron, y estudiaron, sobre todo, el descenso del Stelvio (no todo, nos sus 27 kil¨®metros hacia Bolzano y sus 48 curvas de herradura diab¨®licas) y la subida irregular y dura a Val Martello. Desde aquel d¨ªa, nada de lo que Quintana ha hecho en el Giro del que ahora es l¨ªder s¨®lido (1m 41s, al segundo, Ur¨¢n; 3m 21s al tercero, Evans, y luego, muy pegaditos, muy igualados, los j¨®venes que siguen aprendiendo el sufrimiento: Rolland, Majka, Aru, Kelderman, y el veterano Pozzovivo, irredento) ha sido fruto del azar, sino de la planificaci¨®n, salvo, evidentemente, las toses que acompa?an sus actos de esfuerzos, los mocos pegajosos que no logra que su nariz deje de fabricar, la fiebre que le dobl¨® unos d¨ªas, las ca¨ªdas¡ La v¨ªspera ya lo dijo a medias: habl¨® de Pierre Rolland, que ser¨ªa su aliado circunstancial porque es el ¨²nico que se atreve a atacar de lejos, ya habl¨® de la dificultad del descenso del Stelvio, de la necesidad de que no se amputara la etapa pese a la nieve y el hielo, y el miedo.
El Giro tan ambiguo, tan borroso como la bruma que juega al escondite en todos los valles dolom¨ªticos a todas horas, buscaba su patr¨®n y, llegadas las monta?as verdaderas, lo encontr¨® antes incluso de vestirlo de rosa. Lo encontr¨® en el Gavia y en el Stelvio, donde el Movistar asumi¨® la absoluta responsabilidad de la etapa para aislar a Ur¨¢n, tan solo; lo volvi¨® a ver en el pol¨¦mico descenso del Stelvio, donde Quintana, su magro pecho protegido bajo la ropa por las hojas rosas de una Gazzetta, se lanz¨® tras Rolland y Hesjedal acompa?ado de su incre¨ªble Gorka Izagirre, mientras, escudados en una malinterpretaci¨®n interesada de los consejos del Giro ("habr¨¢ motos en los seis primeros tornantes de la bajada para indicar el peligro con banderas rojas"), bajaron prudentemente el resto de corredores, confiados en una inexistente neutralizaci¨®n. Y lo encontr¨®, sobre todo, en los 30 fant¨¢sticos ¨²ltimos kil¨®metros, en los que Quintana, una vez que Izagirre, un tipo recto sobre todas las cosas que lleva siempre sus acciones hasta sus ¨²ltimas consecuencias, se apart¨® agotado, se encarg¨® ¨¦l solo de tirar de Hesjedal y Rolland, los ¨²nicos que aguantaban su rueda, y de mantener las distancias, siempre rondando 1m 40s, con el grupo de Ur¨¢n, en el que Landa, tremendo trabajador para Aru, y Rogers, espl¨¦ndido para Majka, se dejaron todo. Pudo Quintana contra todos y pudo m¨¢s a¨²n en su terreno, en los ¨²ltimos kil¨®metros de la subida, en los que multiplic¨®, alado, ligero, las diferencias y remat¨® esprintando bajo la pancarta, con golpe de ri?ones, sin tiempo ni fuerzas para levantar siquiera los brazos.
¡°La clase no se pierde¡±
En la meta, donde no llov¨ªa, Aru casi lloraba y Quintana tos¨ªa y tos¨ªa. Y Aru, pese a la derrota, estaba emocionado, casi maravillado. Acababa de terminar entero, y fuerte, y solo tiene 23 a?os, la etapa m¨¢s dura de su vida (solo 136 kil¨®metros, la mitad de subida, la mitad de bajada, corridos a 28 de media¡), con fr¨ªo y con nieve. Hab¨ªa sobrevivido, se sent¨ªa fuerte, y por eso dijo: ¡°Todo el pelot¨®n ha sido admirable, hasta los que lleguen a 45 minutos; todos son campeones que han luchado, que han corrido, en condiciones cr¨ªticas¡±.
Y el m¨¢s campe¨®n de todos, quiz¨¢s, el hombre que no tuvo miedo bajando y mostr¨® un car¨¢cter indomable subiendo fue Quintana, quien entre toses se reivindic¨®, por supuesto, porque es un campe¨®n pleno de orgullo al que no le gusta que se dude de su capacidad. "?Que si con esta maglia he ratificado mi segundo puesto del Tour?", se extra?¨® el colombiano, de solo 24 a?os, ante una pregunta.
¡°Por supuesto que lo ratifica. Todos los resultados que he hecho este a?o, segundo en Tirreno, quinto en Catalu?a, ratifican el tipo de corredor que soy. Ser segundo en el Tour no fue una casualidad. Y he conseguido ya la camisa rosa, cuando mucha gente me ve¨ªa fuera de competici¨®n. Pero la clase no se pierde¡±.
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