Urgencias en Ferrari
La tarea inmediata de Mattiacci, nuevo director en lugar de Domenicali, es crear un gran equipo entre sus ingenieros
Ferrari lleva sin ganar el t¨ªtulo de pilotos desde que Kimi Raikkonen lo consigui¨® hace siete a?os, en 2007, y a menos que medie un milagro los tifosi deber¨¢n esperar, como m¨ªnimo, otra temporada para tener alguna opci¨®n de volver a celebrarlo. La presi¨®n que se vive en la marca del cavallino es muy superior a la de cualquier otro equipo por todo lo que significa en la f¨®rmula 1. Me atrever¨ªa a decir que Ferrari es una bandera para cualquier italiano que viva fuera del pa¨ªs como lo son el Papa o la selecci¨®n nacional de f¨²tbol. En estos momentos, la escuder¨ªa de Maranello atraviesa un periodo delicado en el que los ¨²ltimos resultados pueden llevar a cuestionar sus m¨¦todos. Para evitar que eso ocurra en mayor medida se ha elegido a Marco Mattiacci, sustituto de Stefano Domenicali como director desde el Gran Premio de China. La labor que le han encomendado no es sencilla, pero por primera vez en bastante tiempo creo que Ferrari tiene opciones de comenzar a levantar de nuevo el vuelo porque tiene todos los elementos para ello. Entre ellos no est¨¢ Adrian Newey, que ha renovado su contrato con Red Bull, pero hay otros que pueden hacer que la cosa funcione de una vez por todas.
A Fernando Alonso, uno de los fen¨®menos de la parrilla, le acompa?an Pat Fry y James Allison, director de ingenier¨ªa y director t¨¦cnico, respectivamente. Se trata de una pareja de ingenieros tremendamente experimentada, son muy buenos cada uno en su campo, y la gran tarea que se le plantea a Mattiacci es lograr crear un equilibrio entre dos personas capaces de complementarse perfectamente siempre que sus car¨¢cteres, absolutamente distintos, encajen. Ambos son alumnos de la escuela de Rory Byrne, uno de los pocos genios que, como Newey, tambi¨¦n es capaz de leer el aire y sus efectos.
En el proyecto de futuro de la escuder¨ªa italiana no est¨¢ Adrian Newey, que acaba de renovar con Red Bull
De Fry podr¨ªamos decir que personalmente es un poco m¨¢s complejo que su colega. Es muy bueno en cuestiones de c¨¢lculo, de estructuras, de suspensiones y de puesta a punto, y siempre tratar¨¢ de convencer a su interlocutor de sus convicciones. Pero lo har¨¢ solo si es una guerra que puede ganar. Si quien est¨¢ delante de ¨¦l tiene m¨¢s poder y por lo que sea se enroca en una postura contraria a la suya, ¨¦l dar¨¢ un paso atr¨¢s sin inmutarse demasiado. En esa tesitura es en la que emerge la principal diferencia entre ¨¦l y Allison. Este ¨²ltimo es mucho m¨¢s vehemente y si en alg¨²n momento detecta que no tiene el respaldo que considera oportuno, no tiene ning¨²n problema en hacer el petate y largarse a su granja a descansar y a contemplar la naturaleza igual que en su d¨ªa hizo Byrne, que decidi¨® alejarse de la F-1 para montar una escuela de submarinismo en Tailandia. James es un bohemio como lo es Rory y, como ¨¦l, tambi¨¦n vive de su imaginaci¨®n.
La meta de Mattiacci no debe ser otra que conseguir extraer lo mejor de Fry y Allison, y para ello tendr¨¢ que defenderles a ultranza cuando las cosas vayan mal, darles confianza y dejarles trabajar, un planteamiento que parece l¨®gico en cualquier ¨¢mbito pero que en la F-1 apenas se da. A¨²n menos en Ferrari, donde las urgencias hist¨®ricas comienzan a apretar de lo lindo.
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