¡°Garrincha driblaba por placer¡±
Su bi¨®grafo, Ruy Castro, cree que la mayor¨ªa de sus an¨¦cdotas fueron inventadas
A poco m¨¢s de 50 kil¨®metros de R¨ªo de Janeiro, camino de la concentraci¨®n brasile?a en Teres¨®polis, un desv¨ªo de la autopista conduce hasta Pau Grande, el pueblo que vio nacer en 1933 a Man¨¦ Garrincha, El ¨¢ngel de las piernas torcidas, el diablo que convirti¨® el regate en el arte de hacer re¨ªr a las gradas.
La carretera se estrecha y sus arcenes rezuman vida. Abundan los coloridos puestos de frutas, algunos carros tirados a¨²n por mulas y numerosas bicicletas que transitan en direcci¨®n contraria con una soltura libertaria que ignora cualquier norma de circulaci¨®n. Las chinelas (chanclas) de los viandantes repican con pausa sobre la calzada marcando los tiempos de una existencia en la que el estr¨¦s parece estar por inventarse. La poblada y agitada antesala del cementerio en el que reposan los restos de La estrella solitaria, t¨ªtulo de la impactante biograf¨ªa que escribi¨® Ruy Castro, da paso al silencio que inunda otro angosto y empedrado camino que serpentea hasta las faldas de la Sierra de la Ra¨ªz.
¡°Aqu¨ª descansa Man¨¦ Garrincha, la alegr¨ªa del pueblo¡±, se lee en la l¨¢pida de su tumba
¡°Un jugador de la categor¨ªa de Garrincha no precisa de explicaciones para escribir un libro. Lo que me interesaba era entender por qu¨¦ un hombre tan exitoso y querido ¡ªnadie lo fue m¨¢s en Brasil entre 1958 y 1962 con los dos Mundiales ganados¡ª fue destruido por el alcoholismo. Las personas tienden a pensar que los alcoh¨®licos son perdedores, pero Garrincha siempre bebi¨® mucho, y desde que era joven. Era un ganador que fue destruido por el alcoholismo¡±, explica Ruy Castro.
La formaci¨®n monta?osa da nombre al campo santo de Pau Grande. El anonimato de la l¨¢pida obliga a una b¨²squeda imposible entre calles empinadas de sepulturas. Un enterrador que cava en la parte alta de la desvencijada necr¨®polis se ofrece a mostrar el lugar en el que reposan los restos de aquel extremo que bailaba con el bal¨®n. ¡°Cuando no ten¨ªa que jugar le gustaba venir aqu¨ª y hacer lo de siempre, beber y cazar p¨¢jaros. Ten¨ªa buena punter¨ªa¡±, rememora, pala en mano y el torso desnudo, el operario, que tambi¨¦n asegura haber sido novio de una sobrina suya. ¡°Aqu¨ª descansa Man¨¦ Garrincha, la alegr¨ªa del pueblo¡±, se lee sobre la alargada piedra blanca. Unos metros m¨¢s arriba, un peque?o mausoleo le homenajea. En la parte superior, alguien ha depositado la figurita de un ¨¢ngel. La inscripci¨®n apenas puede descifrarse.
¡°Era inculto, pero inteligente para escapar de las concentraciones¡±
¡°De vez en cuando vienen turistas, sobre todo europeos, pero durante el Mundial nadie ha venido a visitar la tumba¡±, apunta el enterrador. En Pau Grande, un bar bautizado Man¨¦ Garrincha, es el principal lugar de reuni¨®n de sus habitantes para seguir los partidos de Brasil. ¡°Cerveza, samba, pagoda y mujeres bonitas, todo al estilo Man¨¦¡±, advierte un hostelero que ofrece pescado y camarones en un chiringo a la entrada del pueblo. All¨ª aun residen tres hijas de las ocho que tuvo con Irma, su primera mujer.
La vida de Garrincha est¨¢ sobrepasada por su propia leyenda en la que se entremezclan su promiscuidad, tuvo 13 hijos, el alcohol y f¨²tbol. ¡°Durante tres a?os de trabajo en mi libro, me preocup¨¦ de averiguar el origen de las an¨¦cdotas que rodeaban su vida y casi ninguna de ellas sucedi¨®. Fueron invenciones de periodistas que eran amigos suyos para hacerlo parecer m¨¢s genuino. Una de esas historias falsas fue la de llamar a todos sus marcadores Joao¡±, matiza Ruy Castro sobre ese sobrenombre que dec¨ªan le pon¨ªa a todos los defensas que le marcaban porque los driblaba a todos por igual. ¡°Nunca hizo eso y odiaba esa historia porque hac¨ªa que sus marcadores se emplearan con m¨¢s violencia para no convertirse en un Joao m¨¢s¡±, prosigue Castro.
¡°Man¨¦¡±, le recuerda Pepe, ex delantero del Santos de Pel¨¦ y campe¨®n del mundo en el 58, ¡°fue un driblador excepcional, pura fantas¨ªa. Las piernas torcidas le permit¨ªan hacer esos regates¡±. ¡°En una gira por Alemania compr¨® una radio por 40 d¨®lares y Am¨¦rico, el masajista, le dijo que solo hablaban en alem¨¢n, que para qu¨¦ la hab¨ªa comprado. Am¨¦rico se la compr¨® luego por 20 d¨®lares. As¨ª era ¨¦l, sencillo, inocente. El pueblo le am¨®, pero las autoridades brasile?as le abandonaron¡±, abunda Pepe. ¡°Era inculto, pero inteligente para ciertas cosas como escapar de las concentraciones y salir para beber o hacer el amor¡±, le describe el autor de La estrella solitaria, que a lo largo de las m¨¢s de 100 entrevistas que hizo para escribir la obra se encontr¨® con ¡°un hombre bueno, incapaz de hacer da?o a nadie, solo a s¨ª mismo¡±.
Separado de Irma, su romance con la cantante de samba y jazz Elza Soares fue todo un acontecimiento en el Brasil. En el Mundial de Chile, con Pel¨¦ lesionado, Garrincha jug¨® como nunca. Los puristas dicen que ¨¦l, entonces, y Maradona en M¨¦xico 86 han sido los ¨²nicos jugadores en ganar una Copa del Mundo por s¨ª solos. Se dec¨ªa que, en Chile, Garrincha jug¨® para su nueva musa. ¡°Puede ser, pero ¨¦l jugaba principalmente para s¨ª mismo, driblar contrarios era su verdadero placer¡±, sugiere Castro de un hombre que ten¨ªa un lema que le resum¨ªa: ¡°Yo vivo la vida, la vida no me vive a m¨ª¡±.
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