Alemania gana como nunca
Los germanos dan a Europa su primer t¨ªtulo en Am¨¦rica tras una gran final ante una resistente Argentina Nadie ha jugado mejor en el campeonato que el conjunto de L?w
Mario G?tze, el nuevo Iniesta alem¨¢n, tiene el mismo aire angelical que el jugador manchego. Bajo ese aspecto de chicos fr¨¢giles, ambos pueden ser letales. Con cuatro a?os de diferencia uno y otro descorcharon una final mundialista en la pr¨®rroga. Ayer, en R¨ªo de Janeiro fue el turno de Mario G?tze, un suplente hasta el minuto 88 que revent¨® a una gran Argentina en el 113 (1-0). A Messi y los suyos se les vino el mundo encima tras haber resistido como jabatos ante esta gran a?ada de jugadores alemanes. La Albiceleste no solo mantuvo el tipo, sino que lleg¨® a tener las llaves del para¨ªso en m¨¢s de una ocasi¨®n.
Al Messi actual no le alcanz¨® para cobrar el protagonismo con el que so?aba su fraternal Argentina. A Leo la final le lleg¨® tarde. Con G?tze no pudo ser m¨¢s puntual. Un tanto para la historia por su valor para romper con una barrera infranqueable desde 1930: por primera vez Europa pudo brindar en Am¨¦rica. El m¨¦rito correspondi¨® a un gran equipo, a una selecci¨®n que siempre fue respetada porque amedrentaba. Ahora, Alemania, con su cuarto t¨ªtulo, merece ser admirada. Nadie jug¨® mejor en el campeonato. Y con menos, nadie compiti¨® mejor que esta encomiable Argentina. El partido engrandeci¨® a los contendientes.
Fue una final honor¨ªfica para Maracan¨¢, un partido que merec¨ªa Brasil, porque el cataclismo de su selecci¨®n no puede dar carpetazo a su imborrable archivo del tesoro. Alemania y Argentina se tiraron el f¨²tbol a la cara, el de cada cual, sin que nadie se reservara nada. No hubo fuegos de artificio, sino un encuentro cuerpo a cuerpo, con timbre en las dos ¨¢reas, con Romero y Neuer en alerta m¨¢xima, con los alemanes con el bal¨®n cosido al pie, trazo a trazo, con un apote¨®sico Lahm, un sabueso M¨¹ller, un monumental Neuer, un solemne Kroos. Alemania, con mimo, dedicaci¨®n y paciencia, ha acunado un equipazo que puede crear escuela. No la tiene Argentina, pero se manej¨® como el equipo afanado que es y con el turbo a todo gas. Si los germanos gobernaron los espacios reducidos, los sudamericanos dominaron el campo abierto hasta que a Messi se le hizo un mundo inabarcable.
Argentina se impuso por encima de su val¨ªa, al menos de la mostrada hasta su estupenda puesta en escena en el d¨ªa grande. Apareci¨® el equipo mancomunado de siempre, pero nunca acept¨® la heroica del que se siente m¨¢s d¨¦bil. Acorde con su cromosoma, todos fueron argentinos hasta el tu¨¦tano, con lo mucho que eso supone: nada de intimidarse. A las ¨®rdenes de Mascherano, la Albiceleste se abroch¨® cerca de su portero, pero no titube¨® en desplegarse en estampida. Messi arranc¨® con donaire y cit¨® en carrera a los zagueros alemanes, Lavezzi sacaba de rueda e Higua¨ªn estaba al acecho.
Alemania, glorificada de por vida tras arrasar a Brasil, se sent¨ªa amenazada, no estaba ante un adversario con taquicardia. Higua¨ªn le hizo palidecer tras un grotesco error de Kroos, al que le dio una p¨¢jara y quiso ceder la pelota a su portero cuando en medio del tr¨¢nsito estaba el Pipa. El ariete argentino enfil¨® en l¨ªnea recta hacia Neuer y dispar¨® torcido. A veces, con el gol tan a la vista, algunos se ciegan. Higua¨ªn, por dos veces, tuvo el ed¨¦n a sus botas. La realidad le desbord¨®. Acab¨® en el banquillo.
Ambos se tiraron el f¨²tbol a la cara, el de cada cual, sin que nadie se reservara
El equipo de L?w, did¨¢ctico y arm¨®nico con sus pases subordinados, remaba por el costado de Lahm y M¨¹ller, pero en la otra orilla ten¨ªa un boquete considerable. ?zil, el de pecho fr¨ªo de tantas ocasiones, no auxiliaba a Howedes, un central reconvertido a lateral, de carrocer¨ªa pesada. El equipo de Sabella dio con el acertijo y sus descargas llegaron por esa ruta de evacuaci¨®n. En una de ellas, Lavezzi, tras una excelente maniobra de Messi, cogi¨® marcha y su centro al ¨¢rea lo emboc¨® Higua¨ªn. Esta vez, con un cuerpo fuera de juego. Del siguiente asalto se encarg¨® su capit¨¢n. Messi hizo inmersi¨®n de las suyas por la izquierda de Neuer y entre Hummels y Boateng barrieron el bal¨®n cuando se avecinaba el gol.
Un hecho accidental corrigi¨® a los germanos. Kramer, sustituto a ¨²ltima hora de Khedira, que se vio indispuesto en el calentamiento, sufri¨® un trompazo tremendo con Garay, que le noque¨® cabeza con cabeza. El chico qued¨® grogui y L?w dio carrete a Sch¨¹rrle, que cubri¨® el vac¨ªo que dejaba ?zil en la izquierda, y el jugador del Arsenal se desplaz¨® hacia el centro, donde tiene mejor panor¨¢mica y deberes menos engorrosos. Argentina ya no tuvo v¨ªa libre y Howedes le devolvi¨® el susto de Higua¨ªn con un cabezazo al poste cuando se apagaba el primer acto. Sch¨¹rrle, adem¨¢s, produjo unos cuantos remates.
Higua¨ªn, por dos veces, tuvo el ed¨¦n en sus botas. La realidad le desbord¨®
Sabella, o quien fuera, movi¨® ficha al descanso y Messi cambi¨® de socio: Ag¨¹ero, que pasa tiempos de pesadumbre, por el activo Lavezzi. En nada mejor¨® el equipo sudamericano. Leo dio un paso atr¨¢s, con el Pipa ¡ªy luego Palacios, su relevo¡ª y el Kun como referentes. Enfrente, ?zil se desperez¨® y Alemania encontr¨® otro recurso. No hubo quien conectara el gancho final, por m¨¢s que el choque siempre tuvo ida y vuelta, fogonazos por un lado y otro. Estaba Messi, no el de otro planeta, pero daba alguna pincelada. Hasta tuvo el gol del otro Messi, el colosal. Su disparo cruzado se escap¨® y con ¨¦l se llev¨® a La Pulga, que poco a poco se qued¨® en nada.
Quienes no se evaporan son los alemanes. Hasta el asfixiante final sigui¨® suelto M¨¹ller, ese depredador que caza goles como en un safari, y arremet¨ªa Sch¨¹rrle. El partido, sin par¨¦ntesis para el tedio, ten¨ªa curvas, nadie estaba a salvo. Percut¨ªa y percut¨ªa la exuberante Alemania, que no es de fogueo precisamente. No se arrugaba esta Argentina de corsarios, la de Biglia, Enzo P¨¦rez¡ El duelo era sofocante, de alto tonelaje, sin tiempos de parpadeo. Con el pulso disparado, ya en la pr¨®rroga, cuando los acalambrados se apelotonan, de nuevo Argentina tuvo el cielo a sus pies. Palacio, con ese Goliat de Neuer en sus narices, elev¨® la pelota sobre el portero. El argentino la cruji¨® con la tibia y el bal¨®n se fue en globo hacia la nada. Ah¨ª se desvaneci¨® Argentina, ya con Messi fuera de foco.
Con los penaltis a tiro, Sch¨¹rrle se aventur¨® por la izquierda y su centro lo blind¨® G?tze, que fundi¨® a toda Argentina. Qui¨¦n sabe si tambi¨¦n a Messi, el ¨²ltimo gran genio, el ni?o de Rosario que hasta ayer cumpli¨® con todos y cada uno de sus sue?os. Para ¨¦l no habr¨¢ consuelo Mundial, por mucho que la FIFA, que pelotea como quiere, le sacara de la manga un Bal¨®n de Oro al mejor jugador del torneo, solo admisible si se trataba de un homenaje a su carrera, la que parece en declive. Alemania dej¨® abatido al astro, al que delataba su gesto extraviado. Y los germanos lo hicieron como nunca: por su buen f¨²tbol y su imborrable huella en Am¨¦rica y un Maracan¨¢ que abronc¨® sin disimulo y de forma repetida a la presidenta Dilma Rousseff. A Brasil, el Mundial le deja m¨¢s de un mal poso.
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