Un legado inolvidable
El 1-7 encajado por Brasil, los 16 goles de Klose y el mordisco de Luis Su¨¢rez a Chielini marcan los momentos que ser¨¢n recordados
Las protestas en la calle se apagaron cuando empez¨® a rodar el bal¨®n. Brasil comenz¨® a cantar el himno a capella y, con el paso de los partidos, se qued¨® sin voz y sin f¨²tbol. Salvo unos cuartos de final m¨¢s bien tediosos, el Mundial de 2014 ser¨¢ recordado por momentos inolvidables.Y por una catarata de goles (171) cuyo promedio (2,67) supera a los tres torneos anteriores y se equipara con el del Francia 98.
- El recital de Alemania en el estadio de Mineir?o. Fue media hora lo que dur¨® la exhibici¨®n de los alemanes, un tratado de triangulaciones y ocupaci¨®n de los espacios sobre un Brasil desesperado e impotente ante su propia hinchada, que asisti¨® a un 1-7 en la semifinal m¨¢s asombrosa jam¨¢s vista.
- Alemania, el primer europeo en ganar en Am¨¦rica. En las siete ediciones anteriores en el continente americano, ninguna selecci¨®n europea hab¨ªa logrado imponerse. Tampoco lo parec¨ªa en la primera fase de la edici¨®n brasile?a, cuando la clase media latina (Colombia, M¨¦xico y Chile) contagi¨® su entusiasmo. La vieja Europa, sin embargo, fue ganando terreno a medida que la planificaci¨®n germana, una selecci¨®n cincelada con paciencia y esmero durante 10 a?os, fue dando sus frutos.
- Los 16 goles de Klose. El abnegado delantero alem¨¢n de origen polaco, de 36 a?os, todo dedicaci¨®n y oficio, marc¨® ante Ghana y frente a Brasil para coronarse como el mayor goleador de la historia de los Mundiales, por encima de Ronaldo (15) y de Gerd M¨¹ller (14). Dej¨® esa marca despu¨¦s de haber disputado cuatro Copas del Mundo (2002, 2006, 2010 y 2014). A ver qui¨¦n lo supera.
- La suavidad de Lahm. Ejemplo de deportividad, dentro y fuera del campo, el capit¨¢n de Alemania firm¨® 121 pases en la final contra Argentina, se?al de ser una m¨¢quina de servir a sus compa?eros. A los 30 a?os, Lahm empez¨® el torneo de mediocentro y lo acab¨®, triufante, de lateral derecho.
- La irrupci¨®n de James Rodr¨ªguez. Ven¨ªa de una temporada gris en el M¨®naco de Claudio Ranieri, de manera que su aparici¨®n en Brasil result¨® un in crescendo solo esperado por sus m¨¢s allegados. A los 23 a?os se carg¨® a la espalda a la selecci¨®n de Colombia, la m¨¢s alegre y colorida, sofocada en cuartos de final por la todav¨ªa sobria Brasil. Pasaba algo cuando el bal¨®n llegaba a la zurda de James y sus l¨¢grimas inconsolables tras caer eliminados encontraron consuelo en el hombro de David Luiz, v¨ªctima unos d¨ªas despu¨¦s del dolor imparable del Mineirazo.
- La madurez de Robben. Holanda conquist¨® el tercer puesto y se march¨® sonriente de la playa de Copacabana, en la que sus jugadores hab¨ªan disfrutado m¨¢s todav¨ªa m¨¢s que en los campos de juego. Nadie como Robben, l¨ªder inspirado del conjunto de Van Gaal desde el primer d¨ªa, cuando vapule¨® a Sergio Ramos y a Piqu¨¦ con su velocidad supers¨®nica, hasta el ¨²ltimo, apuntalando la victoria sobre Brasil por el tercer y cuarto puesto. Sin los ego¨ªsmos ni las extravagancias de otros tiempos (aunque le sobr¨® alg¨²n piscinazo), Robben tir¨® de regates y diagonales para regalarles el podio a los j¨®venes holandeses.
- El mordisco de Luis Su¨¢rez. Reincidente en dos ocasiones anteriores, el atacante uruguayo no pudo contenerse y salt¨® sobre la espalda del central Chielini para morderlo. La imagen dio la vuelta al planeta y la FIFA esper¨® unos d¨ªas para aplicarle una sanci¨®n ejemplar: ocho partido internacionales y cuatro meses expulsado del f¨²tbol. La dureza de la sanci¨®n contrast¨® con la impunidad en otros casos como el de Matuidi al romperle la tibia a Onazi en una dur¨ªsima entrada o el de el colombiano Z¨²?iga, que le rompi¨® una v¨¦rtebra a Neymar con un rodillazo.
- El spray y el ojo de halc¨®n. Dos novedades tecnol¨®gicas en un deporte tan resistente a los cambios como el f¨²tbol pasaron casi inadvertidas. El spray marc¨® la correcta distancia en la colocaci¨®n de la barrera (nueve metros) y el ojo de halc¨®n sirvi¨® para certificar que el bal¨®n hab¨ªa pasado completamente o no la raya de gol. No hubo, no obstante, goles fantasmas y las innovaciones pasaron a un segundo plano.
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