Ciclistas como aviones
La del portaviones ha sido la ¨²ltima vuelta de tuerca al llamamiento espectacular de las salidas
La Vuelta ya sali¨® desde el mar en Vilanova de Arousa el a?o pasado. A los pies de los ciclistas, los mejillones de aquella gran batea seguramente se alborotaron con el crujir de pi?ones y el silbido de las ruedas. Era como andar por el mar, pero con trampa, que los milagros se venden caros por raros. El mar siempre ha sido visto con buenos ojos por una carrera como la Vuelta Ciclista a Espa?a, tan pegada a la tierra, al asfalto fino y a las carreteras desvencijadas, al adoqu¨ªn y al suelo brillante a prueba de algodones. Como el espect¨¢culo no tiene l¨ªmites, salvo los que imponga el sentido com¨²n, la carrera espa?ola sali¨® ayer desde el portaviones Juan Carlos I, el buque m¨¢s importante de la Armada espa?ola que hizo escala en C¨¢diz, a tal motivo, antes de dirigirse a Rota, su destino.
Y all¨ª, coincidieron ciclistas y aviones de despegue vertical, m¨¢quinas de transporte y ataque sofisticadas junto a uno de los utensilios m¨¢s hist¨®ricos: dos ruedas, un tri¨¢ngulo met¨¢lico y un manillar. Como acelerador, las piernas, aunque las burras (como llaman los ciclistas a su medio de trabajo) tambi¨¦n han evolucionado hasta la fantas¨ªa.
Fue una sensaci¨®n extra?a para los ciclistas pasear en burra por la llanura met¨¢lica de un portaviones
C¨¢diz fue un peque?o o gran caos, seg¨²n se mire. Coincid¨ªa la salida de la etapa en el imponente portaviones con una jornada de puertas abiertas, todo un festejo en torno a aquel bicho poderoso donde los ciclistas parec¨ªan animales mitol¨®gicos, que dec¨ªa Sabina. Entre sorprendidos y divertidos, los ciclistas pedalearon por la rampa donde habitualmente centellean los aviones. Despu¨¦s, una plataforma m¨®vil los bajaba a la altura de la tierra desde donde iniciaban una etapa que les llevar¨ªa a Arcos de la Frontera, donde la historia se hace fuerte entre sus casas encaladas con los ribetes de color albero.
Fue una sensaci¨®n extra?a para los ciclistas pasear en burra por la llanura met¨¢lica de un portaviones. Acostumbrados a que se les compare con aviones cuando encaran un descenso o un espr¨ªn, ayer eran gigantes en miniatura frente a los puntiagudos morros de esos bichos de acero.
El ciclismo en Espa?a, donde languidece con aires de enfermo, necesita espect¨¢culos donde brillen mejor los maillots y los cuerpos
Todo sea por innovar. El ciclismo, y m¨¢s en Espa?a donde palidece y languidece con aires de enfermo cr¨®nico, necesita espect¨¢culos donde brillen mejor los maillots y los cuerpos escu¨¢lidos, pero fuertes de los ciclistas. Por eso la Vuelta sali¨® de una batea en Vilanova o acab¨® una etapa en la plaza de toros de Pamplona, tras recorrer el trayecto del encierro, convertidos en toros con ruedas, nada agresivos, igual de r¨¢pidos, tambi¨¦n enfurecidos, porque el furor causa furor en las carreras. Lleg¨® tambi¨¦n a circuitos de velocidad (Jarama, Motorland) y a estadios de f¨²tbol (el rey del deporte), en el Bernab¨¦u, o hace a?os en Garellano o en San Mam¨¦s en Bilbao. Lo de empezar fuera del pa¨ªs que da nombre a las grandes vueltas tiene poco que ver con el espect¨¢culo y mucho con razones econ¨®micas de patrocino e inversi¨®n.
La del portaviones ha sido la ¨²ltima vuelta de tuerca al llamamiento espectacular de las salidas. A la Armada la idea le ha ca¨ªdo bien. No es f¨¢cil dar tanta publicidad al portaviones insignia. Los ciclistas, tan min¨²sculos ellos, ampliaron la figura del mastodonte del mar. Luego se fueron por esas carreteras de Dios, bajo un sol que rebotaba en el asfalto, mientras el bicho practicaba exhibiciones a¨¦reas antes de dirigirse a Rota. Acostumbrado a la tierra, el ciclismo ha encontrado el mar como punto de partida. Para cerrar el c¨ªrculo de la imaginaci¨®n, le falta partir del aire, pero ser¨¢ dif¨ªcil encontrar soluci¨®n. Entre las nubes y el suelo sigue habiendo mucho trecho. ?O no?
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