Sobre un Atl¨¦tico-Juve en el Bernab¨¦u
Entrando los sesenta, el Atl¨¦tico ten¨ªa muy atascado el proyecto de un nuevo estadio y hasta lleg¨® a dudarse de que lo sacara adelante. Le faltaban permisos y dinero. Jugaba a¨²n en el viejo Metropolitano, campo castizo y simp¨¢tico, pero muy superado. Y con una iluminaci¨®n deplorable, no apta para televisi¨®n. Un handicap en a?os ya de torneos europeos, que se jugaban entre semana.
Javier Barroso, presidente del club, ten¨ªa muy buena amistad con Bernab¨¦u. Hab¨ªan jugado mucho frente a frente, porque Barroso hab¨ªa sido portero del Atl¨¦tico cuando Bernab¨¦u era delantero del Madrid, en los a?os veinte. As¨ª que no cost¨® que se pusieran de acuerdo para que el Atl¨¦tico jugara en el Bernab¨¦u nada menos que su partido de vuelta de semifinal de Recopa contra el N¨²remberg. Fue el 24 de abril de 1963. El Atl¨¦tico era el campe¨®n vigente de la Recopa. Ten¨ªa un gran equipo, que empezaba en Madinabeytia y acababa en Collar. El N¨²remberg hab¨ªa ganado la ida, 1-0, un partido duro y con un p¨²blico muy alterado, o al menos eso se dijo aqu¨ª.
Unas cosas con otras, la noche se carg¨® de expectaci¨®n. El Bernab¨¦u se llen¨®. El Abc del d¨ªa siguiente informa de que asistieron 100.000 espectadores. No todos atl¨¦ticos, muchos madridistas tambi¨¦n. Ese a?o, el Madrid hab¨ªa ca¨ªdo a la primera en la Copa de Europa, ante el Anderlecht. Bernab¨¦u compens¨® las p¨¦rdidas con amistosos fuera de Espa?a. Ese d¨ªa, el Madrid visitaba al Stoke City, donde Stanley Matthews a¨²n corr¨ªa la banda con 48 a?os. As¨ª que el madridista estaba escaso de f¨²tbol europeo. El partido apetec¨ªa y los socios entraban gratis. Con el N¨²remberg ven¨ªa un veterano campe¨®n Mundial de 1954, el interior Morlock, un atractivo m¨¢s.
Fue el 1 de enero de 1964, ahora en la Copa de Ferias y todo fue un desastre para el conjunto rojiblanco
As¨ª que fue un ¨¦xito. En la ¨¦poca (y puede decirse que hasta hace muy poco) se consideraba que ante cualquier equipo extranjero hab¨ªa que ir con cualquier equipo espa?ol. Y, desde luego, el Atl¨¦tico no se sinti¨® fuera da casa. Entre el gran apoyo de los suyos y el discreto de los madridistas, que no hicieron la contra, se vio envuelto en un gran ambiente. No termin¨® de jugar bien, pero Chuzo marc¨® un gol muy oportuno, tan al borde del descanso que no hubo ni lugar a sacar de centro. (Fue la primera vez en mi vida que vi que se daba esa circunstancia, que el Reglamento prev¨¦). En la segunda mitad, una buena jugada de Chuzo termina en gran disparo de Mendon?a desde fuera del ¨¢rea. El Atl¨¦tico se meti¨® en la final, entre el jolgorio colectivo.
Aquel partido dej¨® muy buen cuerpo y muchos comentarios. ?Y si el Atl¨¦tico olvidara su atascado proyecto de estadio y los dos clubes compartieran el Bernab¨¦u? M¨¢s de uno editorializ¨® sobre ello. El Bernab¨¦u era un estadio perfecto y era absurdo tener ese gigante de cemento para ser utilizado s¨®lo cada dos domingos y de cuando en cuando entre semana. Y m¨¢s absurdo a¨²n ser¨ªa hacer otro gran estadio en la ciudad para infrautilizarlo igualmente. Sal¨ªa a relucir el ejemplo de San Siro, en Mil¨¢n, compartido por Inter y Milan, y tan ricamente. Se pon¨ªa como ejemplo de sensatez y convivencia.
S¨ª, se hablaba de aquello. Al entrar y al salir del colegio, y en los recreos, nos enfrasc¨¢bamos en el debate. Siempre se terminaba igual: ?y si el Atleti juega ah¨ª seguir¨ªa llam¨¢ndose Estadio Santiago Bernab¨¦u? Y, claro, no hab¨ªa acuerdo. Cualquier sugerencia de un nuevo nombre aceptable para los dos clubes terminaba en bronca. Para los madridistas, lo de Bernab¨¦u era irrenunciable; para los atl¨¦ticos, era insalvable.
Probablemente aquello no llegara a plantearse nunca formalmente en las instancias oportunas, pero en esas est¨¢bamos cuando en la temporada siguiente se hizo otro experimento. Fue el 1 de enero de 1964, ahora en la Copa de Ferias y con la Juventus como rival. Tambi¨¦n partido de vuelta, tambi¨¦n con un 1-0 por remontar. Pero el Atl¨¦tico no era el mismo: llegaba muy desmejorado. Ya no era campe¨®n de Recopa, porque aquella final alcanzada con gloria tras eliminar al N¨²remberg la hab¨ªa perdido estruendosamente ante el Tottenham de Jimmy Greaves. En la Liga est¨¢ tercero por la cola, con dos victorias, cinco empates y siete derrotas. Muy apretado econ¨®micamente, hab¨ªa fichado mal ese verano. Adem¨¢s, su mayor estrella, Collar, estaba molesto, porque en su contrato figuraba que ser¨ªa el mejor pagado de la plantilla y supo que Ramiro cobraba m¨¢s. Dej¨® de jugar algunos partidos. Tambi¨¦n Mendon?a reclamaba m¨¢s dinero. A eso se uni¨® una racha larga de lesiones, sobre todo en la delantera, que pusieron de manifiesto la debilidad de los refuerzos, jugadores tra¨ªdos de equipos medios de Segunda Divisi¨®n.
El partido se jug¨® a la una y media, horario raro. Esta vez no hab¨ªa excusa con la iluminaci¨®n. Se eligi¨® el estadio del Madrid por su mayor capacidad
El partido se jug¨® a la una y media, horario raro. Esta vez no hab¨ªa excusa con la iluminaci¨®n. Se eligi¨® el Bernab¨¦u por su mayor capacidad. Pero no se llen¨®. La mala marcha del Atl¨¦tico, el horario inhabitual y el trasnoche de la v¨ªspera dejaron el campo a medias. Bernab¨¦u ocup¨® una localidad de tribuna, con su esposa. Los socios del Madrid entraron gratis, como ante el N¨²remberg, pero su actitud no fue la misma. Con la Juve ven¨ªa Luis Del Sol, traspasado por el Madrid a?o y medio antes. Aunque s¨®lo hab¨ªa jugado dos temporadas y media en el club, quedaba un gran recuerdo de ¨¦l. Hab¨ªa estado en el 7-3 al Eintracht y el 5-1 al Pe?arol, era jugador de clase y esfuerzo, tan activo que en Italia le hab¨ªan apodado Siete pulmones. Bernab¨¦u le vendi¨® en 22 millones porque el club necesitaba dinero y porque hab¨ªa encontrado un buen sucesor en el osasunista F¨¦lix Ruiz. Pero el madridista a¨²n quer¨ªa mucho a Del Sol.
As¨ª que se empez¨® por aplaudir sus intervenciones, luego las de la Juve, y se acab¨® por rechifla con el Atl¨¦tico, para el que todo fue un desastre. A los siete minutos ya perd¨ªa 0-2. El partido se durmi¨®. La Juve gandule¨®, el Atl¨¦tico, con una delantera remendad¨ªsima (Beitia, Polo, Mendon?a, Jayo y Collar) hizo un ejercicio de impotencia. ¡°Lesiones, desmoralizaci¨®n, mandanga, mala forma de conjunto e individual, lentitud, resignaci¨®n ante lo inevitable, mala suerte¡¡± As¨ª describi¨® en Marca Antonio Valencia, el gran cr¨ªtico del momento, la situaci¨®n del Atl¨¦tico. Beitia marcar¨ªa cerca del final el gol de la honrilla, en la ¨²nica jugada de Collar, y que son¨® a algo as¨ª como un mensaje a la directiva, un ¡°mirad lo que os est¨¢is perdiendo por tratarme mal¡±.
Se empez¨® por aplaudir a Del Sol, luego a los italianos, y se acab¨® por rechifla con el los rojiblancos
Hasta Del Sol se declar¨® apenado: ¡°Nunca quisiera verme como se han visto hoy los jugadores del Atleti¡±, dijo a la prensa.
Aquel partido fue una catarsis para el Atl¨¦tico. Cay¨® el entrenador, Tinte, sustituido por Barinaga. El Madrid compens¨® el desaire del p¨²blico cediendo al Atl¨¦tico a su joven goleador Grosso, que completaba su formaci¨®n en el Plus Ultra. Pero, sobre todo, Javier Barroso aceler¨® el relevo que ya ten¨ªa in mente. La v¨ªspera del partido de la Juve, o sea, el ¨²ltimo d¨ªa de 1963, hab¨ªa nombrado vicepresidente tercero a Vicente Calder¨®n. En unas semanas, dimiti¨® ¨¦l, dimitieron los otros dos vicepresidentes y Calder¨®n fue elevado a la presidencia. Encontr¨® cr¨¦ditos, fich¨® nuevos jugadores (entre ellos Luis Aragon¨¦s, del Betis) y desatasc¨® la operaci¨®n del nuevo campo.
El 2 de octubre de 1966 el Atl¨¦tico estrenaba su nuevo campo, ante el Valencia. El primer gol lo marc¨® precisamente Luis. De jugar en el Bernab¨¦u ni volvi¨® a hablarse. Ni siquiera unos cuantos partidos-puente mientras se dejaba el Metropolitano y se remataba el nuevo campo.
Hubiera lo que hubiese de verdad o fantas¨ªa en los rumores, aquel partido ante la Juve vino a demostrar que, como dijo el Guerra, lo que no puede ser no puede ser y adem¨¢s es imposible.
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