Clemente, el 10 del Athletic
En aquel tiempo, siempre que el Athletic ven¨ªa a jugar a Madrid, llov¨ªa. Esa era una caracter¨ªstica de sus visitas. La otra es que siempre se llenaba el campo
El 26 de enero de 1969, domingo, amaneci¨® lluvioso en Madrid. Normal: el Athletic visitaba el Bernab¨¦u. No me pregunten por qu¨¦, pero en aquel tiempo, siempre que el Athletic ven¨ªa a jugar a Madrid, llov¨ªa. Esa era una caracter¨ªstica de sus visitas. La otra, que llenaba el campo. Avanzaban los sesenta, ya no era el gran Athletic de a?os atr¨¢s, pero su prestigio se manten¨ªa inc¨®lume
Ese a?o se hablaba de un juvenil reci¨¦n ascendido, un tal Clemente. Algo que no tendr¨ªa por qu¨¦ tener nada de excepcional, porque el Athletic ten¨ªa a?o tras a?o un gran equipo juvenil, frecuentemente campe¨®n de Espa?a. Saltaban al primer equipo con una frecuencia arrolladora, tanto que se lleg¨® a cambiar una normativa. Para la 62-63, Uriarte y Aranguren hubieron de pasar examen en la Mutualidad de Futbolistas, para que un m¨¦dico acreditara que ten¨ªan f¨ªsico suficiente para jugar entre adultos. La norma imped¨ªa alinear juveniles entre los profesionales, por prudencia m¨¦dica.
Pronto se quitar¨ªa, pero aquello fue sonado. Chicarrones del Norte, se dec¨ªa.
Cada poco aparec¨ªan nuevos juveniles, a veces reci¨¦n salidos de la final de Copa de la categor¨ªa. Ant¨®n Arieta, cuyo hermano Ignacio le precedi¨® en el eje del ataque. Est¨¦fano, fen¨®meno prematuro que cogi¨® peso y no result¨®. El ala Rojo-Lav¨ªn, deslumbrante en la final de Copa, ante la Damm. Un medio fort¨ªsimo, Igartua. Y, y, y...
As¨ª que no hab¨ªa en principio nada extraordinario en que Ga¨ªnza, entrenador esa temporada, tirara de ese chico, Javier Clemente, que hab¨ªa crecido en el Baracaldo (donde se dec¨ªa que eran Clemente y diez m¨¢s) y que pintaba bien.
Pero estaba marcado por el destino. Ya el d¨ªa que lleg¨® se sent¨® en el vestuario en el sitio del capit¨¢n, Echeberr¨ªa, mundialista en Chile. Cuentan que los primeros que llegaron le advirtieron: "Oye, chaval, que ah¨ª se sienta el capit¨¢n", y que ¨¦l dijo: "Pues que se siente en otro sitio".
El Athletic ten¨ªa a?o tras a?o un gran equipo juvenil, frecuentemente campe¨®n de Espa?a. Saltaban al primer equipo con una frecuencia arrolladora
Clemente no lo recuerda as¨ª: "El entrenamiento era a las diez y media y yo fui a las nueve y cuarto. ?Lo ¨²ltimo que quer¨ªa era llegar tarde! Me sent¨¦ en la primera taquilla que se me ocurri¨®, y cuando lleg¨® Echeberr¨ªa, me cambi¨¦. Lo dem¨¢s es cuento". Ser¨ªa as¨ª, pero la otra versi¨®n fue la que corri¨® en su d¨ªa y a¨²n corre por Bilbao. Le creo, pero si corri¨® tanto ser¨¢ porque resulta veros¨ªmil, dada su forma de ser.
Por entonces hubo una doble moda tonta en los coches: poner un coj¨ªn en la repisa trasera y calcoman¨ªas en el cristal trasero, con mensajes ocurrentes, o no tanto: "A m¨ª a¨²n me est¨¢n haciendo el coj¨ªn". "No te acerques tanto". "Sonr¨ªa, por favor". "Pita m¨¢s fuerte, no te oigo". "Peligro, mujer al volante".
El Athletic empez¨® mal la 68-69 y Clemente no jugaba. Un par de partidos con el once, como suplente de Rojo. Y, de repente, empezaron a aparecer en Bilbao coches con una calcoman¨ªa pol¨¦mica. "Clemente, el 10 del Athletic".
El 10 era Uriarte, internacional y pichichi nacional en la Liga anterior. Era de Sestao. Y de Baracaldo, localidad vecina, sali¨® la iniciativa de exigir el 10 para Clemente, con lo que eso significaba: cerebro, organizador... La cosa ten¨ªa base, porque Uriarte era m¨¢s un llegador, con colosal cabeceo, que un armador de juego. La pegatina tuvo ¨¦xito, reivindicar a Clemente como 10 ten¨ªa como un algo de transgresi¨®n juvenil, al humo del 68 parisino. Se discut¨ªa en la calle con pasi¨®n. En esas est¨¢bamos cuando Iriondo sustituy¨® a Ga¨ªnza, y en la jornada und¨¦cima estren¨® delantera: Argoitia, Uriarte, Arieta II, Clemente y Rojo.
Ya el d¨ªa que lleg¨® se sent¨® en el vestuario en el sitio del capit¨¢n, Echeberr¨ªa, mundialista en Chile
Aquel 26 de enero fuimos al Bernab¨¦u curiosos por ver al juvenil que hab¨ªa arrebatado a Uriarte el 10. El ruido hab¨ªa llegado hasta Madrid. Cuando el Athletic salt¨® al c¨¦sped, dej¨® de llover, un signo extra?o. Entre el grupo era f¨¢cil distinguir al nuevo, un chicuelo rubio, carirrojo, con f¨ªsico sin rematar ("yo pesaba entonces 60 kilos"). Lo contrario a un chicarr¨®n del Norte. Pero empez¨® el partido y se agigant¨®. Activo, intenso, tenaz, preciso... Exquisita pierna izquierda y mucho car¨¢cter. Un virguero con el bal¨®n, un peleas sin ¨¦l. Un torbellino. Marc¨® Amancio, empat¨® ¨¦l en un centro-chut que Betancort palme¨® dentro y finalmente marc¨® el Madrid por medio de Grande. Nos fuimos todos hablando del singular toricantano.
En julio volvi¨® al Bernab¨¦u, a la final de Copa. La misma delantera, victoria 1-0 sobre el Elche y la Copa que volv¨ªa a Bilbao despu¨¦s de 11 a?os. El gol lo marc¨® Arieta II, pero el que se lo fabric¨® fue el 10, Clemente, con un jugad¨®n. Todav¨ªa en 1969, ya en octubre, jug¨® un tercer partido en el Bernab¨¦u, de Liga. El mismo torbellino y 2-2 al final. Fue protagonista del mejor juego de los suyos.
Pero semanas m¨¢s tarde, el 23 de noviembre, cay¨® en Sabadell. El partido hab¨ªa sido duro. Quedaba poco para el final cuando Uriarte vio que el veterano Mara?¨®n se acercaba por detr¨¢s a Clemente: "?Salta, Javi, salta!".
¡ª Con el fragor del campo, no le o¨ª. Me alcanz¨® de lleno por detr¨¢s. No me quejo. Me fue duro, pero entradas as¨ª hay muchas.
Fractura de peron¨¦. Escayola y a esperar un tiempo. Pero las radiograf¨ªas no mostraron una complicaci¨®n: un astillamiento vertical en la tibia. As¨ª que cuando reapareci¨®, a¨²n sent¨ªa molestias. Pas¨® otra vez por el Bernab¨¦u, un a?o m¨¢s tarde de la lesi¨®n, gan¨® el Athletic (1-2) y ¨¦l marc¨®. Pero la tibia dur¨® hasta la visita al Manzanares: "No hubo golpe ni nada. Se hubiera roto con una toba...".
Como entrenador dio despu¨¦s mucho que hablar. Como jugador le qued¨® mucho por decir
Vuelta a escayolar. Reapareci¨® a los varios meses. Pero en cada soldadura de hueso resta?ado se forma un ensanchamiento, una especie de nudo. Tras 22 partidos, una patada fuerte en Zaragoza hizo que los dos nudos se tocaran. El dolor era insoportable. Se oper¨® con un gran especialista de Pamplona, Ca?adel, pero las molestias no se iban. El paso por la mili con la bota de ca?a no le ayud¨®. A base de pisar mal y cargar sobre el peron¨¦, este se rompi¨® otra vez. Ca?adel le oper¨® de nuevo, pero le dio pocas esperanzas.
Se fue entonces a Lyon, con otro gran especialista, Trillat, que le dej¨® bien... pero le advirti¨® de que si jugaba al f¨²tbol la pierna ir¨ªa torci¨¦ndose hasta troncharse. Baj¨® al Bilbao Athletic para coger forma. La directiva le rebaj¨® el sueldo, feo gesto. Ya no le pagaban como de la primera plantilla. Jug¨® unos partidos hasta que, en efecto, la pierna se tronch¨®. Volvi¨® a Trillat, se oper¨® de nuevo, le puso unas placas... Pero el Athletic ya no quiso esperar m¨¢s. En verano del 75, con 25 a?os, recibi¨® su homenaje, ante el Borussia Moenchengladbach. Salud¨® desde el centro, con sus muletas. En seis temporadas hab¨ªa jugado 47 partidos, a tirones.
"Clemente, el 10 del Athletic". A¨²n no hace muchos a?os segu¨ªa viendo de vez en cuando la c¨¦lebre pegatina en alg¨²n coche antiguo. La ¨²ltima, en uno de aquellos Seat 850, el utilitario que sucedi¨® al entra?able seiscientos. Cada vez que la he visto, he evocado el recuerdo de aquel chico que sali¨® al Bernab¨¦u con el 10 de Uriarte para hacerse due?o de las miradas siempre y del bal¨®n a ratos. Como entrenador dio despu¨¦s mucho que hablar. Como jugador le qued¨® mucho por decir.
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