La sabia normalidad de Ancelotti
Hay mucho de madridismo en Ancelotti. M¨¢s de lo que ¨¦l intuyera y de lo que imaginaban los jerarcas de Chamart¨ªn. En su gen dominante, el Madrid siempre fue una instituci¨®n en la que prevalecieron los futbolistas, gestionados por muy sabios empleados con cargo de t¨¦cnico. Porque muy sabio hay que ser para entender, convencer y sumar entre una muchedumbre de egos. Lo fueron Mu?oz, Molowny, Del Bosque, e incluso el ef¨ªmero Heynckes, subrayados en los archivos madridistas. Unos se alumbraron en La F¨¢brica, otros en sucursales alemanas o italianas, pero a todos les vincula su pasado como futbolistas de primera y su firme sentido de pertenencia al propio f¨²tbol, donde el tesoro es de los que van de corto. Al futbolista le gusta creer que manda ¨¦l, suele sostener Del Bosque.
Estos entrenadores siempre se sintieron futbolistas vitalicios, por m¨¢s que el puesto les deparara una gorrilla. Saben que su principal misi¨®n, como actores de reparto, es que la pelota ruede en buena direcci¨®n. No tiran de libreta, contienen el verbo y dan un paso lateral en favor del vestuario, donde no olvidan que se cuece todo lo que ellos cocinaron alguna vez.
Del Bosque a¨²n levanta la cabeza para discernir si el partido dicta un pase medido a Santillana. En Simeone late un centuri¨®n que empitona en cada disputa y que acude a las jugadas de estrategia como una manada. Guardiola a¨²n tira pases a trav¨¦s de Schweinsteiger, y para Ancelotti tiene tan pocos secretos la posici¨®n de Xabi o Kroos como conciliar con Van Basten o CR, con Berlusconi o Florentino. El Ancelotti jugador remite al Ancelotti t¨¦cnico. Siempre hizo f¨¢cil lo dif¨ªcil. Jug¨® para Gullit y Rijkaard como hoy juega para Isco y James, sin estridencias, con m¨¢xima eficacia, sin necesidad de portadas y medallas.
El italiano siempre hizo f¨¢cil lo dif¨ªcil. Jug¨® para Gullit y Rijkaard como ¡®juega¡¯ para Isco y James, sin estridencias
El f¨²tbol transcurre con su naturaleza y entrenadores de este corte procesan lo que ya vivieron y se adaptan a los tiempos, sin una mirada al ombligo que les permita concebir si quiera que lo que sucede sobre el tapete es su obra. Eso es cosa de la play de algunos otros, de los que intentan desde un banquillo aliviar la frustraci¨®n infantil de no haber podido cumplir sobre el c¨¦sped. Suele contar con un reputado exfutbolista que en un partido enrevesado le consult¨® qu¨¦ hacer a su ilustr¨ªsimo entrenador, un exjugador de ¨¦lite: ¡°Pues d¨¢rsela al bueno¡±.
El ruido no es lo propio de esta estirpe de t¨¦cnicos. No necesitan los focos, porque saben lo que deslumbran. Se comportan como cortafuegos y cargan sin rechistar con algunos incendios que se sofocan por s¨ª solos, sin pirotecnia. Lleg¨® Ancelotti al Madrid y prometi¨® buen f¨²tbol. Esta semana, el madridismo festeja con orgullo la importancia del c¨®mo se venci¨® en Liverpool y al Bar?a. A Ancelotti le ficharon a Bale, que arranc¨® gripado pero desplaz¨® a Di Mar¨ªa, que se mosque¨® de lo lindo. Paciencia y paciencia, chicle a chicle. Cuestiones para el div¨¢n. Con el f¨²tbol por se?uelo, Di Mar¨ªa fue tan capital como Bale. Dos asuntos ventilados. Ancelotti ya no pudo retener al Fideo, Alonso le hizo un regate de ¨²ltima hora y por la mensajer¨ªa presidencial le anunciaron a James y Kroos, que no eran Di Mar¨ªa y Alonso. Vuelta a empezar y sin una palabra m¨¢s alta que otra. Dos tormentas ante Atl¨¦tico y Real Sociedad y, sin desgarros, un mes despu¨¦s el para¨ªso moment¨¢neo. Ancelotti otra vez ha ganado causas. Kroos, James, Isco, Modric... Todos son ancelottistas. Como su t¨¦cnico-gestor, han metabolizado hasta el hueso su funci¨®n. No solo para sobrevivir en el club con m¨¢s glorias, sino para ser int¨¦rpretes de primera. Ante el Bar?a, el coro fue tan arm¨®nico que CR pudo ser terrenal.
Por el camino, durante una semana tan exigente, Ancelotti no perdi¨® de vista a nadie del pelot¨®n. Hizo un gui?o a Arbeloa ¡ª¡°me reencarnar¨ªa en ¨¦l¡±, dijo en la SER¡ª, elogi¨® la evoluci¨®n de Illarra y confirm¨® la titularidad de Ramos. Todo mientras daba relevo con naturalidad a CR en Anfield sin ruegos en directo. Tampoco se olvid¨® de Bale, al que mand¨® un mensaje de confianza. Ya en el cl¨¢sico bes¨® a Isco, se vio a Pepe, protagonista por un gol no por una mala patada, abrazarse al pater italiano, y al currante y estilista Modric cabalgando sobre sus espaldas. Y a CR fundido en su cuello. En la consulta de Ancelotti caben todos. Los libretos de Mu?oz, Molowny, Del Bosque y Ancelotti podr¨ªan titularse igual: F¨²tbol, sin m¨¢s. Es su sabia normalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.