Marathon, la voz que escond¨ªa a una mujer
Los chicos de Bilbao eran devotos en los a?os sesenta del programa Stadium, en el que el seud¨®nimo y un locutor masculino ocultaban la aguda visi¨®n de Sara Est¨¦vez
Me lo cont¨® Santiago Segurola hace ya algunos a?os. Los chicos de Bilbao eran devotos en los a?os sesenta de un programa deportivo de Radio Juventud de Vizcaya, llamado Stadium.Buena informaci¨®n, seria y firme. Bastante de todo, mucho Athletic y un comentario rotundo siempre. Un espacio editorial-informativo, cr¨ªtico, valioso, con equidad y una mirada siempre al futuro, firmado por un tal Marathon. Ah¨ª se hablaba mucho de la cantera. Eran a?os propicios. El Athletic fue por esos tiempos campe¨®n de Espa?a de juveniles cinco a?os consecutivos, de 1962 a 1967.
Marathon abogaba por la incorporaci¨®n al primer equipo de los juveniles m¨¢s brillantes. A?o tras a?o, se iba comprobando que aquellos por los que apostaba eran, efectivamente, los mejores, los que llegaban a triunfar. Su prestigio crec¨ªa. Ese tal Marathon ten¨ªa ojo. Nadie sab¨ªa de qui¨¦n se trataba exactamente. Por la ¨¦poca, eran frecuentes los seud¨®nimos en los periodistas deportivos. Tampoco a nadie le importaba demasiado qui¨¦n fuera o dejar de ser. Bastaba con argumentar: ¡°Lo ha dicho Marathon¡±. Y discusi¨®n resuelta.
S¨®lo con los a?os se supo que Marathon era una mujer. Se llama Sara Est¨¦vez, Sarita le llaman hoy, tiene 88 a?os y est¨¢ como una ni?a. En Bilbao ya muchos saben qui¨¦n fue, qui¨¦n es, y le saludan por la calle con un cari?o entra?able.
Sara, hu¨¦rfana de padre desde los dos a?os, entr¨® a trabajar muy joven en Uni¨®n Qu¨ªmica del Nordeste de Espa?a, Unquinesa. No tard¨® mucho en llegar a secretaria de direcci¨®n. Un buen trabajo en aquellos a?os de dificultades. Pero su pasi¨®n era el Athletic y en 1947 se hizo abonada del club. No socia, porque entonces no se admit¨ªan socias, pero s¨ª abonada, tras guardar una larga lista de espera. Cuando le lleg¨® el turno, emple¨® las 750 pesetas de la paga del 18 de julio de 1947 en sacar el abono. Eran los a?os de Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Ga¨ªnza.
Chica inquieta, enseguida consigui¨® meterse poco a poco en el ambiente futbol¨ªstico y acab¨® haciendo colaboraciones en Radio Juventud de Vizcaya, llamada m¨¢s adelante Radio Juventud de Bilbao. Infatigable, alimentaba con noticias y propuestas el programa de la noche del domingo, llamado Stadium. Mont¨® un sistema artesanal de corresponsales para los partidos. En cada campo modesto consegu¨ªa alguien, en general la madre de alg¨²n jugador, que dejara el resultado en un bar pr¨®ximo. Les llamaba sus comandos. Hizo que cada bar dispusiera de una pizarra para que los comandos anotaran los resultados. Luego, por tel¨¦fono, se hac¨ªa con todos los resultados y elaboraba las clasificaciones a toda prisa. Hoy resulta extra?o, pero en aquel tiempo reunir todos los resultados de f¨²tbol cada domingo en toda Vizcaya y ofrecerlos antes de las 11 de la noche era una proeza.
Empezaron a darle m¨¢s cuerda. Viaj¨® en 1958 a Madrid, a La final de los aldeanos en la que el Athletic venci¨® al Real Madrid de Di St¨¦fano en el mism¨ªsimo Santiago Bernab¨¦u. Ese d¨ªa triunf¨® Koldo Aguirre, un juvenil por el que ella hab¨ªa apostado. Su buen ojo para las promesas empez¨® a hacerse proverbial. Tambi¨¦n anunci¨® la llegada de Iribar, tras el partido de ida de una c¨¦lebre eliminatoria Atl¨¦tico de Madrid-Basconia en 1962. A ella el partido de ida le pill¨® en Madrid, en viaje de la empresa. Aprovech¨® para ver el partido en el Metropolitano y advirti¨® de la explosi¨®n de Iribar. Tambi¨¦n fue al de vuelta, en Basoselay, en el que el Basconia igual¨® el 3-1 de la ida. Su madre estaba agonizante, pero le insisti¨® en que fuera:
¡ªVe hija, ve. Es lo tuyo.
El Basconia pas¨®, tras desempate en Valladolid, gesta muy sonada. En la siguiente ronda el Bar?a le meti¨® 10 al Basconia de Iribar y no falt¨® quien dijera en la emisora que Sara se hab¨ªa precipitado en el juicio. Pero pronto se ver¨ªa que no¡
A todo esto, Stadium se hab¨ªa extendido a toda la semana. Ya se emit¨ªa cada d¨ªa, a las 22:30. Empezaban los transistores y los chicos se los met¨ªan bajo la almohada cuando les mandaban a dormir. Los hombres lo escuchaban en el comedor. En los bares se pon¨ªa la radio con el programa. A¨²n empezaba a asomar la televisi¨®n. Lo m¨¢s esperado de Stadium era el editorial de Marathon. Serio, seco, combativo, informativo, siempre con un ojo en los juveniles. Con un prestigio creciente, porque sus criterios y sus propuestas se abr¨ªan camino a la larga. Un art¨ªculo de unos dos minutos, le¨ªdo por una implacable y profesional voz masculina, que firmaba: Marathon. Nada oficialista. Tom¨® posiciones firmes en las grandes pol¨¦micas de la ¨¦poca: la relaci¨®n con el Indauchu, Ronie Allen, Rojo, al que defendi¨® a capa y espada.
En ese tiempo en la radio, en todas las radios, se ped¨ªa tener muy buena voz y dicci¨®n para hablar en antena. Era frecuente que uno escribiera, hombre o mujer, y que leyera un buen locutor Sara Est¨¦vez
Esos textos tan seguidos los escrib¨ªa Sara, pero los le¨ªa un hombre, Francisco Blanco. Tampoco es que ¨¦ste quisiera apropiarse de nada. Nadie le relacion¨® con ellos. Marathon era Marathon, una personalidad misteriosa, el or¨¢culo del Athletic. Muchas veces contra el criterio de la directiva, pero siempre en sinton¨ªa con el aficionado de verdad.
Marathon era Sara, que en ese tiempo se afanaba, como tantos espa?oles, en un pluriempleo. Se levantaba temprano en su piso de la calle San Francisco, donde a¨²n vive, cog¨ªa el tren de la margen derecha para ir a Axpe, a las oficinas de Inquinasa, volv¨ªa a casa a comer, regresaba por la tarde, terminaba sobre las seis, luego cog¨ªa el tren de regreso para ir a la emisora, en la calle Irala, cerca de su casa, hasta que la trasladaron al Casco Viejo, que tampoco le iba mal. Ah¨ª, hasta que acaba el programa. Los fines de semana, de campo en campo. Y si jugaba el Athletic, a San Mam¨¦s. Quienes se rozaban con esa chica a la entrada o la salida, o en las escaleras, o la ten¨ªan cerca en la grada, no sospechaban que se encontraban en la cercan¨ªa de Marathon.
Poca paga, pero mucha ilusi¨®n.
¡ªNo, no era por ser mujer. En ese tiempo en la radio, en todas las radios, se ped¨ªa tener muy buena voz y dicci¨®n para hablar en antena. Era frecuente que uno escribiera, hombre o mujer, y que leyera un buen locutor. O locutora, que tambi¨¦n las hubo. Juana Ginzo fue una figura nacional. Francisco Blanco ten¨ªa muy buena dicci¨®n y ten¨ªa eso que entonces se llamaba ¡°colocar bien la voz¡±.
A Sara le bastaba con su ilusi¨®n satisfecha de ver c¨®mo cada editorial suyo ten¨ªa un eco. A veces lo escuchaba comentar en el tren de la ma?ana, camino de la oficina. Le gustaba ver c¨®mo los chicos por los que hab¨ªa apostado saltaban al Athletic. Tuvo la satisfacci¨®n de ver a Uriarte convertirse en estrella nacional (¡°El mejor cabeceador que he visto nunca¡±). Vivi¨® una racha fulgurante de cinco t¨ªtulos consecutivos de Campe¨®n de Espa?a de juveniles del Athletic, cuando los Arieta II, Est¨¦fano, Iturriaga, Rojo, Lav¨ªn y dem¨¢s. Trabajaba siete d¨ªas de siete pero no se daba cuenta. La radio no era trabajo, era f¨²tbol, amigos, Athletic, pasi¨®n.
Pasados bastantes a?os, le hicieron contrato en firme en la radio. La empresa reconoci¨® sus m¨¦ritos, a¨²n desconocidos en la calle. Pero pronto lleg¨® una fusi¨®n de Radio Juventud con Radio Nacional y alg¨²n genio de despacho suprimi¨® sin remordimientos el programa Stadium. Para Bilbao aquello fue una peque?a tragedia, pero hab¨ªa otras.
Sara, reportera, quem¨® muchas horas en atentados de ETA. De cuando en cuando pod¨ªa hacer alguna informaci¨®n de f¨²tbol, que sent¨ªa como una liberaci¨®n. Pero Stadium y Marathon ya eran recuerdo cada d¨ªa un poco m¨¢s lejano para los aficionados maduros. Como los cabezazos de Uriarte.
Hoy es una jubilada de Radio Nacional que vive donde siempre. Ya no va a San Mam¨¦s, porque le da pereza y no le gustan algunas de las cosas que ve all¨ª. Pero sigue al Athletic, por la tele y los peri¨®dicos. De cuando en cuando le piden una colaboraci¨®n o alguna opini¨®n en un debate de actualidad. Ahora s¨ª es conocida y su opini¨®n, muy respetada.
Tanto como lo fue la de Marathon.
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