El Madrid se ahoga en su mediocampo
El Valencia castiga al equipo de Ancelotti atac¨¢ndolo sobre su l¨ªnea m¨¢s expuesta
El peor escenario imaginable para un grande del f¨²tbol mundial no es Mestalla, pero se le parece mucho. El campo del Valencia es la sede de un equipo en ebullici¨®n, alentado por 100 millones en fichajes y abrigado por una hinchada caliente de por s¨ª que, en las ¨²ltimas semanas, ha recuperado el entusiasmo entonando a pleno pulm¨®n el viejo lema de Obama: ¡°?S¨ª-se-puede!¡±. Al calor de estas irradiaciones se cocin¨® el Madrid de los r¨¦cords. El partido, m¨¢s hermoso por la entrega de los jugadores que por el juego desplegado, cort¨® en seco la mayor racha de triunfos en la historia de un equipo espa?ol. El Madrid no pudo cantar su 23? victoria consecutiva en partido oficial. Fue derrotado por la t¨¢ctica de Nuno, que dirigi¨® el pu?al del Valencia hacia el mediocampo de su rival, su zona m¨¢s expuesta. Ni un penalti a favor para empezar ganando (0-1) salv¨® al flamante campe¨®n del Mundial de Clubes.
Valencia, 2-Real Madrid, 1
Valencia. Diego Alves; Mustafi, Otamendi, Orb¨¢n; Barrag¨¢n (Feghouli, m. 73) Parejo, Enzo P¨¦rez, Piatti (Gay¨¢, m. 23); Andr¨¦ Gomes; Negredo (Rodrigo, min.79) y Alc¨¢cer. No utilizados: Joel, Rodrigo de Paul, Vezo y Carles Gil.
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Isco, Kroos, James (Jes¨¦, m. 70); Bale (Khedira, m. 70), Benzema (Chicharito, m. 78) y Cristiano. No utilizados: Keylor Navas, Nacho, Arbeloa, Varane, Illarra.
Goles: 0-1. M. 13 Cristiano (de penalti). 1-1, M. 51 Barrag¨¢n. 2-1, M. 64 Otamendi.
Unos 55.000 espectadores en Mestalla. Los jugadores del Valencia hicieron el pasillo de honor a los futbolistas del Real Madrid por la consecuci¨®n del Mundial de Clubes.
Nuno se propuso copar el centro del campo formando una defensa de tres centrales para liberar a Piatti y Barrag¨¢n en los carriles. La t¨¢ctica consisti¨® en desbordar la l¨ªnea de medios madridista ante la previsi¨®n de que Bale, Cristiano y Benzema no bajar¨ªan a colaborar con los volantes. El contraveneno de Ancelotti fue simple. Es lo que el t¨¦cnico llama sfruttare il contropiede. Agruparse en campo propio y buscar la salida r¨¢pida hacia Cristiano y Bale, en la suposici¨®n l¨®gica de que tres zagueros no conseguir¨ªan cerrar los espacios que normalmente cierran cuatro. En el arranque del encuentro, el balance favoreci¨® al Valencia, dominador en todos los sectores, comenzando por el bloqueo de Kroos. Tapar al alem¨¢n fue la tarea que desempe?¨® Alc¨¢cer con puntualidad. A partir de la obstrucci¨®n de su jugador m¨¢s cerebral el Madrid perdi¨® fluidez.
La ¨²nica respuesta visible del Madrid en esos momentos de dificultad fue lanzar a Bale con la esperanza de que explotase su don de velocista. Si Pepe se anticipaba, entregaba el bal¨®n en largo a Bale. Si Ramos robaba, cambiaba de orientaci¨®n sin pens¨¢rselo hacia el gal¨¦s. Si Kroos recib¨ªa, no ten¨ªa ni que levantar la cabeza. La consigna estaba clara. Fuera quien fuera el que ten¨ªa la pelota, hab¨ªa que sorprender a la defensa contraria dirigiendo el pase a la espalda de Lucas Orb¨¢n, el central izquierdo valencianista, para que Bale corriera al espacio. Al quinto intento, Orb¨¢n entr¨® duro, Bale cay¨®, y el ¨¢rbitro, Gil Manzano, decret¨® falta lateral. Los aficionados han contemplado el procedimiento decenas de veces: Kroos subi¨®, arm¨® su ca?¨®n, y puso el centro con maestr¨ªa en el primer palo. All¨ª la pelota peg¨® en Negredo y el ¨¢rbitro se?al¨® mano y penalti. Fue el noveno penalti que le pitan al Madrid en esta Liga. Cristiano lo ejecut¨® con la eficacia acostumbrada y el partido entr¨® en un periodo de confusi¨®n para el Valencia. La lesi¨®n de Piatti, sustituido por Gay¨¤, aliment¨® el pesimismo en las gradas.
Gil Manzano andaba tan nervioso que se descoordin¨® con el cuarto ¨¢rbitro y, presa de un ataque de autoridad, amonest¨® a Gay¨¤ por entrar al campo sin autorizaci¨®n. Los errores del juez se suced¨ªan y engordaban el sentimiento victimista del p¨²blico. Seg¨²n se agotaba la primera parte y transcurr¨ªa la primera hora, el partido se descontrolaba para el ¨¢rbitro y para el Valencia. El equipo fue incapaz de actuar con calma y sostener la presi¨®n. Se hizo dif¨ªcil asistir a una jugada prolongada. Se sucedieron los choques, las interrupciones, las protestas y los pelotazos. De la mano de Kroos, que dispuso de m¨¢s tiempo para obrar, el Madrid recuper¨® el aliento. Fue un ejercicio de profesionalidad. Alrededor del alem¨¢n sus compa?eros se ordenaron para resistir y administrar la ventaja. Ning¨²n madridista falt¨® a su cita con el deber del sacrificio. Todos lucharon y alguno, como Marcelo, hasta se destac¨®. Pero jugar bien es otra cosa. En Mestalla el Madrid perdi¨® claridad. Apenas dispuso de ocasiones de remate en el ¨¢rea de Alves, bien protegida por los centrales y por Enzo P¨¦rez. El debutante pareci¨® de todo menos un debutante.
El Madrid se adelant¨® por recurrir a Bale y por la misma v¨ªa comenz¨® a perder. Ramos gan¨® en la anticipaci¨®n y en lugar de hacer la pausa tir¨® el pelotazo hacia el gal¨¦s. Orb¨¢n, que se creci¨® con los minutos, le gan¨® el mano a mano y toc¨® para Gay¨¤. El carrilero tir¨® la diagonal y cuando todos esperaban el disparo jug¨® para Barrag¨¢n. El gol del gallego fue la culminaci¨®n del plan de Nuno: tomar por asalto el mediocampo con los dos carrileros.
Otra aventura de Gay¨¤ desemboc¨® en la falta que precedi¨® al 2-1 definitivo. Parejo bot¨® el c¨®rner desde la derecha y Otamendi irrumpi¨® como un tren gan¨¢ndole a Ramos en el salto. Faltaban 25 minutos para el final. Tiempo habitualmente suficiente para que este Madrid cambie de marcha y golee. No fue as¨ª. En el minuto 70, Ancelotti sustituy¨® a Bale y a James por Jes¨¦ y Khedira. La intenci¨®n fue recuperar el mediocampo perdido insertando a Khedira junto a Kroos y liberar a los atacantes. Habr¨¢ quienes acusen al entrenador de reserv¨®n. Pero el resultado de su retoque fue un 4-2-4 que el Valencia, en pleno aturdimiento, no supo contrarrestar. Isco, Jes¨¦, Cristiano, Benzema, y luego Chicharito, avanzaron sin mirar atr¨¢s. Fue un asedio en toda regla que casi produce el empate en un cabezazo de Isco. Un acoso que no dio m¨¢s que sustos a la ruidosa multitud. Mestalla acab¨® la velada en un estallido de alivio y felicidad mientras la banda t¨ªpica tocaba el eterno pasodoble.
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