El Atl¨¦tico navega por Ipur¨²a
Tres goles en media hora sentencian a un Eibar que no dio con el intr¨ªngulis del partido
En menos de media hora, el Eibar pereci¨® ahogado. Llov¨ªa sobre Ipur¨²a como aquel d¨ªa, ese d¨ªa que nadie recuerda pero que ca¨ªan chuzos de punta o como cuando enterraron a Zafra, como dicen los que nunca asistieron a su entierro. Hab¨ªa poco que jugar sobre esa hierba anegada o sobre ese barrizal donde el bal¨®n se frenaba en seco (es un decir) desesperando a los conductores del bal¨®n. Pero siempre queda un resquicio para la sutileza incluso en las condiciones m¨¢s adversas. Griezmann se dio cuenta a los siete minutos que pisaba hierba fresca y convirti¨® un centro de Ra¨²l Garc¨ªa en un disparo bien tocado, evitando la tentaci¨®n de romper el bal¨®n como mandan los c¨¢nones en estas circunstancias. Lo cruz¨® con un golpe interior propio de un terreno enmoquetado.
Eibar, 1-Atl¨¦tico, 3
Eibar: Irureta; Lillo, A?ibarro, Ra¨²l Navas, Abraham; Errasti (Capa, m. 45), Borja; Manu del Moral (Lekic, m. 45), Arruabarrena (Javi Lara, m. 45), Sa¨²l Berj¨®n; y Piovaccari. No utilizados: Irazusta, Ekiza, Didac Vila y Boateng.
Atl¨¦tico: Moy¨¢; G¨¢mez, Gim¨¦nez, Godin, Siquieira; Ra¨²l Garc¨ªa (Mario Su¨¢rez, m. 55), Sa¨²l ?¨ªguez, Tiago, Koke (Cani, m. 79); Griezmann (Ra¨²l Jim¨¦nez, m. 70) y Mandzukic. No utilizados: Oblak, Juanfran, Miranda y Fernando Torres.
Goles: 0-1. M. 7. Griezmann. 0-2. M. 23. Mandzukic 0-3. M. 25. Manduzkic. 1-3. M. 89. Piovaccari
?rbitro: P¨¦rez Montero. Amonest¨® a Griezmann, Koke, Sa¨²l ?¨ªguez, Abraham y Piovaccari
Unos 6.000 espectadores en Ipur¨²a
En circunstancias como las que el temporal en el Pa¨ªs Vasco dej¨® Ipur¨²a (verde y marr¨®n), pisoteado como una ca?ada, un gol tiene un valor incalculable. Descartado el pase corto, la combinaci¨®n a no menos de 40 metros, convertida la puntera en una necesidad del juego y reconvertidos los futbolistas en bombarderos a¨¦reos, el gol del Atl¨¦tico fue una joya en todos los sentidos: val¨ªa su peso en oro por madrugador y tranquilizante, y por la forma en que se produjo: en tres toques, retando la ley del barro, incluso la ley del m¨¢s fuerte.
Que el barro no le iba a robar la moral al Atl¨¦tico, ni se le iban a caer los anillos, se sab¨ªa de antemano. Tampoco el Eibar iba a sucumbir a los factores ambientales (aunque se desempe?a mejor en condiciones m¨¢s favorables). A lo que s¨ª sucumbi¨® fue a la punter¨ªa del Atl¨¦tico. Tras el gol de Griezmann, Mandzukic cogi¨® el relevo. Y lo hizo con ansia. En dos minutos resolvi¨® la contienda: primero le asisti¨® Griezmann y el croata aprovech¨® que la defensa se desentendi¨® de ¨¦l. Despu¨¦s, la fortuna le hizo un regalo cuando un despeje (malo) de Ra¨²l Navas golpe¨® en la espalda de Abraham y se fue a los pies de Mandzukic que dej¨® el regalo en la red.
Y todo en 25 minutos. Lo imposible. Tres goles en un terreno con aire de rugby donde se supon¨ªa que la conquista del gol iba a tener m¨¢s que ver con el pundonor o con los errores, que con el acierto. Y no fue as¨ª. La lectura del Atl¨¦tico fue fluida. No corri¨® ni un solo riesgo, pero solo pate¨® el bal¨®n en defensa para evitar problemas. El resto eran balones largos en busca de Griezmann, de Mandzukic o de Ra¨²l Garc¨ªa. No es que el Atl¨¦tico no quisiera jugar, es que solo quer¨ªa jugar en el ¨¢rea rival, donde se puede ganar y es imposible perder.
Al Eibar le falt¨® tacto. Sus centros eran d¨¦biles y presa f¨¢cil para los centrales del Atl¨¦tico, bien apoyados por Tiago. Ning¨²n bal¨®n a¨¦reo fue del Eibar (salvo el del ¨²ltimo minuto), que apenas pudo anotar un remate de Piovaccari, tras un rebote, que Moy¨¢ repeli¨® con la pierna. El Eibar ahogado con los tres goles, ya ni siquiera buscaba la orilla, tan lejana, donde a duras penas se divisaba la figura de Moy¨¢ salvo en un par de centros a bal¨®n parado. Por eso Garitano en el descanso realiz¨® los tres cambios: el que no cambia todo, no cambia nada, debi¨® pensar. Meti¨® m¨¢s gente arriba y busc¨® el toque de Javi Lara para las cabezas de Piovaccari o Lekic. No ocurri¨® ni lo uno ni lo otro. Capa, el otro recurso, un tipo voraz y potente, se hundi¨® en el barro.
La segunda mitad fue como una calle despu¨¦s de un chaparr¨®n: un lugar semivac¨ªo por donde los transe¨²ntes caminan aliviados tras lo ocurrido. El Atl¨¦tico, due?o del marcador, fue tambi¨¦n due?o del partido y lo manej¨® con toda la calma que era posible, sin asumir riesgos personales ni colectivos. Tras el tormentoso partido frente al Bar?a, el Atl¨¦tico encontr¨® agua bendita en la tormenta de Eibar. La naturaleza fue m¨¢s generosa con ¨¦l que su car¨¢cter volc¨¢nico. Tanto le exigieron las circunstancias que se arremang¨® para hacer frente a las condiciones y al rival al cincuenta por ciento. El Eibar noqueado con tres golpes en media hora poco pod¨ªa oponer m¨¢s que voluntad. Al menos consigui¨® el gol de la honrilla en el ¨²ltimo minuto. Y bien que lo celebr¨® Piovaccari, alma de goleador sonriendo bajo la lluvia.
Lluvioso homenaje al Arenas
De no haber sido por el Eibar, solo los estad¨ªsticos habr¨ªan reparado en una circunstancia muy colateral, incluso apenas local: el hecho de que el Arenas de Guecho fue el primer campe¨®n de invierno vasco de la Liga. Este a?o lo ha sido el Eibar, por delante del Athletic y la Real Sociedad, pero en la Liga inaugural, la de 1928-29 lo fue el equipo vizca¨ªno, que luce en su historial una Copa (1919) y tres subcampeonatos en esa competici¨®n, adem¨¢s de militar siete temporadas en Primera, donde lleg¨® a ser tercer clasificado. El tiempo lo borr¨® del mapa y hoy el Arenas milita en la Tercera Divisi¨®n, tras penar unos a?os por las categor¨ªas regionales. Pero el Eibar se acord¨® de los rojinegros concediendo el saque de honor al presidente arenero Francisco Javier Eguzkiagirre. Entre modestos andaba el juego, pero modestos hist¨®ricos, con un pasado y presente relucientes.
En aquel equipo del Arenas, campe¨®n vasco de invierno, militaba Jos¨¦ Mar¨ªa Yermo, un prototipo de atleta global que combin¨® f¨²tbol, ciclismo y atletismo. Medio defensivo de un poder descomunal, fallecido en 1960, logr¨® el r¨¦cord de Espa?a en salto de longitud y Triple salto (aunque nuca fue campe¨®n de Espa?a) y particip¨® como pistard en los Juegos Ol¨ªmpicos de ?msterdam en 1928. Hoy algo tan extra?o, era habitual entonces, cuando el f¨²tbol ni siquiera vislumbraba a¨²n el profesionalismo, m¨¢s all¨¢ de algunas prebendas respecto al com¨²n de los mortales. Fueron varios los futbolistas que nacieron atletas, en el sentido amplio de la palabra, pero Yermo demostr¨® sus cualidades portentosas. El Eibar es hoy un reflejo modernizado de esa visi¨®n rom¨¢ntica del f¨²tbol y se acord¨® de aquellos precursores. Hasta el bal¨®n del saque de honor recordaba a los de los viejos tiempos, marr¨®n y costurado. Era el d¨ªa, el t¨ªpico d¨ªa del general invierno.
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