Elogio al control

Que no hay buena relaci¨®n entre ambos equipos es tan notorio como que en enero hace demasiado fr¨ªo en Londres. Sus entrenadores, Mourinho y Pellegrini, apenas levantan la mirada para saludarse, y entre los jugadores se observa una especie de hast¨ªo por aquello de verse un parecido inquietante en determinados comportamientos. De ah¨ª que un partido entre Chelsea y Manchester City sea lo m¨¢s parecido a una partida de ajedrez, en la que pocas veces se zarandean las fichas. Ayer, el encuentro en Stamford Bridge termin¨® en tablas, lo que mantiene a los blues en lo m¨¢s alto de la clasificaci¨®n y a los citizen segundos, a cinco puntos de distancia.

M¨¢s que por insistencia, los goles aparecen a veces por naturaleza. Hasta la jugada m¨¢s t¨ªmida puede cambiar de opini¨®n con solo un mal gesto. No importa si por el camino hay unos cuantos toques de m¨¢s y los metros ganados hacia el campo rival que desaparecen despu¨¦s por una mala entrega.

Sin Cesc, lesionado, Ramires y Matic, titulares en el centro del campo de los londinenses, saben mucho de instalar cerrojos pero poco de abrir candados. Sin embargo, ambos poseen un buen golpeo, especialmente el serbio de gigante sombra. Pero de entre todos los jugadores del Chelsea, Hazard es el ¨²nico que observa el f¨²tbol como un lienzo que colorear. Por eso, si recibe un pase por alto es capaz de ponerle el mejor de los lazos y entregarlo con delicadeza a un compa?ero ¨¢vido de correspondencia. El joven R¨¦my, sustituto del sancionado Costa por su pisot¨®n a Emre Can, fue el destinatario de un centro que ped¨ªa a gritos una caricia que lo reuniese con la red.

Se adelant¨® as¨ª el Chelsea gracias a un gol en el ocaso de la primera mitad que despert¨® de la letargia a un City timorato hasta entonces, que, sin embargo, consigui¨® que en la primera jugada en la que intervinieron tres de sus jugadores el bal¨®n acabase en la espalda de Courtois. Ag¨¹ero se encontr¨® con la pelota en la frontal del ¨¢rea tras una internada de Jes¨²s Navas por la banda derecha, y su zurdazo, excesivamente cruzado en origen fue desviado por Silva, que desde el suelo corrigi¨® su trayectoria con un toque sutil.

Igualado de nuevo el marcador el partido volvi¨® a ese mismo punto de control que no supo abandonar. Ni siquiera las internadas del extremo andaluz del City por la banda derecha, que generaron m¨¢s de un problema a un sobrepasado Azpilcueta, acabaron con alg¨²n remate que comprometiera a Courtois.

Casi siempre, dos no se pelean si ninguno quiere. Lo m¨¢s emocionante que ocurri¨® antes del pitido final fue la ovaci¨®n que recibi¨® Lampard en el regreso como visitante a la que fue su casa durante 13 temporadas.