?Cesemos al entrenador!
En el minuto m¨¢s oscuro de la temporada, con el agua al cuello, siempre hay un directivo que se calienta y dice: ¡°?Cesemos al entrenador, demonios!¡±. Algunas veces la junta asiente en silencio, con el pulgar hacia abajo, y el entrenador se va a casa, despu¨¦s de que le organicen una despedida en la que todos se muestran trist¨ªsimos, y por dentro felices, para mantener las formas. Ya no estamos en los noventa, cuando Jes¨²s Gil asimilaba el despido de un t¨¦cnico a beber una cerveza. ¡°Puedo echar a 20 en un a?o. Hasta 100 si hace falta¡±. Le gustaba redondear. Qu¨¦ eran 100 cervezas al a?o, adem¨¢s. En los d¨ªas que escrib¨ªa El resplandor, Stephen King despachaba 25 al d¨ªa. Y sin pesta?ear.
Un t¨¦cnico es alguien al que le gusta morir, y despu¨¦s hacer vida normal, desayunar tostadas, planchar, leer a Kant, y otro d¨ªa volver al frente
La destituci¨®n de un t¨¦cnico se demora, pero casi siempre llega. ¡°No eres entrenador ¡ªdec¨ªa Malcolm Allison¡ª hasta que no te han echado por primera vez¡±. Y todo por no hacer milagros. Cada vez que hay un cese te preguntas qu¨¦ busca un club en un t¨¦cnico. ?Qu¨¦ lo hace bueno o malo? ?Cu¨¢nto aporta a un equipo? C¨¦sar Luis Menotti sostiene que la obligaci¨®n del entrenador no es ser campe¨®n, sino poseer una idea de juego, algo ardiendo a lo que agarrarse. Tal vez, a causa de tu idea, mueras posteriormente. Pero, ?y qu¨¦? A¨²n as¨ª es bello entrenar. Un t¨¦cnico es alguien al que le gusta morir, y despu¨¦s hacer vida normal, desayunar tostadas, planchar camisas, leer a Kant, y otro d¨ªa volver al frente. ¡°H¨¢gase entrenador¡±, le recomend¨® Menotti a Josep Guardiola, ¡°as¨ª los tiros estar¨¢n m¨¢s repartidos¡±.
Hace dos semanas, Gennaro Gattuso admit¨ªa que desde que ejerce de entrenador est¨¢ en manos de los jugadores. Vive a la deriva. ¡°T¨², si eres bueno, puedes hacerlos jugar con esmoquin¡±, precisa. Aunque en el fondo, siempre aspiras a mantener todo bajo control. Te agrada pensar que, cuando el partido comienza, pulsas play y las cosas pasan como las hab¨ªas grabado. ¡°Mis jugadores son instruidos al detalle. No pueden equivocarse¡±, presum¨ªa Helenio Herrera, como si en f¨²tbol no existiese margen para lo inesperado. Cualquier entrenador sue?a con que su idea de juego elimine la posibilidad del azar. Pero s¨®lo es un sue?o.
Cualquier preparador sue?a con que su idea de juego elimine la opci¨®n del azar. Pero es un sue?o
Hay d¨ªas en los que ni siquiera durante la teor¨ªa, ante la pizarra, consigues sortear un contratiempo, un error, o simplemente una desgracia. El argentino Pancho Villegas contaba c¨®mo uno de sus entrenadores improvis¨® una charla t¨¢ctica en pleno almuerzo. Agarr¨® todo lo que hab¨ªa en la mesa, vasos, tenedores, cucharas, corruscos de pan¡ mientras les iba explicando a sus jugadores: ¡°t¨² eres esta botella, que se la pasas a ¨¦l, que es la cucharilla, que abre a banda, donde est¨¢s t¨², que eres este vaso¡¡±. En unos pocos toques el m¨ªster meti¨® un gol bell¨ªsimo con el salero. El partido parec¨ªa ganado. Cuando abandonaron el comedor, sin embargo, Villegas le hizo al m¨ªster una de esas observaciones que pueden costarte el banquillo. ¡°Mire que el gol que meti¨® fue con un jugador menos para el contrario, ?no tuvo en cuenta eso?¡±. El t¨¦cnico arrug¨® la frente, regres¨® a la mesa y cont¨®. Qu¨¦ raro, dijo, estaba seguro de haber alineado a 11. ¡°S¨ª, pero yo me com¨ª un bollo sin querer¡±, confes¨® Villegas.
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