¡°Cada d¨ªa nos quitan un trozo de club¡±
La sede del Parma, en la que han embargado hasta los ordenadores, est¨¢ desierta; s¨®lo unos pocos empleados ¨Cque no cobran desde noviembre- acuden a trabajar: ¡°llevo tres meses sin poder pagar el alquiler¡±, dice uno de ellos
Desierta. Como un colegio en pleno mes de agosto. As¨ª est¨¢ la ciudad deportiva del Parma en Collecchio, 11 kil¨®metros fuera de la ciudad, en plena Llanura Padana. Por la carretera hay f¨¢bricas de muebles, metal, productos l¨¢cteos. Algunas llevan el cartel ¡°en venta¡±. Una pancarta enorme que pone ¡°Manenti Vattene¡± [Vete, con el nombre del presidente] est¨¢ colgada en la entrada de la sede del club. Dentro no hay un alma. La garita de seguridad est¨¢ vac¨ªa. Por la derecha se ve el campo de entrenamiento y por la izquierda se accede a las oficinas. ¡°?Collecchio? Pero si no queda nada all¨ª, la van a vender a usted tambi¨¦n¡±, comenta el taxista.
En la recepci¨®n no hay nadie, la tele encendida emite el partido N¨¢poles-Inter del d¨ªa anterior. En la pared est¨¢ colgada una foto enorme de la plantilla junto a Papa Francisco. M¨¢s que ayuda divina necesitar¨ªa el Parma para salir del pozo en el que est¨¢ metido. La deuda es de m¨¢s de cien millones de euros, los jugadores no cobran desde julio y los empleados, que tampoco cobran, tienen que traer ordenadores de casa.
Hemos conseguido organizarnos y salir adelante gracias a la solidaridad de la gente, hacemos como si nada estuviera pasando¡¡± Francesco Palmieri, responsable de las categor¨ªas inferiores del club
¡°Cada d¨ªa nos quitan un trozo de club. El f¨²tbol aqu¨ª ha muerto¡±, asegura Alessandro Melli, que hoy tiene 45 a?os. Es el team manager del Parma, equipo en el que ha crecido, con el que jug¨® en Tercera y con el que festej¨® el ascenso primero a Segunda ¨Ccon Arrigo Sacchi en el banquillo- y despu¨¦s a Primera, con Nevio Scala. Melli es de Parma. Fue uno de los s¨ªmbolos ¨Cmarc¨® en la final de la Recopa en Wembley en 1993- de aquel equipo que enamor¨® a Europa en los a?os Noventa.
Fundado en 1913, el Parma, con m¨¢s de cien a?os de historia, celebr¨® en 1990 su primer ascenso a la Serie A. Empezaban los a?os de Asprilla, Zola, Chiesa, Thuram, Cannavaro, Brolin. Los que hicieron grande a un equipo que nada m¨¢s debutar en la m¨¢xima categor¨ªa sal¨ªa a titulo por a?o y disputaba el campeonato a gigantes como Juve y Milan. Gan¨® la Copa en 1992, la Recopa en 1993, la Supercopa de Europa en 1994, la UEFA en 1995 derrotando a la Juve. En 1999 consigui¨® otra UEFA y otra Copa de Italia y cerr¨® el verano con la Supercopa italiana. De aquella ¨¦poca quedan los trofeos. Es lo ¨²nico que no han embargado todav¨ªa.
Por lo dem¨¢s, en la ciudad deportiva no quedan ni los ordenadores (han dejado dos en administraci¨®n y los comparten 8 personas). Hay despachos sin muebles y sin impresoras. La tintorer¨ªa dej¨® de funcionar, igual que el comedor y el servicio de limpieza, problema enorme sobre todo para los 23 canteranos que vienen de fuera y se alojan en la residencia en Collecchio. Son 220 los chicos que juegan en las categor¨ªas inferiores del Parma. En el cuerpo t¨¦cnico de la cantera hay 25 personas ¨Centre ellas, Hern¨¢n Crespo, entrenador del filial- que no cobran desde julio.
¡°Aqu¨ª hay gente que lleva meses trabajando gratis, que hace bien su trabajo pese a no cobrar y que encima no se queja. Hemos conseguido organizarnos y salir adelante gracias a la solidaridad de la gente, hacemos como si nada estuviera pasando¡¡±, cuenta Francesco Palmieri, responsable de las categor¨ªas inferiores del club. Pero algo s¨ª pasa. Y, de hecho, los padres se han tenido que organizar para traer y llevar a los chicos a los entrenamientos y a los partidos fuera de casa. ¡°El transporte es el problema m¨¢s graves. Los dos autobuses que recog¨ªan a los ni?os han sido embargados¡±, cuenta Palmieri por tel¨¦fono. No est¨¢ en la oficina. Igual que muchos otros trabajadores. Hay 48 empleados del Parma entre aut¨®nomos y fijos. Hoy, lunes, hay diez en la ciudad deportiva que tambi¨¦n hospeda la sede del club. ¡°Aqu¨ª ya no hay reglas, ni horarios, no sabemos ni qui¨¦n manda¡±, es la bienvenida de unos de los chicos que ha ido a trabajar.
En los pasillos las luces est¨¢n apagadas. La mayor¨ªa de los despachos est¨¢n bien cerrados con llave o bien vac¨ªos. En los que est¨¢n abiertos no hay ordenadores, ni impresoras. ¡°Hemos tenido que traer port¨¢tiles¡±, dice uno de los empleados del club. No quiere decir su nombre. Viene de fuera, tiene 31 a?os y ¡®la suerte¡¯ de no tener una familia a la que mantener. ¡°No cobro desde noviembre y llevo tres meses sin poder pagar el alquiler. Menos mal que el due?o de la casa es flexible y no ha venido a reclamarme dinero. Vivo de lo que me dan mis padres¡±, relata. ?Por qu¨¦ sigue viniendo? ¡°Porque esta es nuestra casa y para darle sentido a nuestras jornadas. Aguantar en casa todo esto ser¨ªa m¨¢s duro. Intentamos apa?arnos¡±, contesta.
¡°Yo estoy pagando el alquiler con mis ahorros, tarde o temprano se acabar¨¢n¡ Lo peor son los compa?eros con familia, hay uno con dos hijos que nos dice que no sabe lo que va a hacer¡±, cuenta otro de los pocos empleados que est¨¢n en Collecchio. Tampoco quiere dar su nombre. Tiene 28 a?os y tambi¨¦n viene de fuera como su compa?ero. Cobraron la ¨²ltima n¨®mina en noviembre. Los hay, como la mujer de Melli, abogada del club, que llevan 15 meses sin ingresar la n¨®mina.
?Perspectivas? ¡°Encontrar un trabajo¡±, dice el de 31 a?os. ¡°Lo peor de todo es que encima cuando env¨ªen el curr¨ªculo les restar¨¢ puntos haber trabajo en el Parma¡±, interviene otro. Recuerdan con nostalgia el verano de 2013 en el que, dicen, sab¨ªan la hora de entrada (9 de la ma?ana) pero no la de salida. Cuentan que muchas veces les costaba encontrar media hora para poder ir a comer. Que las oficinas y los pasillos estaban llenas de gente que iba y ven¨ªa a reunirse con el director general, Leonardi [ha dimitido por problemas de salud y ahora, igual que el expresidente Tommaso Ghirardi est¨¢ investigado por bancarrota fraudulenta].
¡°Aqu¨ª siempre hab¨ªa gente, el comedor estaba lleno, hab¨ªa 70 cubiertos y se hac¨ªa doble turno de comida para que entraran todos¡±, rememora el empleado de 31 a?os. El comedor, precisamente, ha vuelto a abrir hoy gracias a la solidaridad de la gente de Parma. ¡°Hemos encontrado una cocinera que est¨¢ dispuesta a trabajar gratis. Para ayudarnos, igual que 3-4 camareros y una se?ora para lavar la ropa. Todos lo hacen gratis¡±, relata Melli. Lo mismo ha pasado con el servicio de limpieza de las habitaciones. Los despachos, los limpian los propios empleados.
?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª? ¡°Por la mala gesti¨®n. El f¨²tbol da dinero, no tienes que vender un producto porque se vende solo, simplemente tienes que saber gestionar el dinero¡±, contesta Melli que tambi¨¦n lleva desde julio sin cobrar y que hace algunos a?os le prest¨® 100.000 euros al expresidente Ghirardi para que pagara las primas. ¡°Me dijo que no ten¨ªa liquidez. No pasa nada, pens¨¦. Empec¨¦ a preocuparme cuando vi que tard¨® 3 a?os en devolverme el dinero¡±. Melli siempre supo. ¡°Yo soy de aqu¨ª, he recibido un mont¨®n de llamadas de proveedores que me dec¨ªan que no hab¨ªan sido pagados¡±, relata ahora.
No lo hizo p¨²blico, dice, porque no ten¨ªa pruebas. ¡°Pero en privado, en los despachos, en las reuniones empec¨¦ a quejarme, a preguntar. Me dijeron que me quedara callado, que el equipo necesitaba estabilidad y equilibrio y que no hab¨ªa ning¨²n problema, simplemente que faltaba liquidez¡±, asegura al mismo tiempo que dice que el Parma lleg¨® a hacer m¨¢s de 200 fichas. ¡°Un equipo como el nuestro, normalmente, tiene unas 35-40¡±.
?Y ahora? ¡°Los jugadores y los exjugadores como yo saldremos a flote. Pero no los empleados¡±, contesta antes de ir a buscar a su hijo para ir a jugar al squash. ¡°Hace tiempo que aqu¨ª el f¨²tbol se ha muerto¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.