Los m¨²sculos del favorito
Ganando la chaqueta verde, Rory McIlroy se convertir¨ªa en el primer europeo con los cuatro grandes en su palmar¨¦s
De cerca, Rory McIlroy no parece gran cosa. Un chavalillo delgado no muy diferente a cualquier otro que te puedas cruzar con la capucha de la sudadera hasta los ojos por cualquier calle de cualquier ciudad brit¨¢nica, o, m¨¢s precisamente, de Holywood, en Irlanda del Norte, que es donde el ¨²ltimo prodigio del golf naci¨® hace 25 a?os. En fotograf¨ªas, sobre todo en una que ¨¦l mismo tuite¨®, en la que se le ve cachas y forzudo levantando una barra con pesas de 140 kilos hasta la cintura, la realidad McIlroy es otra. En un reportaje en Golf Digest hay m¨¢s fotos similares o m¨¢s significativas a¨²n, fotos en las que se le ve con niquis ajustados, los pectorales poderosos amenazando con rasgar el tejido, tan tenso est¨¢, un cuerpo que asusta. Las im¨¢genes, la profesi¨®n de fe de McIlroy en las virtudes del m¨²sculo y la fuerza para seguir siendo el mejor, han levantado una peque?a pol¨¦mica entre los defensores del golf como una ejercicio art¨ªstico, el swing, una expresi¨®n r¨ªtmica de los sentimientos y el toque en los greens como pinceladas de pintor, y los que lo consideran puro ejercicio y sudor.
¡°Pero no por hacer pesas y mejorar mi f¨ªsico voy a perder mi swing¡±, le dice a todo el mundo McIlroy, que ha ganado los dos ¨²ltimos grandes disputados, el Open y el Campeonato de la PGA. ¡°No hay contradicci¨®n¡±. Emilio Pereira est¨¢ de acuerdo con el n¨²mero uno del mundo. ¡°Le he visto y tiene el mismo swing que antes, se enrosca igual, flexible y r¨¢pido¡±, dice Pereira, que fue polic¨ªa, aprob¨® el master de Alto Rendimiento organizado por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol y dirigido por Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez Badillo, ap¨®stol del entrenamiento de fuerza, y trabaja como preparador f¨ªsico de los mejores golfistas espa?oles, incluidos Sergio Garc¨ªa, Jos¨¦ Mar¨ªa Olazabal y Miguel ?ngel Jim¨¦nez, los tres del Masters. ¡°La distancia se consigue con fuerza y velocidad, y estas dependen del m¨²sculo. Es m¨¢s f¨¢cil que uno gordo pierda su swing al perder la barriga por cuestiones de geometr¨ªa, que uno que se fortalece pierda ritmo y sensibilidad¡±.
Como si McIlroy hubiera inventado las pesas.
Hace 70 a?os, un golfista aficionado y millonario llamado Frank Stranahan se convirti¨® en el terror de los botones de los hoteles, pues viajaba en su coche con bolsas que pesaban decenas de kilos, cargadas con las pesas que levantaba a diario. Termin¨® segundo un Masters, el mejor amateur de nunca en Augusta, y al a?o siguiente le expulsaron, al parecer porque, irresistible como era con su f¨ªsico de Tarz¨¢n, le hab¨ªa levantado la querida al jefe del Augusta National Golf Club. Las razones de Stranahan para cultivar un cuerpo de fisioculturista, lo que hizo durante toda su vida espartana, eran m¨¢s morales que golf¨ªsticas, m¨¢s salutarias que deportivas. Cre¨ªa con firmeza que comiendo poco y musculando mucho, y corriendo maratones (termin¨® 102) llegar¨ªa a vivir hasta los 120 a?os. Muri¨® a los 90, lo que tampoco est¨¢ tan mal.
El objetivo de McIlroy esta semana en Augusta no es seguramente tan ambicioso, pero quiz¨¢s igualmente complicado. Ning¨²n golfista europeo lo ha conseguido en la historia. Se trata de ganar los cuatro grandes, el llamado Grand Slam, aunque no sea en el mismo a?o. Ganador de dos Campeonatos de la PGA, el Open de Estados Unidos y el brit¨¢nico, a McIlroy solo le falta el Masters para engrosar la lista compuesta hasta ahora por Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods. Para ganar el Masters, dicen los ¨²ltimos a?os, hay que ser pegador largo, lo que McIlroy es, capaz de drives de 320 metros; tiene que llover, lo que se espera, para que a los cortos no les ruede la bola en las calles secas, y hay que ser sutil y paciente con los segundos golpes, lo que a McIlroy le falta a veces (no ha habido Masters en el que no haya hecho una tarjeta de 77 golpes o m¨¢s) y que no se encuentra en el m¨²sculo, sino en la cabeza, lo que el norirland¨¦s sabe. ¡°Tengo que ser m¨¢s paciente, lo reconozco¡±, dice. ¡°No tengo que intentar el birdie en todos los hoyos, al menos en Augusta¡±.
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