El ¡®cacique¡¯ Messi
El argentino asumi¨® en el exigente partido ante el Valencia el papel de futbolista total
Asegura la leyenda que un d¨ªa, todav¨ªa en tiempos de Pep Guardiola, entonces entrenador del Barcelona, le preguntaron a Leo Messi, ¡°?C¨®mo v¨¦is al equipo?¡±. Y el jugador, abrumado por la precaria situaci¨®n del equipo, respondi¨®: ¡°P¨ªdanselo al t¨¦cnico, que tiene la soluci¨®n, o as¨ª se lo o¨ª decir. Al parecer se levanta muy pronto por la ma?ana y acude a un cuarto oscuro y all¨ª encuentra la respuesta a cualquier problema¡±.
Messi nunca habl¨® mal de Guardiola y el t¨¦cnico siempre dispuso al equipo para que triunfara el 10 del Bar?a, como qued¨® constatado en la vigilia del cl¨¢sico del 2-6 cuando el entrenador convenci¨® al futbolista para que jugara de falso 9. La relaci¨®n de ambos qued¨® tocada en 2012 despu¨¦s de la derrota en la Liga con el Madrid y la eliminaci¨®n en la Champions con el Chelsea.
El protagonismo del 10 ha aumentado con la permisividad y complicidad del t¨¦cnico
No encontr¨® respuesta Guardiola, que se impuso un a?o sab¨¢tico, y Messi se entreg¨® a Tito Vilanova. La muerte del t¨¦cnico y una seria lesi¨®n provocaron la dimisi¨®n del futbolista, especialmente manifiesta con Tata Martino, hasta que despert¨® su alma competitiva en la entrega del tercer Bal¨®n de Oro para Cristiano Ronaldo. El portugu¨¦s afirm¨® su prop¨®sito de igualar a cuatro con Messi. Aquel d¨ªa el argentino se jur¨® que competir¨ªa por ganar el quinto, circunstancia que pasaba porque el Barcelona montara un equipo capaz de recuperar el trono de la Liga y competir por recuperar el t¨ªtulo de la Champions.
Y el Bar?a dej¨® de ser un equipo de autor, entregado a Guardiola, y se convirti¨® en el equipo de Messi sin desmerecer la figura del entrenador, Luis Enrique. El t¨¦cnico asturiano, una figura intervencionista, top¨® con la figura del equipo, que cree merecer un trato aparte, cosa que pasa por disputar todos los partidos, no ser sustituido y mucho menos cambiado, incluso en periodos vacacionales como el de Navidad.
Luis Enrique no aline¨® a Messi en Anoeta y se arm¨® la marimorena en el Camp Nou. El futbolista declar¨® la guerra y el entrenador tuvo que tragar quina, sobre todo cuando trascendi¨® que en un entrenamiento ambos se tiraron los trastos a la cabeza. Al parecer el mister ejerc¨ªa de ¨¢rbitro, cosa nunca vista en un entrenador, que acostumbra a delegar en su segundo en los partidillos de los jugadores, siempre proclives a reyertas, y la figura del equipo le desafi¨® por una falta no cobrada, conflicto que provoc¨® el enfrentamiento abierto entre Luis Enrique y Messi. La mediaci¨®n de Xavi evit¨® que la cosa fuera a mayores y el t¨¦cnico desisti¨® de expedientar al 10 por su desaf¨ªo posterior a la visita a Anoeta.
Auxili¨® a la defensa ante la presi¨®n del Valencia, ayud¨® a combinar a los medios y fue decisivo como delantero
El conflicto no pas¨® a mayores sino que cada uno asumi¨® su responsabilidad, coincidentes en la necesidad de que el equipo recupere la ambici¨®n de ganar cuantos t¨ªtulos estuvieran en litigio. No se discute hoy la importancia del entrenador ni de Messi. La prueba m¨¢s evidente de la implicaci¨®n del argentino es su actuaci¨®n contra el Valencia. Messi ejerci¨® de futbolista total por su implicaci¨®n en el juego y en el resultado: 2-0. Marc¨® el segundo gol, el n¨²mero 400 de su cuenta, remat¨® previamente a la cruceta en un libre directo, asisti¨® a Luis Su¨¢rez en el 1-0, y se convirti¨® en el futbolista referencial del Barcelona. El rosarino ejerci¨® de cacique de acuerdo a la liturgia argentina, la misma que se?ala a los futbolistas que marcan las pautas del encuentro, normalmente desde el puesto de 5. Messi auxili¨® a la defensa para sacar la pelota ante la presi¨®n del Valencia, ayud¨® a combinar a los medios en situaciones de inferioridad num¨¦rica y fue determinante como delantero, asociado a Su¨¢rez y Messi o como punto final, aspecto que qued¨® claro en el 2-0.
El 10 fue un jugador universal en un partido dif¨ªcil para el Bar?a. Asumi¨® la responsabilidad que le tocaba desde su litigio con Luis Enrique. Jug¨® como nunca, compiti¨® como no se le hab¨ªa visto, se despleg¨® por los sectores del campo, ejerci¨® como el l¨ªder con la complicidad del t¨¦cnico. Los dos se necesitan sin ser c¨®mplices, sabedores de que el fin justifica los medios: hay que ganar y despu¨¦s ya discutir¨¢n sobre el bot¨ªn.
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