Argentina se escandaliza ante el ¡°superbochorno¡± del Boca-River
Dirigentes pol¨ªticos hablan de ¡°suspender el f¨²tbol¡± en un clima de enorme pesimismo
?Qu¨¦ lleva a miles de personas, muchos padres de familia, trabajadores, algunos con sus hijos all¨ª, a esperar horas encerrados en un estadio en la madrugada de un jueves con un partido ya suspendido solo para impedir que el equipo rival pueda salir del campo? ¡°Aserr¨ªn, aserr¨¢n, de la Boca no se van¡± gritaban como locos en La Bombonera, el estadio de Boca. ?Qu¨¦ lleva a esos mismos a aplaudir y jalear que alguien roc¨ªe con gas pimienta a los jugadores del River Plate a trav¨¦s de un agujero en la manga que deber¨ªa proteger su salida al campo? ?Por qu¨¦ los futbolistas de Boca aplauden a su hinchada en vez de solidarizarse con sus rivales? Estas preguntas y otras a¨²n m¨¢s duras recorren una Argentina avergonzada por el espect¨¢culo ofrecido en el partido del a?o.
El tercer Boca-River en dos semanas, el definitivo, que decid¨ªa la clasificaci¨®n para los cuartos de final de la Copa Libertadores, termin¨® de hundir la imagen de un f¨²tbol argentino en horas bajas precisamente por los problemas de seguridad. Y la respuesta era un¨¢nime: la barra brava, los ultras, tienen secuestrado al f¨²tbol, extorsionan a todos y nadie se atreve a pararlos.
El f¨²tbol en Argentina est¨¢ en la esencia de casi todo. La pol¨ªtica, los negocios, el poder, y la delincuencia giran en torno a la pasi¨®n de este pa¨ªs por la pelota. Por eso al d¨ªa siguiente de un Boca-River que dej¨® im¨¢genes dur¨ªsimas, Argentina se encandalizaba y hablaba de ¡°superbochorno¡± en vez de ¡°supercl¨¢sico¡±.
Es un debate eterno: el f¨²tbol en este pa¨ªs es cada vez m¨¢s violento, m¨¢s descontrolado, pero nadie parece capaz de resolverlo. Se pens¨® que eliminando uno de los factores de mayor tensi¨®n, la tradici¨®n de estadios divididos a la mitad entre la hinchada visitante y la rival para que lucharan en c¨¢nticos, se relajar¨ªa. Pero no ha funcionado. En La Bombonera no hab¨ªa una sola camiseta de River, y el desastre fue igualmente completo.
La pol¨ªtica, los negocios, el poder, y la delincuencia giran en torno a la pasi¨®n de este pa¨ªs por la pelota
¡°Ya no van los visitantes. Si no se resuelve esto vamos en camino a suspender el f¨²tbol¡±, dijo Florencio Randazzo, ministro de Interior y uno de los candidatos oficialista a la sucesi¨®n de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner.?
Ahora el Gobierno responsabiliza a la c¨²pula de Boca, en general a los dirigentes de todos los clubes, que son incapaces de controlar a sus ultras. ¡°En Inglaterra se par¨® porque hab¨ªa dirigentes decididos a acabar con las barras. Ac¨¢ no hay directivos con coraje para denunciar, est¨¢n siendo extorsionados, esto tiene que acabar¡±, dijo Sergio Berni, secretario de Estado de Seguridad, un hombre de acci¨®n que poco antes de empezar el partido recorr¨ªa las tribunas para comprobar que todo estaba en orden. Pero no lo estaba. A pesar de los cacheos de la puerta que comprob¨® este periodista en persona, y las m¨¢quinas para analizar las huellas dactilares, la barra, impune, no solo meti¨® el gas pimienta sino que logr¨® introducir incluso un dron que recorri¨® el estadio burl¨¢ndose de la bajada a segunda divisi¨®n de River.
El Gobierno responsabiliza a la c¨²pula de Boca, a los dirigentes de todos los clubes, que son incapaces de controlar a sus ultras
Todos los peri¨®dicos, radios y televisiones difund¨ªan al d¨ªa siguiente un lamento generalizado que no solo habla del f¨²tbol sino de la sociedad argentina en general y de un pa¨ªs que no se reconoce a s¨ª mismo. ¡°Ayer tocamos fondo¡±, se lamentaba el famoso periodista deportivo Fernando Niembro, que lleva toda la vida narrando partidos. ¡°Un pa¨ªs que no respeta la justicia est¨¢ acabado. Antes era un disfrute ir a la cancha, yo iba con mi padre, recuperemos esa Argentina, ?por qu¨¦ nos tenemos que conformar con el inmundo barrabravismo?¡±, insist¨ªa.
Las barras no son ultras al estilo europeo. Tienen mucha influencia pol¨ªtica y contactos, porque mueven un ej¨¦rcito de fieles dispuestos a ayudar con su capacidad de intimidaci¨®n a cualquier pol¨ªtico o sindicalista en una manifestaci¨®n, en una pelea interna por el control de un municipio, de un territorio. Son fundamentales para la pol¨ªtica. Y adem¨¢s tienen mucho dinero porque controlan un gran negocio en torno al f¨²tbol: reventa de entradas, de souvenirs, de comida, de p¨¢rking alrededor del estadio. Controlan incluso zonas de La Salada, el mercado negro m¨¢s grande de Am¨¦rica. Tienen hombres disciplinados y dispuestos a todo, y eso es un gran activo en una pol¨ªtica dominada por la ocupaci¨®n del espacio, con manifestaciones diarias por los asuntos m¨¢s dispares. Por eso los argentinos son mayoritariamente pesimistas, y creen que nadie arreglar¨¢ nunca un problema que el jueves por la noche estall¨® de nuevo en las manos de los responsables pol¨ªticos.
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