Pero yo te amo
En El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, poco despu¨¦s de que Marlon Brando y Maria Schneider hagan el amor sin quitarse siquiera los abrigos y ponerse c¨®modos, pues no se conocen de nada, ¨¦l le pide que no le diga su nombre. Prefiere ignorar qui¨¦n es y de d¨®nde viene. ¡°Es bonito no saber nada el uno del otro¡±, afirma. Denle una vuelta a esta escena. Habla de muchas cosas que est¨¢n sucediendo en todos los sitios, a cualquier hora. Yo me acuerdo de ella cada vez que un futbolista dice que ama a su equipo, y al poco ficha por su rival.
Es habitual que el primer d¨ªa en su nuevo club, cuando se prueba la camiseta y le da besitos al escudo, confiese que en realidad ha vivido enamorado de esos colores toda su vida, a escondidas. La nueva afici¨®n corresponde con la misma pasi¨®n, sin pensar que en un par de a?os seguramente todo se ir¨¢ a la mierda. En ocasiones no hay que aguardar tanto tiempo. El desamor es repentino, y cuando se va, te deja los recuerdos, que es lo peor. Una amiga m¨ªa se cas¨® y al principio, es decir, durante las primeras horas, le fue bastante bien. Al tercer d¨ªa, sin embargo, comenz¨® a o¨ªr ¡°unos chirridos¡±, como si el amor diese error. Hizo lo que hacemos los que entendemos un poco de mec¨¢nica cuando sentimos un ruido extra?o en el motor: poner la m¨²sica a todo volumen, para que el ruido desaparezca.
Marlon Brando desea evitar a toda costa ese momento en el que lo eterno se acaba y nos ponemos tristes"
Marlon Brando desea evitar a toda costa ese momento en el que lo eterno se acaba y nos ponemos tristes. Es un hombre g¨¦lido, con los modales de alguien que ha salido de fiesta en el infierno, pero cuando la pasi¨®n muere, nadie le reprochar¨¢ haber hecho promesas innecesarias y tontas. ¡°Lo ¨²nico que sabe hacer es decirme que me quiere¡±, lamentaba mi amiga cuando su matrimonio se iba a pique.
?Se puede amar a un club de f¨²tbol? ?Y dejar de amarlo? Es probable. Se puede amar cualquier cosa. Yo una vez estuve enamorado de un bol¨ªgrafo de seis colores, y en otra ocasi¨®n, cuando madur¨¦ y me hice respetar, de un Renault 5 Copa Turbo. Pero, ?tiene sentido? ?No es infantil? Hay que decidir qu¨¦ buscamos en un gran jugador. ?Que nos diga que nos quiere, nos haga gestos, nos lance besos? Yo s¨®lo aspiro a que mate con un sutil y certero toque. Nada suena mejor a los o¨ªdos que ¡°futbolista a sueldo¡±. Las declaraciones de amor conducen a la melancol¨ªa, y cuando la limpias con la manga del jersey, como si fuese un cristal empa?ado, quedan a la vista las cacas de mosca.
Algunos d¨ªas uno est¨¢ tentado a pensar que un futbolista no necesita m¨¢s que un bal¨®n y una idea. Ni pantal¨®n, ni medias, ni camiseta de algod¨®n, ni un escudo pegado a los que decirle que los ama con locura. Al final de esta frase muchos d¨ªas aguarda el desencanto. Mejor evitar las escenas de amor. Cualquier excusa vale, como la de aquel premio Nobel que rechaz¨® una invitaci¨®n a cenar con los Kennedy en la Casa Blanca alegando que por norma ¨¦l nunca viajaba tan lejos para cenar con extra?os.
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