Froome se queda sin aliento
Lindeman gana en La Alpujarra donde el brit¨¢nico da muestras de cansancio respecto a los grandes
?Qu¨¦ era lo importante? ?Que triunfase una escapada en el primer d¨ªa de alta monta?a?, ?que ganase un metomentodo como Bert Jan Lindeman, un veterano asiduo en todas las escapadas, un guerrero en busca de su d¨ªa de gloria, de que los guardianes est¨¦n jugando al mus, como sucedi¨®? ?O que Chris Froome se dejase 35 segundos respecto de los favoritos en un puerto m¨¢s aburrido que duro, de esos que exigen m¨¢s paciencia que fuerza y que ya est¨¦ a 1,22 de Chaves en la general? Todo era importante.
Para las curiosidades, la escapada: cinco locos que se marchan a la media hora de carrera y dos de ellos llegan a la Alpujarra mientras los grandes se convierten en juguetes en miniatura. Llegaron Lindeman, el metomentodo y Koshevoy, otro perejil de todas las salsas. Estaba tambi¨¦n el franc¨¦s Antoine Cousin, pero quiso pararse tanto al final para medir a sus dos rivales que acab¨® cay¨¦ndose de la bici. Fue la ca¨ªda tonta de la jornada. No se hizo nada, pero seguro que fue la que m¨¢s le doli¨®. Pod¨ªa ganar. Le ocurri¨® lo de la copla: as¨ª mirando y mirando, as¨ª empez¨® su condena.
Para la general, o sea para el futuro, importaba que Froome sucumbiese al calor, al puerto que conduc¨ªa a Capileira, largo y variado (20 kil¨®metros) pero sin pendientes excesivas. Algo le pas¨® al brit¨¢nico que al m¨ªnimo aceler¨®n de su grupo se qued¨® cortado como un bostezo sin aliento. Quedaba poquito, lo menos duro, pero Froome dio un paso atr¨¢s, se fue a la cola, y los metros crec¨ªan y los maillots se difuminaban en la distancia, oscurecidos por el sol. Era un terreno de tres colores, como toda la sierra de La Alpujarra: verde, blanco (de los pueblos colgados de las laderas) y el marr¨®n de los secanos. Una bandera t¨ªpica de las sierras que muestran su poder¨ªo all¨¢ por el Mulac¨¦n. All¨ª, sobre los barrancos, en un carretera donde las curvas se suceden, sobre un buen firme, como se suceden los n¨²meros y las letras.
No est¨¢ Froome en su mejor momento. A la m¨ªnima exigencia, sufre, a veces cede. Solo una vez ense?¨® el dorsal a sus rivales. Pero ahora mete la cabeza abajo, saca los codos, pero no para escapar, sino para coserse a los rivales que sin atacarle le condenan a la soledad. Dos veces le han roto un bot¨®n y en ninguna de las dos encontr¨® la aguja para coserlo. Queda mucho, pero a Froome le queda un minutos y 22 segundos m¨¢s que a Chaves, que sigue liderando la clasificaci¨®n y ayer pas¨® su primer an¨¢lisis de esfuerzo.
Solo quer¨ªa llegar y lleg¨® con los suyos (Valverde, Purito, Daniel Martin y compa?¨ªa) Se le fue Fabio Aru, que arranc¨® fuerte, pero tarde, para ganar la etapa. Pero, a cambio, dej¨® en la primera estacada a Froome. Lo uno por lo otro. Y sigue l¨ªder y todo apunta que -desgracias aparte-, llegar¨¢ con ¨¦l puesto a Andorra. All¨ª comenzar¨¢ la otra Vuelta, la segunda mitad de una historia que tendr¨¢ un momento oportuno en la contrarreloj de Burgos, aunque a saber como llegan all¨ª unos y otros.
Estaba la sonrisa de Chaves. La alegr¨ªa de Lindeman, levantando los brazos. La tristeza de Koshovoy, derrotado de oficio. El cabreo de Cousin cuando enganch¨® su rueda a la de Koshovoy y tuvo que echar pie a tierra para no echar mand¨ªbula al suelo. Ah¨ª arranc¨® Lindeman, tras el incidente. Y ah¨ª comenz¨® a ganar la etapa. Y la cara de p¨®ker de Froome que cruz¨® la meta, dio media vuelta y tir¨® carretera abajo hacia el parking de lo equipos, unos kil¨®metros m¨¢s abajo. Ni un gesto, ni una mueca. De momento, el paso de Froome es un paso de silencio, aunque su retraso de hoy delata que no ha comenzado bien. Queda mucho y el brit¨¢nico, por prestigio, no est¨¢ para paseos. Busca su momento, pero a¨²n no lo encuentra. Y espera, siempre espera, mientras Chaves sonr¨ªe, siempre sonr¨ªe.
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