La cerveza y las masas no alteran la paz en Twickenham
Pese a que pueblo londinense casi duplica su poblaci¨®n en un d¨ªa de partido de rugby y se consume mucho alcohol no se producen incidentes
Es mediod¨ªa, faltan cuatro horas para que empiece la final del Mundial de Rugby 2015, pero a la estaci¨®n londinense de Twickenham ya llegan en tropel aficionados de ambos equipos. La anfitriona lleva eliminada tres semanas, pero aun as¨ª el pueblo duplicar¨¢ una vez m¨¢s su poblaci¨®n. El censo no supera los 55.000 habitantes y en el estadio de la selecci¨®n inglesa 80.125 espectadores, la gran mayor¨ªa bebiendo mucha cerveza, presenciar¨¢n la octava final entre dos rivales hist¨®ricos como Australia y Nueva Zelanda, pero raro ser¨ªa que se produjera alg¨²n incidente.
Lo primero que sorprende a alguien que no ha estado en un evento rugb¨ªstico como este, es la ausencia casi total de polic¨ªa, algo a lo que los parroquianos no prestan inter¨¦s. ¡°No la necesitamos¡±, responde un miembro de La manada, nombre que reciben los voluntarios que ayudan a los espectadores a cualquier cosa; les orientan, les ayudan a cruzar, les animan y les regalan banderolas de ambos equipos. ¡°Sobre todo estamos para guiar a la multitud. Que sepan por donde cruzar y que vayan por donde tienen que ir¡±, explica uno de los pocos agentes en las cercan¨ªas del estadio.
Pese a los constantes c¨¢nticos de ambas aficiones, los visitantes se hacen bromas y desean buena suerte. Aunque los pubs est¨¢n llenos desde horas antes del encuentro, los litros de cerveza consumidos en un d¨ªa de partido sean propios de cualquier festival de m¨²sica veraniego y supuestamente se vaya a ver un partido entre eternos enemigos y rivalidades hist¨®ricas nadie teme un intercambio de objetos contundentes. ¡°S¨ª, incluso se puede beber en el estadio. Esto no es f¨²tbol¡±, contin¨²a el polic¨ªa cuando se le pregunta por los potenciales altercados provocados por los hinchas embriagados.
En el camino al estadio, en los jardines y las entradas a las casas unifamiliares t¨ªpicamente inglesas se han instalado puestos de comida y tiendas de suvenires del partido. Ondean banderas de ambos equipos por igual y no se ve ni un solo caballo ni antidisturbios. ¡°Odio el f¨²tbol por sus aficionados¡±, espeta un ¨¢spero miembro de la seguridad del estadio que custodia la llegada de uno de los equipos. ¡°Aqu¨ª los aficionados no crean problemas. Nos dan m¨¢s quebraderos de cabeza los trabajadores de la organizaci¨®n¡±, a?ade un compa?ero suyo que est¨¢ revisando las entradas.
Les han pedido que cacheen a uno de cada diez, pero el asegura que se sirve del sentido com¨²n. ¡°Si veo a un aficionado con una camiseta le dejo pasar, puedo ver que no esconde nada¡±, explica; ¡°el problema es que algunos trabajadores pretenden entrar cosas prohibidas, como latas, y se enfadan cuando les dices que las tienen que tirar. Pero los aficionados no¡±.
En Inglaterra, est¨¢ prohibido beber alcohol en los estadios, pero en Twikenham lo m¨¢s normal es que la gente suba con cuatro pintas para sentarse en su sitio y disfrutar del partido. ¡°Esto es rugby¡±, dicen con una sonrisa y cierto color sonrosado en la piel que denota que no son las primeras de la tarde. Durante el encuentro la grada corea y protesta si las cosas no van seg¨²n sus deseos. Pero ah¨ª se queda. Abajo la gente prosigue la ingesta de cerveza y las pachangas improvisadas con balones ovalados se producen espont¨¢neamente.
En el camino de vuelta a la estaci¨®n ya s¨ª hay polic¨ªa, pero van sin pistola y su expresi¨®n es de tranquilidad. En el tren de Londres, situada a 16 kil¨®metros de Twickenham, parece hora punta. En la estaci¨®n la presencia de lo policial es mayor, pero el ambiente sigue siendo excelente. Despu¨¦s de felicitarse por el partido realizado por sus equipos, los aficionados se gastan bromas constantemente y compiten por ver qui¨¦n grita m¨¢s alto. Unos aficionados neozelandeses cantan el himno sudafricano, sus v¨ªctimas en semifinales, y cuando se bajan del tren un grupo de australianos, que acaban de ver a su equipo perder ante su eterno rival, todo son palmaditas en la espalda y agradecimientos por el gran partido visto unas horas antes.
¡°En lo que llevamos de Mundial no se ha dado ning¨²n altercado serio en las calles, si acaso hemos tenido que intervenir alguna vez en la Fan Zone (situada en Richmond a unos pocos kil¨®metros)¡±, explicaba entre semana la recepcionista de la polic¨ªa local. Como explicaba el agente en la puerta del estadio, en Tickenham no hay peleas, ¡°la gente viene a ver un partido de rugby¡±.
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