Keylor Navas, el porterito de San Andr¨¦s
Keylor Navas comenz¨® su carrera en un modesto barrio de San Isidro, donde a¨²n le recuerdan como un guardameta peque?o y tremendamente h¨¢bil
San Andr¨¦s es un barrio lento en la margen norte de la tibia ciudad de San Isidro, en la hondura del Valle del General, al lado del cerro Chirrip¨®, el m¨¢s alto de Costa Rica. Hay tres o cuatro tienditas, tres o cuatro calles, un templo cat¨®lico peque?o y un campo de futbol muy verde, rodeado de ¨¢rboles, pero con los marcos tumbados bajo un laurel; imposible jugar un partido. Hay tambi¨¦n una escuela peque?a donde en 1994 estudiaban Mauricio (hoy inmigrante en Estados Unidos), Javier (polic¨ªa), Adri¨¢n (maestro de matem¨¢ticas), Rafael (m¨¦dico), Michael (fallecido) y un tal Keylor.
Todo en este barrio parece peque?o, salvo la cordillera de Talamanca a un lado y el cerro de la Muerte al otro, en direcci¨®n a San Jos¨¦, la capital de la Costa Rica. Hay ahora m¨¢s casas y calles, s¨ª, en este barrio-caser¨ªo donde hubo m¨¢s cafetales en 1986, cuando nacieron en suelo tico 83.194 beb¨¦s, incluido uno que en el parto casi muere ahogado en l¨ªquido amni¨®tico. Era moreno, regordete, hijo de una maestra de religi¨®n y de un futbolista de abuelos ind¨ªgenas, cuyo mayor logro hab¨ªa sido jugar en el equipo de la ciudad, el club Municipal P¨¦rez Zeled¨®n que a?os despu¨¦s iba a rechazar a su hijo de 13 a?os para la porter¨ªa. Keylor no ten¨ªa condiciones, dijo entonces alguien que no quiere ser citado. Era demasiado peque?o.
Fantasear entre carencias
So?aba con ser ¨¦l mismo, Keylor Navas Gamboa, defendiendo el arco de un club de otro mundo. Su mam¨¢ Sandra y el abuelo Juan lo ve¨ªan fantasear entre las carencias de entonces y disfrutar las mejengas [pachangas] en la cancha de pasto del barrio.
Mostraba dotes de futbolista. ¡°Pateaba con ambas piernas; y era peque?o pero ¨¢gil¡±, recuerda Juan de Dios Madriz, el fundador de la escuela de futbol Pedregoso, el que fue a buscar al ni?o de ocho a?os porque un familiar le hab¨ªa hablado del porterito. Habl¨® con la mam¨¢ Sandra y se comprometi¨® a llevarlo y traerlo en una moto Suzuki. Se puede ver como el primer fichaje de Navas, a cambio del transporte y la garant¨ªa de que el ni?o se iba a divertir con ellos.
Se parece a m¨ª en lo arisco, pero tiene una mente fuerte¡±, dice el abuelo Juan
Lo cuenta el abuelo Juan Gamboa, el hombre que pr¨¢cticamente cri¨® a Keylor desde que sus pap¨¢s emigraron a Estados Unidos, como cientos de vecinos de esta zona. Sentado en el corredor de la misma casa donde el nieto hizo de las suyas, Juan se sobrepone a su modo desconfiado y tantea las claves del ¨¦xito del arquero. ¡°Se parece mucho a m¨ª en eso, en lo arisco y en hablar poco, pero hay una gran diferencia: ¨¦l tiene una mente muy fuerte, con las metas muy claras y va por lo que quiere. Nada lo detiene¡±.
Nada. No lo detuvo el cari?o por su barrio cuando a los 10 a?os fue becado por una escuela religiosa y privada en el centro de la ciudad, con el fin de que jugara en su equipo de chavales. No lo detuvo el rechazo del equipo de P¨¦rez Zeled¨®n (cuyo estadio lleva ahora el nombre de Keylor Navas). No lo detuvo el apego familiar cuando a los 14 a?os lo fich¨® el Deportivo Saprissa (uno de los dos grandes de Costa Rica) para subirlo a un autob¨²s, sacarlo de su mundo rural y meterlo en la urbe. No lo detuvo el hast¨ªo de verse cocinando para ¨¦l solo en la casa que le asign¨® el club. Tampoco lo detuvo el Deportivo Saprissa cuando en 2010 quiso evitar que fichara por el Albacete ni lo detuvieron los meses en el banco de las esperas en el club manchego, en el Levante despu¨¦s, ni en el Real Madrid a donde lleg¨® en 2014.
La virtud de la paciencia
Muy pocas cosas han cambiado de lo que cuentan la mam¨¢ Sandra, el abuelo Juan, la abuela Elizabeth, el mentor Juan de Dios, el entrenador Guillermo Trejos, la maestra Irma Chac¨®n. Todos lo ven ahora y lo asocian con aquel esp¨ªritu duro y flexible, transparente y ligero; un alma de grafeno, un coraz¨®n confiado, una cabeza con la paciencia para saber esperar el turno.
¡°Ha ido paso a paso, sin l¨ªmites. El poder mental de ese muchacho es tremendo¡±, cuenta Guillermo Trejos, su entrenador en la escuela de Pedregoso. Lo recuerda bien: era un l¨ªder del equipo, pero no el gallito del corral. Sab¨ªa disfrutar igual si lo pon¨ªan al arco o en punta. Aprovechaba cada minuto y desde peque?o ten¨ªa esa costumbre de persignarse y se?alar al cielo, una fe cat¨®lica que le permite eludir las petulancias y atribuir cada logro al Dios que le inculcaron los abuelos. ¡°Somos a la antigua, con mucha religiosidad, quiz¨¢s en extremos¡±, reconoce Juan.
La mentalidad no la hacen los pap¨¢s, un entrenador ni nadie¡±, asegura su mentor
Era disciplinado, centrado y ajeno a las travesuras de grupo, dice la maestra Irma. Enamoradizo s¨ª; le gustaba la compa?erita Ivette, pero los d¨ªas se le llenaban con f¨²tbol y poco m¨¢s. Era un ni?o m¨¢s de los que corr¨ªan por la calle de piedra, amante del arroz con leche de la abuela y de la leche con cacao. Es aficionado de la olla de carne, un cocido de verduras y tub¨¦rculos con carne de res. La abuela lo prepar¨® en Madrid para un convivio [convite] con la familia del Chicharito Hern¨¢ndez. ¡°Me hice amigo del abuelo del Chicharito¡±, cuenta Juan, mientras su mujer muestra un retrato que le dedic¨® el delantero mexicano, hoy en el Leverkusen. Esta es gente de familia y afectos.
Poca televisi¨®n, poco estudio y buenas notas. Fue a la recolecta de caf¨¦ alguna vez por la aventurilla o para juntar dinero para la fiesta de fin de a?o, pero nunca por trabajo como otros ni?os. Era un chico liviano que manejaba los pies como si fueran otro par de manos, experto en detener penaltis con esa mezcla de reflejos y concentraci¨®n que demostr¨® en el Mundial de Brasil 2014, cuando fue el h¨¦roe de la Costa Rica que lleg¨® a los cuartos de final.
Mentalidad incomparable
As¨ª lleg¨® a la adolescencia, cuando lo rechazaron del P¨¦rez Zeled¨®n y cuando su cuerpo se decidi¨® finalmente a estirarse. Fue poco despu¨¦s de fichar con el Saprissa. Era entonces un adolescente de pueblo dispuesto a evadir todas las tentaciones juveniles que merodean a los muchachos en sus primeros a?os de f¨²tbol competitivo. ¡°Todo fue su talento, sus dones y esfuerzo; ninguna escuela da lo que tiene Keylor¡±, repite Juan de Dios, ahora desligado de la escuela de f¨²tbol. Trejos, nuevo responsable del Pedregoso, lo explica: ¡°Tengo un muchacho de 15 a?os que es mejor portero que el Keylor de 15 a?os que tuve conmigo, pero la mentalidad es incomparable. Eso no lo hacen los pap¨¢s, un entrenador ni nadie. Eso lo tienen o no, sobre todo en esas edades complejas¡±.
La naturaleza le iba a responder al joven d¨¢ndole 1,84 metros de estatura y el resto del trabajo ¨¦l lo har¨ªa sin arrugar la cara. ¡°?l tiene condiciones innatas, con buen juego de pies, dominio por aire, buen achique y excelente reacci¨®n en corto, pero es sobre todo muy maduro y l¨ªder. Siempre destac¨® por ser disciplinado y trabajador, con muchos deseos de aprender m¨¢s y m¨¢s¡±, recuerda Francisco Porras, arquero titular del Saprissa cuando Keylor era suplente.
Tras pasar por Saprissa, Albacete y Levante y abortarse su traslado a Manchester este verano, triunfa en el Real Madrid. Tiene 28 a?os. ¡°?l es el mismo de siempre¡±, concluye el abuelo. ¡°En los d¨ªas antes de confirmar el fichaje con el Real Madrid, ¨¦l me llev¨® a pescar a Sierpe [un pueblo playero del Pac¨ªfico Sur]. Me dijo que dejara afuera el carro para meter el de ¨¦l r¨¢pido y que desde fuera se viera solo el m¨ªo. Nos fuimos muy temprano, cogimos la lancha r¨¢pido y al volver a la playa hab¨ªa como 3.000 personas esper¨¢ndolo. Tuvimos que pedir ayuda a la polic¨ªa, aunque a ¨¦l eso no le resulta c¨®modo¡±.
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