¡®Baby Mike¡¯
Kobe Bryant lo hac¨ªa todo para aplacar su deseo de ser Michael Jordan. Y a O¡¯Neal aquello le sacaba de sus casillas
Kobe Bryant ha anunciado su retirada y se supone que deber¨ªa estar escribiendo que esto es una noticia triste para la NBA, que se acaba una era, o simplemente que es momento de considerar su mortalidad. Pero no puedo decir nada de eso porque cuando pienso en el final de Kobe, todo lo que me sale es dudar de si realmente existi¨®.
Mi primera experiencia como jugador profesional fue en la pretemporada de 2001 con Los ?ngeles Lakers de Shaq, Kobe y Phil Jackson. Y seguro que muchos podr¨ªais pensar que lo primero que me viene a la mente es su tap¨®n en un entrenamiento y en c¨®mo despu¨¦s acerc¨® hasta una distancia poco prudencial sus genitales a mi cara y empez¨® a gritarme.
Pero realmente lo primero que me viene a la mente es un partido de esa pretemporada contra Golden State Warriors. Yo estaba en el banquillo sentado junto a Shaquille O¡¯Neal, empap¨¢ndome de la experiencia de estar sentado junto a Shaquille O¡¯Neal, cuando Kobe hizo una de las suyas (no recuerdo si fue un tiro imposible ante tres oponentes o esa mirada asesina tan suya a un compa?ero cuando no le pasaban el bal¨®n). El caso es que Shaquille se rio y dijo: ¡°Mira a Baby Mike¡±.
Mike era Michael Jordan, claro.
Bryant lo hac¨ªa todo para aplacar su deseo de ser Michael Jordan. Y a O¡¯Neal aquello le sacaba de sus casillas. No porque Kobe Bryant no deb¨ªa osar emular al mejor jugador de la historia sino porque acentuaba la falsedad de Bryant, su falta de identidad. Porque al final Bryant siempre ha sido un producto de su propia imaginaci¨®n.
Compart¨ª esa irritaci¨®n durante mucho tiempo despu¨¦s de que los Lakers me diesen la patada. Era algo evidente en su forma de interactuar con los medios, con sus compa?eros y en su (mala) relaci¨®n con los aficionados. Es algo que he seguido viendo en las notas de prensa de su entorno de los ¨²ltimos dos a?os, todos esos t¨®picos, sutilezas y estados de Facebook sobre su camino hacia la recuperaci¨®n.
La pretensi¨®n de imitar a Jordan acentuaba la falsedad de Bryant. Al final Bryant siempre ha sido un producto de su propia imaginaci¨®n
Pero si hay un culmen de evidencia de esa falsedad, ¨¦se es, sin duda, la idea de despedirse a trav¨¦s de un poema.
¡°Desde el momento en el que me puse las medias de mi padre y mi imaginaci¨®n se dispar¨® con lanzamientos ganadores, supe que una cosa era real: estaba enamorado de ti. Y mi amor fue tan profundo que te lo di todo: mi cuerpo, mi mente, mi esp¨ªritu y mi alma¡±.
En esas l¨ªneas subyace un deseo desesperado: parecer real. Y puede que haya quien lo crea, especialmente aquellos que se subieron al tren Kobe Bryant al inicio de su carrera y que hoy est¨¢n tristes porque no volver¨¢n a ver a su estrella favorita jugar al baloncesto.
Pero a m¨ª todo me suena muy falso. No me quito esa sensaci¨®n de otro movimiento calculado m¨¢s, prefabricado y medido. Otra maniobra m¨¢s de cara a la galer¨ªa para cubrir nuestras supuestas expectativas.
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