Rondo y la homofobia
Nada justifica sus palabras, pero es injusto asumir que el base odia a los gais porque se le fue la cabeza y solt¨® un insulto
El pasado 3 de diciembre, el escolta de Sacramento Kings, Rajon Rondo, fue expulsado por el ¨¢rbitro Bill Kennedy. Mientras abandonaba la pista, en un ataque de ira, el jugador exclam¨®: ?Eres un p*** m******. Eres un p*** m******, Billy?.
Sus poco elegantes declaraciones le valieron que, con el benepl¨¢cito del comisionado de la NBA, Adam Silver, fuese sancionado otro partido m¨¢s.
El mundo ser¨ªa much¨ªsimo mejor si nadie dijese nada parecido nunca m¨¢s, pero mientras llega ese d¨ªa, deber¨ªamos ponernos en la piel de los deportistas antes de destruir la reputaci¨®n de cualquier persona
Diez d¨ªas despu¨¦s de su rajada, las cosas se complicaron un poco m¨¢s cuando se hizo p¨²blico que el ¨¢rbitro en cuesti¨®n es gay.
Rondo utiliz¨® Twitter para decir que ?los hechos durante el partido fueron fruto de la frustraci¨®n y la emoci¨®n. Punto?, y que ?no reflejan en absoluto mis sentimientos hacia la comunidad [homosexual]. En ning¨²n caso pretend¨ªa faltar al respeto ni ofender a nadie?.
Mucha gente entendi¨® que esas disculpas (y las que vendr¨ªan despu¨¦s) eran insuficientes y Rondo es ahora una especie de paria hom¨®fobo o intolerante, seg¨²n qui¨¦n lo valore.
A m¨ª todo esto me parece un poco exagerado.
Est¨¢ claro que sus declaraciones son injustificables en cualquier contexto normal pero, y aqu¨ª viene el problema, hablamos de baloncesto, un contexto en el que los jugadores est¨¢n en una situaci¨®n que podr¨ªamos calificar de cualquier forma menos normal.
Durante la d¨¦cada que fui jugador profesional me sorprend¨ªa continuamente de hasta qu¨¦ punto cambiaba en una cancha. Era una especie de troglodita, reducido a lo m¨¢s b¨¢sico de mis instintos. Era como entrar en trance, un paso en el que mi funci¨®n cognitiva quedaba desplazada por un estado reactivo que potenciaba mi aspecto puramente f¨ªsico.
Es dif¨ªcil describir ese estado mental y emocional pero supongo que la mejor manera de explicarlo es relacionarlo con el sexo, con ese momento en el que dejamos a un lado nuestro pensamiento racional y nos concentramos simplemente en lo que est¨¢n haciendo nuestros cuerpos.
El ejemplo es especialmente relevante, supongo, porque cuando estamos metidos en faena a veces decimos cosas que no nos gustar¨ªa que nadie grabase para luego utilizarlas en nuestra contra. Son palabras que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites y que en otro contexto admitir¨ªamos como una aberraci¨®n. Ese tipo de expresiones que la gente utiliza cuando se pelea, cuando se golpea el pulgar con un martillo¡ O cuando juega partidos de baloncesto de m¨¢ximo nivel.
Me parece injusto asumir que Rajon Rondo odia a los gais porque se le fue la cabeza y solt¨® un insulto, incluso aunque despu¨¦s se supiese que esa persona era gay. Insultar a alguien en un momento de m¨¢xima excitaci¨®n no es lo mismo que insultarla en, pongamos, una cafeter¨ªa. La gente tiene mayor tendencia a decir estupideces si est¨¢ realizando cualquier actividad que eleva su ritmo card¨ªaco y, as¨ª, limita su potencia cognitiva.
Evidentemente esto no justifica las palabras de Rondo. El mundo ser¨ªa un lugar much¨ªsimo mejor si nadie dijese nada parecido nunca m¨¢s, pero mientras llega ese d¨ªa, deber¨ªamos ponernos en la piel de los deportistas (o de nosotros mismos en nuestros dormitorios) antes de destruir la reputaci¨®n de cualquier persona.
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