Otro a?o de vac¨ªo
La eliminaci¨®n de Ferrer (6-3, 6-7, 6-2 y 6-3 ante Murray) cierra la participaci¨®n espa?ola en Australia, el grande que m¨¢s se le resiste a los tenistas nacionales. Solo Nadal (2009) ha logrado el bot¨ªn de Melbourne
De partida, todo apuntaba a Rafael Nadal, remodelado y aparentemente recuperado para la causa de volver a luchar en la ¨¦lite del circuito. Sin embargo, la progresiva reinserci¨®n del n¨²mero cinco en la zona noble se detuvo de golpe y porrazo, cuando muy pocos lo esperaban. Su traspi¨¦ con Fernando Verdasco en la primera ronda oblig¨® a cambiar el paso y el foco vir¨® entonces hacia Garbi?e Muguruza, a la que se le adivina madera de gran tenista, pero que como ya le ocurriera el pasado verano, cuando patin¨® despu¨¦s de irrumpir como un rayo en Wimbledon, recogi¨® el equipaje mucho antes de lo previsto. Su derrota frente a la checa Barbora Strycova en el tercer partido no entraba dentro de los planes.
Esta edici¨®n ser¨¢ recordada por la derrota tempranera de Nadal contra Verdasco
Apeados los dos grandes referentes, fueron cayendo progresivamente los actores secundarios, aunque al tenis espa?ol a¨²n le quedaba la esperanza de dos supervivientes: David Ferrer y Carla Su¨¢rez. Despu¨¦s de un periodo sombr¨ªo, con salidas prematuras en los Grand Slam, esta ¨²ltima por fin consigui¨® aterrizar en la segunda semana, pero la impoluta Agnieszka Radwanska le abri¨® de par en par la puerta de salida en los cuartos. Carla, pues, tampoco. As¨ª que toda la ilusi¨®n qued¨® concentrada en Ferrer, un enorme profesional que apura cada segundo que est¨¢ sobre la pista.
As¨ª lo hizo en el pulso de cuartos frente a Andy Murray. Una tarde de alt¨ªsimo nivel ten¨ªstico y muy exigente desde el punto de vista f¨ªsico, resuelta al final con el triunfo del escoc¨¦s: 6-3, 6-7, 6-2 y 6-3, despu¨¦s de tres horas y 20 minutos. A sus 28 a?os, de principios firmes y a punto de estrenar paternidad con Kim Sears, su chica de toda la vida ¡ªasegur¨® que si su esposa se pon¨ªa de parto abandonar¨ªa el torneo¡ª, Murray resisti¨® al ejercicio de supervivencia que le plante¨® el espa?ol (34 a?os el pr¨®ximo 2 de abril), que aspiraba a sus terceras semifinales en Australia, las primeras desde 2013; por eso jug¨® bien, con lucidez y frescura, la suficiente al menos para hacer frente a una locomotora de la talla de Murray.
Habiendo cometido ambos un n¨²mero significativo de errores (64 por parte de Murray y 54 el de X¨¤bia), terminaron decidiendo cuatro apartados: las descargas el¨¦ctricas de Andy (49 ganadores, por 23), los puntos directos de servicio (11-0), el acierto en la red (31 de 38 para Murray) y la conversi¨®n de las opciones de break (Ferrer solo remach¨® dos bolas de nueve, un 22%). El alicantino, despu¨¦s de recorrer 4,2 kil¨®metros, se inclin¨® y dej¨® paso al escoc¨¦s.
Gisbert (1968), Gimeno (1969), Moy¨¤ (1997), Arantxa (1994 y 1995) y Conchita alcanzaron la final sin ¨¦xito
Ahora, Murray se cruzar¨¢ (la pr¨®xima madrugada, a las 2.00, Eurosport) con el gigant¨®n Milos Raonic. El canadiense, entrenado desde este mes por el mallorqu¨ªn Carlos Moy¨¤, super¨® al franc¨¦s Gael Monfils (6-3, 3-6, 6-3 y 6-4) y accedi¨® por segunda vez en su carrera ¡ªla anterior fue en Wimbledon 2014¡ª a las semifinales de un grande. La alianza entre ambos, por tanto, parece ir por el buen camino. La estad¨ªstica dice que en los seis pulsos que han disputado hasta ahora Raonic y Murray prima la igualdad: cuatro triunfos por cabeza.
No es de todos modos Australia un territorio que se le d¨¦ excesivamente bien a los jugadores espa?oles. Tan solo Rafael Nadal (2009, aquellas l¨¢grimas de Federer) logr¨® el cetro, pero cedi¨® en las finales de 2012 y 2014. Previamente, Joan Gisbert (1968), Andr¨¦s Gimeno (1969) y Moy¨¤ (1997) alcanzaron la final, pero se fueron de vac¨ªo. Entre las chicas, Arantxa S¨¢nchez Vicario (1994 y 1995) y Conchita Mart¨ªnez (1998) hicieron lo propio, pero tampoco consiguieron extraer frutos de un terreno yermo para los espa?oles, mucho m¨¢s productivos en la arena de Par¨ªs, y tambi¨¦n sobre el c¨¦sped de Wimbledon o el cemento neoyorquino.
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