Mucho respeto y poco juego
Atl¨¦tico y Villarreal empatan a cero en un partido dominado por un exceso de tacticismo que mata un poco m¨¢s la emoci¨®n de la pelea por el t¨ªtulo liguero
La Liga muri¨® emocionalmente en el Vicente Calder¨®n un poco m¨¢s de lo que ya lo hab¨ªa hecho tras el empate del Madrid en La Rosaleda. El Atl¨¦tico mira ya a demasiada distancia al Barcelona en un d¨ªa que invitaba a dar un paso m¨¢s al frente desde el inicio, aunque fuera para poner m¨¢s distancia de por medio con el vecino. A ocho puntos del liderato, con el derbi de por medio, este empate a cero es casi una sentencia demasiado prematura al campeonato que presume de ser la mejor Liga del mundo. El punto le da al Atl¨¦tico cierta ventaja para tratar de consolidar esa tercera plaza que es el objetivo prioritario del club, pero que no sacia del todo a la grada.
No hubo noticias de los porteros y s¨ª de un juego espeso y trabado. El exceso de tacticismo envolvi¨® casi todo lo que se vio anoche en el Manzanares. El primer tiempo dibuj¨® uno de esos partidos de vista a¨¦rea ideales para aprendices de entrenadores, donde el ¨²nico placer est¨¢ en ver los movimientos coordinados de las l¨ªneas o el trabajo solidario de veinte jugadores movi¨¦ndose al comp¨¢s de lo que hace el rival con el bal¨®n. Ora repliegue, ora ayudas en las bandas; ora bal¨®n largo, ora una obsesiva colocaci¨®n para la segunda jugada. Juego corto de miras, con miedo al fallo propio, pero con un anhelo mayor de que el contrario la pifie. Ataques muy medidos, con la sensaci¨®n de ambos equipos de que un centrocampista de m¨¢s en la ofensiva o un lateral descolg¨¢ndose eran un riesgo y una osad¨ªa. Uno y otro parecieron guardarse cartas para el segundo tiempo. Simeone y Marcelino jugaron a un partido largo, de mucho desgaste para meter cargas m¨¢s incisivas en el segundo tiempo.
M¨¢s all¨¢ del resultado, ese juego del primer acto pone en evidencia que tan aburridos son 40 pases horizontales como otros tantos largos y verticales. Hubo un exceso de juego en l¨ªnea recta en esos primeros 45 minutos generador de un exceso de bostezos. El Atl¨¦tico buscaba a Torres y el Villarreal a Bakambu. Cuando hab¨ªa algo m¨¢s de juego, Correa y Griezmann acaparaban el ataque del Atl¨¦tico. El argentino chispe¨® por los alrededores del ¨¢rea de Areola. Hubo m¨¢s intenci¨®n e inventiva en sus acciones, pero por momentos fue el ¨²nico futbolista en el campo que animaba a esperar algo distinto, a recuperar la sensaci¨®n de que el f¨²tbol engancha desde la habilidad. Su elecci¨®n para el once dej¨® en el banquillo a ?liver Torres. Simeone quer¨ªa velocidad en los costados, bien porque se la diera Correa, bien porque por ah¨ª apareciera Griezmann. El franc¨¦s lleva ya cinco partidos sin marcar y esa estad¨ªstica refuerza la idea que ¨¦l es el gol del Atl¨¦tico y detr¨¢s de ¨¦l hay poco. No deja de ser causalidad que desde que Torres ocupa el frente de ataque sus prestaciones en las inmediaciones de la porter¨ªa contraria se han rebajado. El Atl¨¦tico solo domina con autoridad un ¨¢rea, la suya. La otra es una asignatura pendiente de los delanteros y de su propio entrenador. Necesita el peso de un goleador en los ¨²ltimos metros.
Al Villarreal no le import¨® controlar el partido desde los espacios y entregarle la pelota a su rival. Entre esas similitudes que le emparentan con el Atl¨¦tico est¨¢ esa interpretaci¨®n del repliegue en campo propio que roza la perfecci¨®n y atasca a los contrarios. Los registros defensivos de ambos equipos, encumbrados por esa escasez de goles en contra se pusieron de manifiesto. Se puede decir que un disparo alto de Bonera tras recoger un rechace en un saque de esquina y un remate de cabeza de Griezmann que roz¨® el palo fueron las dos ¨²nicas ocasiones m¨¢s o menos claras de todo el duelo.
El distinto
El segundo tiempo trajo esos movimientos de fichas esperado por unos y por otros. Simeone, que hab¨ªa probado la variante durante la semana, meti¨® a ?liver. El movimiento acentu¨® la intenci¨®n del t¨¦cnico del Atl¨¦tico de encontra[/TEX]r otro tipo de partido. El diez del Atl¨¦tico se manifest¨® en la misma l¨ªnea de los ¨²ltimos encuentros. Jug¨® a hacerse due?o del partido desde la pelota. En el tiempo que jug¨® llen¨® el verde de intenciones distintas, de pases buscando una asociaci¨®n sencilla para iniciar o un desmarque da?ino.
Enfrente, el Villarreal carg¨® m¨¢s su intenci¨®n de jugar a la contra. Cedi¨® metros con m¨¢s descaro, pero tambi¨¦n se animaba con m¨¢s efectivos para buscar un contragolpe definitivo que nunca lleg¨®. Hubiera sido injusto. Casi tanto como un gol del Atl¨¦tico. Tanto respeto mat¨® el juego y de paso, la Liga.
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