Iriondo, superviviente

Nacido en Gernika el 24 de octubre de 1918, seg¨²n Internet, o de 1919, seg¨²n el ¨¢lbum de Caf¨¦s Columba de la temporada 1954-55, Rafael Iriondo Aurtenetxea, fallecido en Bilbao este 24 de febrero a los 97 a?os de edad, ten¨ªa 18 o 19 aquel 26 de abril de 1937 en que su pueblo fue bombardeado por la legi¨®n C¨®ndor. Fue su primera experiencia de supervivencia. La otra termin¨® esta semana al irse del mundo tras haber sido durante una d¨¦cada ¡ªdesde el fallecimiento de Zarra, diez a?os y un d¨ªa antes¡ª el ¨²ltimo resistente de la famosa delantera del Athletic en los a?os 40 y 50 del pasado siglo.

En 2013, a?o del centenario de San Mam¨¦s, Iriondo, flanqueado por Ir¨ªbar, Koldo Aguirre y Maguregui, era el punto central de una concentraci¨®n de cientos de exjugadores del Athletic de varias generaciones que se hab¨ªan reunido para despedir al viejo campo, cuando el nuevo ya estaba emergiendo. Aquel anciano llevaba mucha historia en las venas. Hab¨ªa llegado al primer equipo del Athletic con menos de 20 a?os y tras un aprendizaje de tan solo 11 partidos: uno con el equipo de su pueblo, que se disolvi¨® pocos d¨ªas despu¨¦s. Cinco con el Bilbao, el segundo equipo del Athletic, y otros tantos en el Atl¨¦tico Tetu¨¢n, tras haberle tocado ?frica en el sorteo de la mili. Consigui¨® volver a Bilbao tras obtener una pr¨®rroga de estudios (iba para perito mercantil). Se present¨® en San Mam¨¦s y el entrenador del primer equipo, Juanito Urkizu, le enrol¨® enseguida haci¨¦ndole debutar contra el Valencia en Mestalla el mismo d¨ªa en que lo hac¨ªa Zarra, autor de los dos goles del empate a dos con que termin¨® el encuentro.

Era el a?o 1940 y sigui¨® jugando durante 13, hasta 1953. En ese tiempo gan¨® cuatro copas y una liga y marc¨®, en 326 partidos, 117 goles, uno de los cuales fue el que hac¨ªa el n¨²mero mil de los anotados por el equipo en la Liga. Tras dejar el Athletic a¨²n marcar¨ªa otros 7 con la Real Sociedad. Fue internacional solo dos veces, por coincidir sus mejores a?os con los mejores del barcelonista Basora, due?o indiscutible de la camiseta n¨²mero 7 en los 20 partidos jugados por la selecci¨®n entre 1949 y 1953. Curiosamente, Iriondo quiso siempre jugar de delantero centro, lo que solo consigui¨® en los meses que jug¨® en el Baracaldo bajo esa condici¨®n, la de ser el 9, antes de fichar por La Real, ya con 34 a?os. Su salida de San Mam¨¦s fue precipitada por una divergencia, expresi¨®n que indica separaci¨®n creciente, con el entrenador Antonio Barrios.

Se retir¨® tras la temporada 1954-55, pero no del todo porque fich¨® por el Indautxu, reci¨¦n ascendido a Segunda, en condici¨®n de jugador-entrenador. Le daba pena dejar de jugar, y lo mismo le pasaba a Zarra que tambi¨¦n jug¨® esa temporada en el equipo que entrenaba su amigo. Iriondo ser¨ªa luego, durante m¨¢s de 20 a?os, entrenador, entre otros, del Alav¨¦s, Baracaldo, Bilbao Athletic y al fin del primer equipo del Athletic, con el que conquist¨® la Copa en 1969. Tambi¨¦n entren¨® al Espa?ol y al Zaragoza, a los que ascendi¨® a Primera; al Betis con el que gan¨® otra Copa, en una final resuelta a penaltis contra los de San Mam¨¦s en 1977.

(En 1955 asist¨ª, a mis 9 a?os, al primer partido del Indautxu de Iriondo en Segunda. Venci¨® por 4-2 al Tarrasa y Zarra marc¨® dos goles que vi desde detr¨¢s de la porter¨ªa. En el primero de ellos, por la inercia, Zarra embisti¨® contra la red tras su remate y pude verle tan cerca como cuando le entrevist¨¦ casi 30 a?os m¨¢s tarde. Un tiempo despu¨¦s Iriondo volvi¨® a entrenar al Indautxu y en la pretemporada presenci¨¦ con otros amigos del barrio c¨®mo durante un entrenamiento unos directivos con aire de se?orones debat¨ªan sobre cu¨¢nto pesar¨ªa Zabalo, un extremo juvenil muy bueno que era muy delgado. Llamaron a Iriondo, que se acerc¨® al borde del campo y le dijeron que enviase al jugador a pesarse para ver qui¨¦n ten¨ªa la raz¨®n. Iriondo se neg¨® diciendo que no ser¨ªa bueno para el chico, sudado como estar¨ªa. Insistieron pero no cedi¨®, y esa imagen de firmeza sin levantar la voz es la que en mi memoria representa la dignidad que siempre distingui¨® a Rafael Iriondo).