¡°?C¨®mo iba a matar a Cruyff! ?l era dios¡±
Carlos Gonz¨¢lez Verburg, marinero gallego, protagoniz¨® un violento asalto al domicilio de la leyenda holandesa que hizo que no jugase el Mundial de 1978
Aquel verano de 1977 Raimundo Calvi?o Garrido y Carlos Gonz¨¢lez Verburg volvieron a juntarse en Seixo, Mar¨ªn, frente al mar de la r¨ªa de Pontevedra. Eran ya dos hombres adultos. Se hab¨ªan conocido de cr¨ªos cuando Carlos regres¨® de Barcelona, donde hab¨ªa nacido. Era hijo de Abundio y Pieternella, una mujer holandesa que su padre hab¨ªa conocido en Catalu?a. Como su padre, Carlos vir¨® hacia el mar y se emple¨® en American Line. Fue durante muchos a?os, en Rotterdam, el mejor embajador de los gallegos que sub¨ªan a Holanda a buscar un futuro.
Esa noche de primeros de septiembre Carlos y Raimundo, otro marinero, cenaron juntos para despedirse; Carlos volv¨ªa a Rotterdam. Raimundo recuerda la cena, el vino y las confidencias. Todos los detalles regresaron a su cabeza ocho d¨ªas despu¨¦s, cuando el nombre de Carlos sali¨® en los peri¨®dicos.
Aquella noche, Carlos y su amigo hablaron de f¨²tbol, algo poco habitual
-Me dijo que volver¨ªa a Holanda a trav¨¦s de Barcelona porque ten¨ªa que hacer unas cosas. Mi amigo era una persona muy introvertida, muy callada. Hay algo que yo recuerdo de esa cena: hablamos un poco de f¨²tbol. Lo recuerdo porque a Carlos no le gustaba especialmente el f¨²tbol, aunque hab¨ªa jugado en Holanda y hab¨ªa conocido, no s¨¦ de qu¨¦ modo, a Rinus Michels.
Carlos Gonz¨¢lez Verburg era hincha del Real Madrid y del Ajax de Amsterdam. En aquella cena habl¨® con rara amargura de la admiraci¨®n que sent¨ªa por Cruyff. ¡°Ese mocoso¡±, le llamaba (Carlos era 16 a?os mayor). ¡°Es el mejor jugador del mundo, y nosotros no llegamos a nada¡±.
Carlos atravesaba la peor ¨¦poca de su vida. Se hab¨ªa separado de su mujer, la holandesa Wilhemina Engel, con la que hab¨ªa tenido cuatro hijos: Juanita, Norman, Carlos y William. Fumaba hierba en exceso, todo el d¨ªa. Y su amigo Raimundo cree que por entonces ya hab¨ªa iniciado una relaci¨®n con otra mujer con la que tuvo dos hijas que nunca reconoci¨® legalmente, Elvira y Jennifer, pese mantener con ellas una relaci¨®n extraordinaria.
Ocho d¨ªas despu¨¦s de esa cena, Carlos, un hombre alto y atl¨¦tico, atractivo, llam¨® a la puerta de la casa de los Cruyff en Barcelona. Eran las 21.30. Carlos sab¨ªa que Rinus Michels viv¨ªa en el Hotel Princesa Sof¨ªa, as¨ª que enga?¨® a Danny, la esposa de Cruyff, dici¨¦ndole que tra¨ªa un recado del entrenador para la estrella del Barcelona. Nada m¨¢s irrumpir en la casa se desat¨® una pesadilla para los Cruyff. Carlos enca?on¨® al jugador en la cabeza con un rifle del 22, lo at¨® a una silla poni¨¦ndole esparadrapo en la boca y en los ojos; at¨® a su mujer, Danny, dej¨¢ndola tirada en el suelo. Los tres hijos de la pareja estaban en sus habitaciones. Seg¨²n el relato de Cruyff, que s¨®lo habl¨® del suceso en Catalunya Radio en 2008, y a?os despu¨¦s en L¡¯Equipe, su mujer pudo liberarse y salir corriendo para avisar a los vecinos. La Vanguardia, al d¨ªa siguiente del suceso, inform¨® de que Danny hab¨ªa cogido el arma de Carlos aprovechando un descuido del delincuente, que la hab¨ªa dejado en el suelo para acomodar al astro.
Carlos trat¨® de huir a la carrera por el garaje, pero fue rodeado por los vecinos. Fue detenido e internado en la Modelo, donde se corri¨® la voz de que aquel hombre hab¨ªa enca?onado al mito cul¨¦ y aterrorizado a su familia. A las pocas semanas cuatro presos lo rodearon y le dieron una paliza de muerte; Carlos pas¨® varias semanas en la enfermer¨ªa. Fuera, mientras tanto, Cruyff decid¨ªa no acudir al Mundial de Argentina, donde se esperaba la coronaci¨®n de la Naranja Mec¨¢nica. Nunca aclar¨® los motivos hasta 2008: antepuso la seguridad de su familia al f¨²tbol, pas¨® varios meses con la polic¨ªa durmiendo en casa y sus hijos yendo escoltados al colegio, y a una Copa del Mundo ¡°si no vas al 200%, no puedes ir¡±.
Cruyff no habl¨® del incidente hasta 2008 y fue clave para que no fuese al Mundial 78
Carlos Gonz¨¢lez Verburg no pas¨® mucho tiempo en prisi¨®n. Se recuper¨® de la paliza gracias a la ayuda, entre otros, de un pariente lejano suyo, el pontevedr¨¦s Rafael Gonz¨¢lez Adrio. Gonz¨¢lez Adrio, exjugador de baloncesto de Barcelona y Real Madrid, se convirti¨® con el tiempo en un traumat¨®logo de prestigio, jefe de los servicios m¨¦dicos del Barcelona durante 18 a?os y uno de los m¨¦dicos de confianza de Johan Cruyff. Recuperado, Gonz¨¢lez Verburg regres¨® primero a su pueblo, Seixo, antes de partir a Holanda; en Galicia los vecinos y familiares hab¨ªan reunido el dinero necesario para pagarle la fianza. Raimundo recuerda el impacto de la noticia entre los vecinos. Corri¨® como nunca volvi¨® a correr otra: ¡°Carlos el de Abundio intent¨® secuestrar a Johan Cruyff¡±.
Raimundo Calvi?o Garrido y Carlos Gonz¨¢lez Verburg eran gentes del mar, habitualmente personas de pocas palabras. Si uno no quiere hablar, el otro no pregunta. El asalto a la casa de Cruyff nunca fue tenido en cuenta por el grupo ¨ªntimo de amigos de Carlos. Se consider¨® un acto irracional y oscuro de un hombre que perdi¨® moment¨¢neamente las riendas de su vida y su cabeza, da?ada por las drogas. Tampoco ¨¦l supo explicar por qu¨¦ lo hizo: su familia ten¨ªa dinero y le hab¨ªan dejado a ¨¦l y sus hermanos fincas del Pazo de Aguete, que pertenec¨ªa a familiares suyos. Un patrimonio grande que fueron vendiendo paulatinamente.
Carlos continu¨® viajando todos los a?os desde Rotterdam a Seixo. En coche, porque no se sub¨ªa a un avi¨®n. Primero en un Seat Ibiza y luego en un Skoda. Un d¨ªa Raimundo reuni¨® fuerzas:
-Carlos, como foi que quixeches raptar a Cruyff.
Carlos, ya anciano, se ech¨® a reir. Raimundo insisti¨®. Carlos neg¨® con la cabeza: ¡°Estaba ata as papes de porros¡±.
-Pero fuches a Barcelona coa idea. Quixeches matalo?
-Que ¨ªa querer matalo! Cruyff era dios.
Hace dos a?os Carlos se parti¨® la cadera en Galicia; fue ingresado primero en el Hospital Montecelo, luego en el Dom¨ªnguez y finalmente en una residencia de Poio, la Ballesol, atendido siempre por Raimundo Calvi?o y su familia. Cuando estuvo recuperado su amigo lo llev¨® al aeropuerto para que lo recogiese su hija Elvira y lo llevasen de vuelta a Rotterdam. Desde all¨ª Carlos llam¨® a Raimundo para decirle que algo hab¨ªa ido mal: le hab¨ªa dado una trombosis. Fue la ¨²ltima conversaci¨®n de una amistad de 40 a?os. En la siguiente llamada desde Rotterdam, a los quince d¨ªas, Raimundo supo que Carlos hab¨ªa muerto. Era el 5 de septiembre de 2014.
Despu¨¦s de la trombosis Carlos dict¨® unas ¨²ltimas voluntades: que sus cenizas se llevasen a Galicia y fuesen tiradas al mar de Aguete. Que sonase, en su despedida, Un canto a Galicia de Julio Iglesias y la Canci¨®n del Mariachi interpretada por Antonio Banderas.
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