Messi mete la pata
En una entrevista en Egipto, el argentino le entreg¨® a la presentadora un par de sus botas. Esperaba un aplauso. No lo recibi¨®. Se arm¨® un esc¨¢ndalo.

¡°Tres cuartas partes de las miserias y los malentendidos del mundo se acabar¨ªan si la gente se pusiera en los zapatos de sus adversarios y entendiera sus puntos de vista¡±. Gandhi.
Lo hizo con las mejores intenciones. Durante una entrevista transmitida esta semana en un canal de televisi¨®n egipcio, Lionel Messi le entreg¨® a la presentadora un par de sus botas. La idea era que se subastaran con fines caritativos. El crack argentino esperaba un aplauso. No lo recibi¨®. Se arm¨® un esc¨¢ndalo.
¡°Messi, los egipcios somos 90 millones de personas. Tenemos orgullo y zapatos¡±
Un parlamentario egipcio llamado Said Hassian declar¨® en otro canal de televisi¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe que Messi hab¨ªa insultado gravemente a su patria. ¡°?No sabe¡±, dijo, dirigi¨¦ndose a Messi, ¡°que la u?a de un beb¨¦ egipcio vale m¨¢s que sus zapatos? Qu¨¦dese con sus zapatos o v¨¦ndaselos a Israel¡±, Hassian se quit¨® uno de sus zapatos, lo alz¨® ante la c¨¢mara y agreg¨®: ¡°Messi, nosotros los egipcios somos 90 millones de personas. Tenemos orgullo. Tenemos zapatos¡±.
Un portavoz de la federaci¨®n egipcia de f¨²tbol se sum¨® a lo que r¨¢pidamente se convirti¨® en un coro medi¨¢tico de indignaci¨®n. ¡°Si la intenci¨®n de Messi es humillarnos¡±, dijo el portavoz, ¡°entonces digo que mejor se ponga estos zapatos en su cabeza y en las cabezas de sus aficionados. No necesitamos sus zapatos¡Que se los regale a su pa¨ªs. Argentina est¨¢ llena de pobres¡±.
Los tuiteros ¨C faltar¨ªa m¨¢s?¨C enloquecieron. ¡°Esto es repugnante¡±, escribi¨® uno. Otro: ¡°la presentadora deber¨ªa haber rechazado la donaci¨®n¡±. Otro: ¡°El nombre de Egipto es m¨¢s grande que los zapatos de Messi. Esto es un gran insulto a Egipto¡±. Y as¨ª, en esta t¨®nica, miles m¨¢s.
?Por qu¨¦ un insulto? Pues porque resulta que no solo en Egipto, sino en el mundo ¨¢rabe en general, el zapato es considerado un s¨ªmbolo degradante y ofensivo. Es sucio, seg¨²n la cultura ¨¢rabe, porque pisa la tierra y porque envuelve a la parte m¨¢s vil, m¨¢s baja del cuerpo humano, el pie.
Esto explica por qu¨¦ antes de entrar en una mezquita los feligreses est¨¢n obligados a dejar sus zapatos afuera. Explica tambi¨¦n la intenci¨®n de aquel furibundo periodista iraqu¨ª que lanz¨® sus dos zapatos al presidente George W. Bush durante una rueda de prensa en Bagdad en 2008. Y explica tambi¨¦n que el parlamentario Hassain hubiese declarado, aunque con cierta exageraci¨®n tomando en cuenta lo que los nefastos gobiernos egipcios han hecho a su propio pueblo en los ¨²ltimos a?os, que lo que hizo Messi represent¨® la primera humillaci¨®n a los egipcios ¡°en siete mil a?os de civilizaci¨®n¡±.
Puede ser una met¨¢fora de la limitada comprensi¨®n que tenemos del mundo ¨¢rabe en occidente?
Lo cual nos lleva a la ineludible conclusi¨®n de que en esto de las civilizaciones y las culturas, cada loco con su tema. Pero hay un problema de fondo que no es trivial. El incidente con las botas podr¨ªa llegar a verse como una peque?a met¨¢fora de la limitada comprensi¨®n que tenemos en occidente del mundo ¨¢rabe; tambi¨¦n de los errores en los que nuestros gobiernos caen cuando se?inmiscuyen en los asuntos de aquellas tierras y en vez de apagar incendios alimentan las llamas.
Nunca en la historia la comunicaci¨®n ha sido m¨¢s veloz o m¨¢s extensa. Ning¨²n fen¨®meno social est¨¢ m¨¢s ampliamente extendido que el f¨²tbol. Nadie que vive hoy ¨C no, ni el Papa, ni Barack Obama, ni siquiera Mariano Rajoy?¨C es m¨¢s ¨ªdolo para m¨¢s personas que Lionel Messi. Pero vemos que incluso el f¨²tbol tiene sus l¨ªmites como factor de uni¨®n entre las razas o religiones o ideolog¨ªas. Perduran los focos de resistencia a la globalizaci¨®n, las culturas se aferran a sus ritos y tab¨²es, los malentendidos se perpet¨²an, las grandes potencias carecen de la humildad para reconocer que no entienden nada, se convencen de que sus intenciones son buenas, intervienen en Irak, Siri o Libia y, como Messi en Egipto, meten la pata.
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