Nadal reverdece ante Murray
En su mejor versi¨®n del ¨²ltimo a?o, el n¨²mero cinco remonta al brit¨¢nico (2-6, 6-4 y 6-2, despu¨¦s de dos horas y 36 minutos) y disputar¨¢ la 100? final de su carrera, 10? en el Principado, ante Monfils
Fueron muchas las se?ales, pero ninguna como el hambre, la actitud, la furia. Correr de esa forma a por la pelota, atacar as¨ª la bola. Sin rastro de la duda o la incertidumbre, indeseables compa?eras de viaje durante m¨¢s tiempo del que hubiera deseado. Emergi¨® Rafael Nadal sobre la pista de Montecarlo, remont¨® a Andy Murray (2-6, 6-4 y 6-2) y tendr¨¢ este domingo (14.30, Canal+ Deportes2) la posibilidad de elevar su 28? trofeo del Masters 1.000 ¨Cen su 41? final, la 10? en el Principado y la 100? de toda su carrera¨C, frente a Monfils (6-1 y 6-3 a Jo-Wilfred Tsonga. Reverdeci¨® el espa?ol en un momento clave, al inicio de la gira europea sobre arcilla, primera escala antes de Roland Garros.
El inicio fue un intercambio de poder a poder, muy intenso por parte de ambos. A la pretensi¨®n de Nadal de ganar metros y pegar desde la l¨ªnea se uni¨® la de Murray por evitarla e intentar hacerle recular al de Manacor, una y otra vez perfilado de derecha, entrando cada vez m¨¢s c¨®modo. Resulta a que ese confort creciente replic¨® el de Dunblane con reveses dur¨ªsimos y control. Sab¨ªa el brit¨¢nico que sus opciones pasaban por no dejarle pensar a su rival, por buscar la v¨ªa directa e imponer la velocidad, pero enfrente se encontr¨® con un Nadal muy diferente al que atorment¨® hace casi un a?o en la final de Madrid.
Que Nadal no es el de anta?o es un hecho, pero desde luego tampoco es el tenista taciturno que desfil¨® por el circuito en la primera mitad del curso pasado. La confianza es otra y el juego es mucho m¨¢s consistente, lo suficiente al menos como para batirse a plena igualdad en los peloteos o probar golpes que antes, por simple temor, por el v¨¦rtigo al fallo, su mente ni siquiera procesaba. A su drive a¨²n le falta filo, a su rev¨¦s precisi¨®n y a su servicio la carga extra que siempre se le ha reclamado (y que a estas alturas no va a ganar), pero el viraje en positivo de un a?o aqu¨ª es m¨¢s que evidente.
Est¨¢ en condiciones de competir y m¨¢s en el h¨¢bitat de la tierra batida. Con el flujo m¨¢s lento de la bola, las carencias se camuflan y las virtudes se potencian. Tambi¨¦n las de Murray, mucho m¨¢s adaptado ahora al patinaje sobre arena. El escoc¨¦s ha ido cumpliendo poco a poco sus pretensiones. Wimbledon, la Copa Davis y, en el plano personal, la paternidad, ser un hombre pleno y completo. Y, en otra escala profesional, convertirse en un jugador multisuperficie. El a?o pasado elev¨® sus primeros dos t¨ªtulos en clay (M¨²nich y Madrid) y en este su candidatura a Roland Garros, una utop¨ªa hasta hace nada, cobra y cobra m¨¢s cuerpo.
El de Manacor no jugaba una final del Masters 1.000 desde que lo hiciera hace un a?o en Madrid
Impuso su rev¨¦s Murray para dominar y rompi¨® por primera vez el saque de Nadal (4-2). No se arrug¨® el espa?ol, que al siguiente juego exigi¨® al m¨¢ximo al escoc¨¦s y dispuso de una opci¨®n de break, resuelta por este ¨²ltimo con sobriedad y luego con un estacazo sobre la l¨ªnea que sentenci¨®, antes de cerrar el parcial ya con su servicio. Desencorsetados los dos, el segundo set arranc¨® con un doble quiebre, de una parte y otra; todo nivelado, otra vez, hasta que Nadal hizo una llamada a la ¨¦pica y recuper¨® una magn¨ªfica versi¨®n, osada e incisiva, f¨ªsica y jer¨¢rquica, agresiva en los tiros y sin el m¨¢s m¨ªnimo complejo.
Se le vio deslizarse como hac¨ªa mucho tiempo que no lo hac¨ªa, profundiz¨® con la derecha y fue laminando poco a poco la moral de Murray, cada vez m¨¢s err¨¢tico pero jam¨¢s rendido. Traz¨® varios puntos que rememoraron sus mejores momentos, con drives y passings en carrera, y as¨ª rompi¨® el servicio de Murray (4-3) y defendi¨® el suyo inmediatamente despu¨¦s, con varias maniobras de las que hacen mella en el contrario. Igualdad de nuevo en el marcador, contador a cero de nuevo, sensaciones cambiantes. An¨ªmicamente, el que ten¨ªa la sart¨¦n por el mango ahora era Nadal.
Resoplaba y corr¨ªa el escoc¨¦s, resguardado del sol y la tormenta ten¨ªstica bajo una gorra, pero ni por esas. El volantazo era definitivo y el tercer set fue una simple constataci¨®n del reverdecer de Nadal, que casi un a?o despu¨¦s volver¨¢ a disputar la final de un Masters 1.000, algo que no saboreaba desde mayo de 2015, en Madrid, ante Murray, al que el esfuerzo le hizo terminar el partido cojeando por un pinchazo en la ingle, batallando hasta el final. Tiene Nadal en su mano, este domingo, lograr su noveno t¨ªtulo en Montecarlo y redise?ar el status del 1.000. Hace tres semanas Novak Djokovic le super¨® (Miami) en trofeos de segundo nivel, pero el rey de la tierra reclama su espacio y la gr¨¢fica apunta hacia arriba de nuevo. Bienvenida la ¨¦pica.
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