El Getafe sue?a; la Real se duerme
El equipo madrile?o remota en Anoeta y mantiene su esperanza de la permanencia
Entre la necesidad y el placer hay una distancia considerable. Al menos, en el f¨²tbol. La necesidad del Getafe, a punto del desahucio de la Primera Divisi¨®n, con 13 partidos sin ganar, con la moral herida, con el cambio de entrenador que debuta con goleada en casa frente al Madrid, con las cr¨ªticas a su juego, resultaba m¨¢s eficaz que la sensaci¨®n de placer de la Real Sociedad, victima del efecto placebo de su c¨®moda clasificaci¨®n.
Pod¨ªa pensar la Real en Europa, porque los n¨²meros se lo propon¨ªan. No era tarea f¨¢cil, pero en algo hay que pensar en las tardes de primavera cuando no hay nada en lo que pensar. M¨¢s aun, cuando al cuarto de hora, Carlos Vela hace un gol tras un despeje de Guaita y el ¨¢nimo se te levanta tanto como los pelos se le ponen como escarpias al rival, asustado y propicio a la desesperaci¨®n. Tanto tiempo sin ganar, crea h¨¢bito, porque genera desconfianza o mal fario. A cualquier cosa se puede uno agarrar para explicar el desaguisado.?
Pero el Getafe prefiri¨® dar un golpe en la mesa donde se adormec¨ªa la Real como en una siesta de verano. No jugaba el Getafe, a pesar de los impulsos de Sarabia y el empuje de Lacen, entregado a la causa. Y, s¨ª, se adormeci¨® la Real, descosida, indolente, hasta que Sarabia, segundos antes del descanso, aprovech¨® un centro de ?lvaro, tras un error infantil de ??igo Mart¨ªnez, que remat¨® con solvencia Sarabia.
?Fue la puntilla. No estaba la Real para heroicas ni ¨¦picas. Como mucho para sobrevivir y disfrutar de lo que tuviera. Nadie sobresal¨ªa en un ejercicio de solidaridad mal entendida. Y en esto Olazabal, el portero que sustitu¨ªa al sancionado Rulli, se confundi¨®, se ofusc¨®, ech¨® en falta la pr¨¢ctica del juego, y derrib¨® innecesariamente a ?lvaro, cuando el bal¨®n miraba a la grada y el futbolista del Getafe parec¨ªa m¨¢s preocupado por no chocar con la valla publicitaria. El propio ?lvaro ejecut¨® el penalti, por el centro, medido, con la fuerza justa. Y el partido, ganado. Y la esperanza mantenida, porque una derrota en Anoeta le hubiera abierto las puertas del infierno. Pero la Real le encendi¨® el aire acondicionado, aunque el equipo de Eusebio se constip¨®. El Getafe puede seguir so?ando. La Real se despert¨®: ya solo le queda la rutina del desayuno.
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