Percepciones selectivas
¡°No hay verdad. Solo hay percepci¨®n¡±. Gustave Flaubert
Puede que hayamos visto las mismas im¨¢genes pero, seg¨²n los prejuicios o las simpat¨ªas de cada uno, nuestros cerebros las interpretan de diferentes maneras. Que vemos lo que queremos ver es una verdad tan obvia como ignorada por el grueso de la humanidad, sin excluir a los aficionados de f¨²tbol, o incluso del f¨²tbol americano.
La falacia en el concepto de la objetividad fue expuesto en el a?o 1954 por un par de investigadores estadounidenses tras examinar lo que llamaron ¡°las percepciones selectivas¡± de los aficionados rivales cuando vieron una grabaci¨®n de un partido entre las universidades de Dartmouth y Princeton. Sus interpretaciones de lo que ocurri¨® en el campo, por ejemplo sobre cu¨¢l de los dos equipos jug¨® m¨¢s sucio, dependieron abrumadoramente del equipo con el que iban. Cost¨® creer que ambos grupos hab¨ªan visto el mismo partido.
Los investigadores concluyeron que nadie minti¨®: que las dos radicalmente opuestas versiones de los hechos eran igual de sinceras y de reales para ambos grupos. Todos estaban convencidos de que basaban sus juicios en una fr¨ªa visi¨®n de los hechos; todos los que no estaban de acuerdo eran o ciegos o tontos.
He aqu¨ª los procesos mentales de los que valoramos o despreciamos a un partido pol¨ªtico, o una ideolog¨ªa, o una creencia religiosa, o un equipo de f¨²tbol, o, simplemente, a un ser humano. Un ser humano como, por ejemplo, Pep Guardiola, que para unos es un genio, un visionario y un gran tipo y, para otros, es un falso, un bluff que simplemente ha tenido la suerte de heredar dos equipos, el Barcelona y el Bayern Munich, dotados de grandes jugadores. ?No es obvio?, dir¨¢n estos: mi abuela los podr¨ªa haber hecho campeones.
Buena parte de los males del mundo procede de la insistencia de los seres humanos en creer que poseen toda la verdad
En cuanto a la lectura de las jugadas, en un Bar?a-Madrid, por ejemplo, hay dos grupos, cada uno compuesto de millones de personas, que parecen que est¨¢n viendo el mismo partido pero en realidad est¨¢n viendo dos. Uno ve roja, el otro ve amarilla; uno ve una falta, el otro ve una leg¨ªtima entrada; uno cree que Marcelo se merece un Oscar, el otro que Busquets.
Un caso reciente fue el que nos ofreci¨® Jamie Vardy, el goleador del Leicester City, el fin de semana pasado. A no ser que se derrumbe como el Barcelona, el Leicester est¨¢ a punto de lograr la inimaginable haza?a de conquistar la Premier League cuando hace un a?o luchaba por evitar el descenso. Vardy se cay¨® en el ¨¢rea, el ¨¢rbitro vio un piscinazo, le dio una segunda tarjeta amarilla, Vardy insult¨® al ¨¢rbitro y, como calamitosa consecuencia, Vardy se pierde dos de los ¨²ltimos cuatro partidos que le quedan a su equipo en la temporada. Si el Leicester pierde los dos puede que pierda la liga.
Dado que la gran mayor¨ªa de los futboleros del mundo desean que el Leicester haga realidad su cuento de hadas, la gran mayor¨ªa considera que el ¨¢rbitro se equivoc¨® al ver aquel piscinazo y que Vardy estuvo plenamente justificado en chillarle de todo cuando le expuls¨®. Los aficionados del Tottenham, el ¨²nico equipo con posibilidades de arrebatarle el t¨ªtulo, no dudaron en aplaudir al ¨¢rbitro por la fineza de su visi¨®n y de su juicio.
Buena parte de los males del mundo procede de la insistencia de los seres humanos en creer que poseen toda la verdad cuando a lo m¨¢s que se puede aspirar es a tener un punto de vista. Menos mal que el f¨²tbol es solo f¨²tbol y no conduce ¡ªo no mucho¡ª a guerras o a muertes tr¨¢gicas. Como bien dec¨ªa Dani Alves en un v¨ªdeo el d¨ªa despu¨¦s de la eliminaci¨®n de su equipo, el Barcelona, de la Champions League, ¡°Es un partido de futbol. No pasa nada, La vida sigue¡±.
M¨¢s interesante a¨²n fue que el brasile?o lo dijo disfrazado de mujer, regal¨¢ndonos una extraordinaria excepci¨®n a la regla de las percepciones selectivas que formularon aquellos investigadores estadounidenses en 1954. Habr¨ªa que celebrarlo, enmarcar el momento, porque quiz¨¢ nunca se vuelva a repetir: madridistas y barcelonistas vieron la misma imagen con los mismos ojos desde el mismo punto de vista. El consenso fue universal. Alves super¨®, objetivamente, todos los registros de la ridiculez.
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