Peque?as molestias
Es la clase de dictamen m¨¦dico que invita a ponerse ligeramente nervioso. Y que provoca el efecto contrario al que persigue
Las peque?as molestias lo complican todo, hasta volverse grav¨ªsimas. Llegan muchas veces en los momentos m¨¢s decisivos del a?o. Hasta entonces uno ha podido romperse una tibia, o el ligamento cruzado, pero se pasa seis meses en una mezcla de quietud total e intenso trabajo, y asunto arreglado; queda casi como nuevo. Transcurrido ese tiempo, ni se acuerda de que vivi¨® al borde del abismo. En cierto sentido, la peque?a molestia es m¨¢s seria; te pierdes s¨®lo un partido, o dos. ?Pero qu¨¦ partidos! Parec¨ªa una tonter¨ªa, y de pronto te enteras de que no juegas el siguiente encuentro, que es la semifinal de Champions.
Las peque?as molestias son un percance grav¨ªsimo, como en el fondo casi todas las cosas sin importancia, que representan el material delicado con el que se construyen los d¨ªas. Nada es banal: ni comprar la baguette, ni olvidarse de tomar la pastilla, ni decir adi¨®s al salir del ascensor, ni sufrir una leve molestia. En aquellas noches en las que salir era lo ¨²nico bueno e inservible que uno sab¨ªa hacer con su vida, nadie estaba libre de sufrir unas peque?as molestias, absolutamente horribles. ¡°No pasa nada porque no salgas un d¨ªa¡±, te dec¨ªa tu padre alegr¨¢ndose de que tuvieses 40 de fiebre o gastroenteritis. En ese instante lo aborrec¨ªas. Estabas convencido de que iba a ser una noche inolvidable, de la que no recordar¨ªas nada hasta que pasasen varios d¨ªas, y empezases a tener flashes. ?Y si no hab¨ªa m¨¢s noches?, te preguntabas sin fe en el futuro. La idea de quedarte en casa con tu madre, negando o asintiendo con la cabeza a sus frases, te daba ganas de llorar. Y todo por unas peque?as molestias. No es que tuvieses meningitis, o una modalidad de asma que te encamaba varios a?os y te obligaba a escribir En busca del tiempo perdido.
¡°Peque?as molestias¡± es la clase de dictamen m¨¦dico que invita a ponerse ligeramente nervioso. Est¨¢ pensado para lo contrario, en realidad. Despu¨¦s de ver al mejor futbolista del equipo retir¨¢ndose cojo del campo, se supone que hay que sentir alivio cuando todo se queda en unas ¡°peque?as molestias¡±. Pero no. Estamos ante una expresi¨®n fallida, que provoca el efecto contrario al que persigue. Le¨ªda en mitad del parte m¨¦dico produce el efecto de uno de esos inquietantes p¨¢rrafos de Stephen King, durante los que es imposible no salir corriendo a meterse debajo de la cama, a la espera de que pase el peligro. Donde se lee "peque?as molestias" podr¨ªan haber escrito ¡°pierna rota¡± o ¡°cabeza cortada¡±, y nadie se echar¨ªa a temblar; simplemente estar¨ªa triste. El futbolista que se retira del partido por su propio pie, casi anunciando que no tiene nada, exhibe siempre un gesto de gran preocupaci¨®n. Por dentro se va diciendo que se pierde la semifinal contra el Bayern o el City, igual que nosotros nos tem¨ªamos, zarandeados por un ligero dolor de barriga, que no exist¨ªa el futuro, sino s¨®lo esa noche, que nos ¨ªbamos a perder, mientras nuestros amigos jugaban a ser felices.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.